En 2018 hubo 34.994 sentencias condenatorias por violencia de género en España. Si echases un ojo a tu lista de amigos de Facebook, ¿pensarías que alguno de ellos puede ser un maltratador? Seguramente no. Lo mismo pensaban los amigos de Sofía: ¿cómo iba a ser Daniel (nombre modificado de su expareja) uno de ellos, con lo bien que la trataba? O mejor dicho: con lo bien que la trataba… en redes sociales. Fuera de la pantalla y las redes, la realidad era muy distinta, pero a las amistades de ambos les costó mucho creérselo. Algunos, de hecho, siguen sin hacerlo, aunque ya haya una sentencia condenatoria.
Sofía es una madrileña de 41 años. La relación que acabó en los juzgados se remonta a 2015 y se extendió parte de 2016. Le cuesta recordar el momento en que aparecieron las primeras señales de lo que la justicia consideró maltrato. Los ha ido recomponiendo a posteriori, como muchas víctimas que fueron conscientes de su situación mucho más tarde de lo que les habría gustado. Todo empezó con cosas que le chirriaban, aunque no fuesen a mayores. “Siempre me decía que iba muy guapa y que, como fuese tan guapa, iba a acabar dejándole y yéndome con otro mejor que él”, recuerda. “Siempre me lo decía de broma, entre risas, pero claro, cuando empezó a decírmelo día sí y día también… Yo estaba bien con él, ¿por qué iba a irme con nadie?”.
“No me encanta pero no molesta”
A los dos o tres meses de estar juntos, ella modificó su vestuario: “No sabía por qué, pero no me gustaba que saliese otra vez el tema, ni aunque fuese de broma, así que me empecé a maquillar menos y a usar otra ropa. Si alguna vez yo subía a Facebook alguna foto mía más arreglada, él me dejaba un comentario: ‘¡Qué guapa va siempre mi chica!'”, explica. “A mis amigas les encantaba eso, pero a mí no. No sabía por qué -,insiste- no tenía argumentos objetivos para que me sentase mal, pero no me gustaba”.
“Mi amiga me dijo: ‘Qué bien que Dani no sea celoso’. ¿Cómo le iba a decir que no le gustaba que saliese escotada y que era un comentario irónico?”
Tiene grabada una noche a fuego. Ella, a pesar de que le invitaba a hacer planes con los amigos y amigas de ambos, tenía su propio plan. “Yo siempre le animaba a que juntásemos las dos pandillas, pero él me decía que no, que no quería ser ‘de esos novios celosos’, que le gustaba que saliese con mis amigas”, explica.
Cuando estaba a punto de marcharse de casa, su exnovio le dijo: ‘Vaya escotazo, ¿eh?’. Sofía le preguntó si acaso se sentía molesto: “No. Tampoco me encanta, pero no me molesta”, respondió. Estuvo a nada de cambiarse pero decidió no hacerlo.
Al juntarse con sus amistades se hicieron la típica foto de quedada y la subió a Instagram. Recuerda que estaba a punto de contarle a una amiga el episodio de su ‘look’ en casa…pero en ese momento me llegó una notificación al móvil. Él había comentado la foto: “¡Wow, escotazo, qué guapa!”. Mi amiga me dijo: “Joder, qué bien que Dani no sea de esos novios celosos’. Claro, ¿cómo le iba a decir que en realidad no le gustaba que saliese así y que, en mi opinión, ese comentario que había dejado era irónico? No me iba a creer”.
Bipolaridad ‘online’ – ‘offline’
Con el tiempo, el comportamiento de su exnovio fue incluso más bipolar entre la vida ‘online’ y la ‘offline’: “Él nunca quería salir. Me decía que estaba deprimido y que yo le iba a dejar en cualquier momento, que seguro que encontraba a otro mejor. Pero, de manera paralela, no hacía más que subir fotos nuestras a Facebook e Instagram, como si todo nos fuera genial, cuando era todo lo contrario.
Varios viernes, cuando intuía que a lo mejor yo quería salir, publicaba en mi muro abierto de Facebook una foto de una cena que acababa de hacer y ponía: ‘Cariño, ¿peli y manta esta noche?’. Claro, ¿cómo iba a moverme de casa? A mis amigas les encantaba que fuese tan atento y yo me sentía mal porque, no sé por qué, todo eso no me gustaba. Pero mis amigas lo adoraban, así que ¿cómo iba a decirles nada? Una vez se lo conté a varias, pero se resistían a creer que me pudiese estar maltratando, así que pensé que yo estaba exagerando la situación y que era una suerte estar con alguien como él. Esa noche, al final, no salí”.
La ruptura: “Bonito gato, yo tenía uno así”
La situación fue a peor, la relación se deterioró y, a principios de 2016, Sofía rompió con Daniel y se fue a vivir sola. Un día publicó en Facebook una foto del gato que tenía desde hacía cuatro años y, a los pocos minutos, él la comentó: ‘Bonito gato, yo tenía uno así’.
Ese comentario hizo saltar las alarmas entre las amigas de ella: “Me dijeron que era un comportamiento muy pasivo-agresivo y entonces lo vi claro: él llevaba desde el principio de la relación hablándome mal… sin hablarme mal. No decía malas palabras ni empleaba un mal tono, pero siempre me hacía sentir mal. Les enseñé comentarios antiguos de Daniel (todos aparentemente positivos y románticos) y les conté las pequeñas discusiones que habíamos tenido justo esos mismos días, y ellas lo tenían claro: eso era maltrato psicológico y tenía que denunciarlo”.
Sofía no denunció, ya que pensó que quizá estuviera exagerando, además de que, una vez rota la relación, le daba pena que él pudiera pasarlo mal. Pero hubo una circunstancia que le hizo ver las cosas de distinta manera: “Él siempre publicaba cosas mediodepresivas en Facebook poco después de que yo pusiese algo positivo, para que la gente viese el contraste: él estaba destrozado y a mí ‘me daba igual’. Pero una noche, estando yo de fiesta, vi un post suyo en Facebook que me hizo pensar que estaba verdaderamente mal. Le dije que podía ir a su casa a verle, él me dijo que no, yo le insistí, él volvió a decir que no… Al día siguiente supe que, cuando publicó aquello tan ‘depresivo’, estaba en una cita de Tinder”.
“Lo peor de todo no era que me hubiese maltratado, sino que ni siquiera se planteaba que lo que me había hecho pudiese ser maltrato”
Así las cosas, Sofía bloqueó a su ex de sus redes sociales y se propuso no saber nunca nada más de él ni hacer nada al respecto de su pasado. Hasta que supo que Daniel tenía nueva pareja: “Yo conocía a la chica y nunca me podría perdonar no haberla, al menos, avisado. Dudé muchísimo, porque pensé que no me iba a creer o me iba a tratar como a una loca o una celosa. Al final quedé con ella y le conté, como pude, mi experiencia”. La respuesta de la nueva novia no era la que Sofía esperaba: “Me dijo que, pese a llevar muy poco juntos, ya había visto cosas así. Estuvimos hablando casi 10 horas y acabamos tomando una decisión: ella iba a dejarlo con él y yo iba a denunciarle por maltrato psicológico”.
El momento del juicio
El juicio de Sofía contra Daniel tuvo lugar a finales de 2017. La sentencia: culpable. “Sorprendentemente, él reconoció los comentarios que me hacía, la ironía y su voluntad de hacerme sentir mal y culpable”, recuerda. “Ahí lo vi claro: lo peor de todo no era que me hubiese maltratado, sino que ni siquiera se planteaba que lo que me había hecho pudiese ser maltrato”. La sentencia, además, consideraba probado que el acusado había hecho insinuaciones de cometer autolesiones, amenazas constantes a Sofía si le dejaba, intentos de apartarla de sus amistades y familiares e incluso conatos de agresiones físicas.
La violencia machista invisible
La experiencia de Sofía podría parecer llamativa, pero no lo es en absoluto, ya que encuentra respuesta atendiendo a los datos. El Barómetro Juventud y Género 2019 evidencia que ciertas conductas de violencia psicológica en parejas y exparejas no solo existen, sino que no tienen un excesivo reproche social.
El siguiente gráfico describe algunas conductas y su presencia en la juventud española. Algunas cifras son reveladoras: un porcentaje significativo de jóvenes creen que los celos son normales y una prueba de amor, que es normal mirar el móvil de su pareja si creen estar siendo engañados y que para evitar conflictos es mejor ponerse la ropa que le agrade a la pareja. En todos estos parámetros, por cierto, ellos muestran cifras superiores a ellas:
La conducta de Daniel en redes sociales no es, ni mucho menos, tan extraña como podría parecer. Al igual que mucho maltratadores se muestran como el ‘novio perfecto’ cuando hay más gente delante, el condenado llevó esa actitud a las redes sociales. ¿Es un comportamiento frecuente a día de hoy? Lo cierto es que sí. En el informe Ciberacoso y violencia de género en redes sociales, la psicóloga María S. Quesada Aguayo asegura que la violencia psicológica busca, entre otras muchas cosas, “el aislamiento de las redes sociales de la víctima” y “el control y dominio de la vida de la víctima, de forma directa (prohibiciones y restricciones, chantaje emocional, ciberacoso…) o indirecta (insinuaciones, sugerencias, manipulación afectiva…)”.
Sofía pudo darse cuenta e incluso ayudar a la siguiente pareja de su ex. Ahora lo tiene claro: “Ya sabía que el maltrato no son solo los golpes, y con esto también he aprendido que el hecho de que un novio me diga que apoya mi libertad no significa que lo haga de verdad. El maltrato psicológico es mucho más difícil de detectar, pueden haber pasado años y que ni siquiera te des cuenta, precisamente porque la persona que te maltrató es la misma que, de cara a la galería y las redes sociales, era la que más simulaba apoyarte”. Una perspectiva que se resume en una de las consignas que más se ve últimamente en manifestaciones contra la violencia machista: ‘En la calle son el Che… y en la casa Pinochet’.
Con información de El Confidencial