Más allá de sus indiscutidos méritos artísticos, Michael Jackson es frecuentemente recordado también por su polémica vida marcada por innumerables cirugías estéticas, adicciones, drogas, escándalos sexuales con menores y un sinfín de rumores que continúan rodeando su figura a diez años de su muerte.
Ahora, el documental ‘Killing Michael Jackson’, centrado en las circunstancias de su deceso, revela nuevos secretos escrupulosamente guardados por el cantante y bailarín estadounidense.
El material —producido por la compañía británica Zig-Zag Productions y estrenado de momento solo en Italia, Reino Unido y Suecia— recoge los testimonios de los detectives que formaron parte de la investigación inicial del caso.
Una imagen descabellada
Uno de ellos es Scott Smith, de la Policía de Los Ángeles (EE.UU.), quien tuvo acceso exclusivo durante el proceso de la autopsia. Y mientras se encontraba frente al cuerpo sin vida de la estrella, al agente inmediatamente le llamó la atención un detalle que contrastaba mucho con la imagen que el público acostumbraba a ver en las presentaciones del artista.
“La que era extraño, algo que me encontré a mí mismo mirando periódicamente, era su cabeza, su cuero cabelludo”, confesó el detective, citado por Daily Express. Y aseguró que “cada vez que estaba en público, [Jackson] llevaba puesta una peluca” para ocultar su calvicie. Asimismo, tenía el cuero cabelludo tatuado para disimular la falta de cabello natural.
En 1984, el artista sufrió graves quemaduras en la cabeza al incendiársele el cabello durante la filmación de un aviso publicitario de Pepsi. Sin embargo, gracias a un tratamiento médico, Jackson logró ocultar durante mucho tiempo la magnitud de las secuelas que le dejó ese accidente.
Matar el dolor
“La parte superior de su cabeza estaba cubierta de severas cicatrices”, y además “tampoco tenía casi nada de pelo en los costados”, comparado con la larga y abundante cabellera que solía lucir en sus conciertos, añadió Smith.
Asimismo, el cadáver del ‘rey del pop’ presentaba otras cicatrices en el rostro —más precisamente detrás de las orejas y en la nariz—, así como en la base del cuello, en sus brazos y muñecas y otras zonas del cuerpo.
El detective concluye que todas estas marcas podrían explicar, al menos en parte, el hecho de que el artista usara fuertes analgésicos, entre ellos el Propofol, cuya sobredosis acabó costándole la vida.
Con información de RT