La británica Gurcharan Kaur, de 30 años, experimentó recientemente una picazón en un ojo y pensó que se debía a una reacción alérgica. Después, empezó a desarrollar dificultad para parpadear al tiempo que una hinchazón crecía en su ojo. Tras varias semanas en las que no prestó mucha atención a lo que ocurría y estuvo tomando antihistamínicos, se dio cuenta de que sus síntomas se debían a algo más preocupante que a una simple “fiebre del heno”.
Un día, la joven, de la ciudad de Wolverhampton, decidió hacerse una prueba ocular estándar casi por casualidad cuando pasó cerca de un salón óptico, y gracias a ello descubrió que tenía graves daños en el nervio óptico de su ojo izquierdo.
Después de un chequeo médico adicional, los doctores descubrieron un líquido anormal en su cerebro y un pequeño quiste coloide, un tumor de crecimiento lento en el centro de su cerebro, justo detrás de su ojo izquierdo. Kaur se sometió a una cirugía cerebral de dos horas para extraer la masa benigna y le recetaron dos meses de medicamentos contra la epilepsia.
“He temido por mi vida. Solo quiero advertir a las personas sobre ignorar lo que pueden ser síntomas bastante graves. (…) Los médicos me dijeron que si no hubiera ido, habría crecido y habría comenzado a tener convulsiones”, dijo Kaur.
Con información de RT