Las autoridades ecuatorianas detuvieron ayer en la capital a un dirigente nacional de los taxistas y en el sur del país, a dos líderes transportistas regionales, por afectar el servicio público, mientras seguía por segundo día consecutivo la parálisis en el país por una huelga con la que gremios buscan presionar al Presidente por eliminar el subsidio a los combustibles.
El mandatario Lenín Moreno ratificó más tarde en rueda de prensa que no dará marcha atrás a la decisión, pero abrió la posibilidad de conversar. “Dialogamos con los transportistas, que honestamente cumplen con su trabajo y que también con todo derecho están expresando su derecho a diferir las opiniones”, destacó el Ejecutivo. Sin embargo, aseveró que no tienen derecho “bajo ninguna circunstancia” a “caotizar el país, a pensar que mediante la caotización del país van a lograr que se desestabilice el gobierno”.
Grupos de jóvenes protagonizaron enfrentamientos con piedras y palos con la Policía, que los repelió con gas pimienta y vehículos antimotines en la capital, mientras que situaciones similares se desarrollaron en ciudades como Guayaquil, Ambato y Cuenca.
Autobuses y camiones militares, con custodia de uniformados, salieron a las calles de las principales ciudades para ofrecer servicio de transporte público y para despejar las vías con el propósito de normalizar la situación.
En Quito, las personas tuvieron que utilizar un atestado transporte municipal, o caminar hacia sus trabajos, mientras otros pedían el apoyo de gente con autos que los llevara.
Por su parte, la ministra de Gobierno, María Paula Romo, señaló que en el marco del paro nacional contra las medidas económicas que el gobierno decretó el pasado miércoles fueron detenidas unas 350 personas, en su mayoría relacionadas con los actos vandálicos en la ciudad de Guayaquil. También se reportan 21 detenidos.
Con información de El Heraldo de México