Salir de fiesta se ha convertido en un sinónimo de ir a la caza de las mejores fotografías, las selfies más originales y las historias más divertidas, tanto que bailar y disfrutar con los amigos se ha convertido en algo secundario… y de conocer gente nueva ni hablamos.
Pero en lo que muy pocas veces pensamos es en el hecho de que a nuestro alrededor hay mucha gente que sin deberla ni temerla, aparece en nuestras postales que casi nunca son completamente decorosas.
Es justo en ese punto en el que se puso a divagar un bar de Berlín llamado Berghain que tras darle varias vueltas al asunto, decidió prohibir la entrada de teléfonos celulares a sus instalaciones.
Lo anterior, con dos objetivos: el primero, que estado entre sus paredes la gente pudiera desinhibirse sin tener que cuidarse de las cámara, el segundo, fomentar que todas las personas en el lugar se dispusieran a disfrutar de la noche sin pasarse el tiempo revisando redes sociales.
La idea recibió tanta aceptación que rápidamente comenzó a ser implementada en otros centros nocturnos que han elegido entre prohibir por completo los teléfonos móviles, pedir a sus visitantes que cubran la cámara con un sticker que les dan al llegar o simplemente pedir que no se tomen fotografías ni vídeos; todo lo anterior bajo advertencia de que en caso de que alguien resulte sorprendido haciendo infringiendo las reglas, podrá ser expulsado del lugar.
Si lo piensas bien, no es tan complicado. Es como cuando en la Ciudad de México (antes D.F.) se prohibió fumar; nadie creía que fuera posible, pero finalmente todo el mundo se adaptó y mucha gente, la que no fuma, comenzó a disfrutar los lugares que antes estaban llenos de humo.
Con información de: SDP noticias