El 30 de agosto de 2019, desde la península de Crimea, Rusia, en el Mar Negro, Gennady Borísov, desde su observatorio personal MARGO, observó un tenue y difuso objeto en movimiento, que no aparecía en las cartas estelares, pensó que sería un cometa. Gennady lo reportó de inmediato al Centro de Planetas Menores de la Unión Astronómica Internacional, como debe hacerse, para asegurar la autoría del descubrimiento. De ser un nuevo cometa, sería el octavo descubierto por él.
El Centro de Planetas Menores informó a otros astrónomos y observatorios del mundo, sobre el aparente nuevo cometa, quienes se apresuraron a estudiarlo. Después de seguirlo unos días y conocer parte de su trayectoria y coordenadas, los astrónomos pueden calcular el resto de la órbita. El Centro de Planetas Menores le calculó una órbita parabólica, lo que significaba que el cometa vendría de una región dentro de nuestro Sistema Solar.
Otros astrónomos, profesionales y aficionados, obtuvieron otro resultado, calcularon una órbita hiperbólica, lo que significaba que el cometa vendría de afuera de nuestro Sistema Solar, desde el espacio interestelar.
Las trayectorias u órbitas de los planetas alrededor del Sol, de exoplanetas alrededor de sus estrellas o de los asteroides y cometas, siguen trayectorias curvas. Estas curvas son bien conocidas en matemáticas: la circunferencia, la elipse, la parábola y la hipérbola. Todas ellas reciben el nombre de: cónicas, ya que son las curvas obtenidas al seccionar un cono.
La circunferencia y la elipse, son curvas cerradas, mientras que la parábola y la hipérbola son curvas abiertas.
Los planetas, las lunas alrededor de los planetas, los asteroides y muchos de los cometas siguen órbitas elípticas. Muchos cometas siguen órbitas parabólicas, no son cometas periódicos porque la parábola no es una curva cerrada, rodean al Sol y luego huyen hacia afuera del Sistema Solar.
Con información de El Sol de México