Josué Alirio Barrera jamás soñó con ser político; a él lo que le gusta es domar caballos.
Y quizá por eso tampoco acudió a la escuela, es decir, no se graduó de nada, ni siquiera terminó el bachillerato, pero el 27 de octubre de 2015, y teniendo la siguiente frase como uno de sus lemas de campaña: “De la silla del caballo a la silla de la gobernación, vamos con paso firme por el porvenir de Casanare”, ganó la gubernatura de su departamento, uno de los 32 que componen Colombia.
Alirio arrasó y logró una votación histórica en la región: 85 mil sufragios. El hombre que tenía más conocimiento en ganado y en agricultura, el campesino, pues, llegaba al poder.
No se arrepentiría la población.
En tres años logró lo que nadie imaginaba: sanear las finanzas del lugar donde nació. Pagó toda la deuda pública de Casanare. Devolvió la pulcritud y honestidad a un cargo en el que esos términos simplemente habían desparecido.
Con cerca del 17% del presupuesto que manejaron anteriores administraciones logramos pagar las deudas ambientales, impuestos y embargos, además del endeudamiento por 127 mil millones, más 20 mil de intereses. Y así logramos además hacer obras en todos los municipios y terminar “elefantes blancos”. No endeudamos el departamento y dejamos un ahorro para el futuro del departamento de más de 400 mil millones. Nosotros, con esta administración y con la ayuda de DIOS, estamos haciendo historia, explicó Barrera en su cuenta de Facebook.
Le ayudó, dijo, que no tuvo compromisos de campaña, pues su ascenso político se dio de forma natural por su empatía con la gente, y así al asumir no había deudas qué saldar por ese concepto.
Y lo más importante. Siguió el consejo de su sabio padre: “El que paga lo que debe, sabe lo que tiene”.
El cambio se notó de inmediato, pues en dos décadas Casanare tuvo 12 gobernadores, todos involucrados en actos de corrupción, complicidades con el crimen organizado e historias de derroche, que convietieron a este territorio en un manjar para la ilegalidad.
Gobernador que asumía, era pronto inhabilitado por desfalco al erario y al abandonar el cargo salían millonarios y cargados de dinero hábilmente evadían el peso de la ley.
Hasta que llegó el gobernador que sorprendió a todos, y que está próximo a ceder el cargo.
No fue sencillo el camino. Se inició amansando caballos y escaló hasta volverse un prominente empresario del turismo y la exposición equina, y después vino el brinco a la política.
No es una eminencia de la oratoria, pero sus resultados son infalibles. Reportó Confidencial Colombia:
Dice no tenerle miedo a casi nada, y cuando se dice que “a casi nada”, es porque en una rueda de prensa respondió “(…) a mí lo que me da miedo es ver a mi mujer brava”.
Con información de Excélsior