Fin de cuatro años de proyecto reformista. Fin del fin del peronismo. Cuando Mauricio Macri ganó las elecciones en 2015 prometió que este sería el principio de 20 años de historia argentina en la que la nación viviría profundos pero poco traumáticos cambios que dejarían atrás deficiencias enquistadas en su sistema económico y político. Ayer un 40% de ciudadanos le votaron, una cifra mejor que la pronosticada, pero no suficiente para alejar de la Casa Rosada a Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, que ahora serán presidente y vicepresidenta respectivamente gracias al 48.1% de los votantes
La estrategia política de este empresario liberal era, en teoría, limitar su marco de actuación a todo lo que tuviese que ver con la economía. Concretamente sólo quería sanear las cuentas públicas, bajar la pobreza y detener la inflación.
¿Qué prometía Macri?
Según Macri, el peronismo, especialmente el de Kirchner, nadaba en una inflación y un déficit fiscal producto de una economía aislacionista, contraria a los mercados internacionales (con un fuerte componente de animadversión al “imperialismo” estadounidense), con una fuerte corrupción sistémica (casi el doble de funcionarios públicos en pocos años) y mercado negro. Si los argentinos no notaban en su bolsillo lo crítica que era su situación se debía al populismo económico de Kirchner, en teoría un modelo de pan para hoy y hambre para mañana.
La liberalización llegó en forma de recortes de gasto y freno de inversión público. El “tarifazo” también puso fin al subsidio estatal de energía y transporte que hacía que las familias pagasen un porcentaje ínfimo del coste real de estos servicios a costa del Estado y les arrastraba a una situación económica irreal y fomentaba el empobrecimiento de los sistemas. También abrió la economía a una mayor inversión privada y pactó deuda con fondos privados para reactivar la economía.
¿Y qué ocurrió con Macri?
Que en su mandato el país ha entrado en recesión; el PIB ha caído un 2.5% en 2018 y el 2019 andará en un 3.1%; el desempleo ha llegado al 10.6%, el más alto en tres lustros; la inflación, que tanto criticaba de Kirchner, ha tenido un acumulado anual del 256% y subiendo (con la ex Presidenta en el Gobierno anterior se llegó al 183% en su peor momento). El macrismo ha mandado a un 8% extra de la población argentina a lo más hondo haciendo que a día de hoy uno de cada tres ciudadanos sea pobre. Todo esto en sólo cuatro años.
Cuando el contexto económico internacional empezó a ser desfavorable y el Gobierno no pudo llevar a cabo su plan previsto, el país empezó a vivir todo aquello que se criticaba de sus predecesores: devaluación del peso, saltos inflacionarios y aumento de la pobreza. Para la enésima crisis económica de la historia reciente argentina, los que prometían aires de cambio llevaron a cabo las mismas medidas idénticas a las de kritchner, como ayudas a comedores sociales debido a la emergencia alimentaria.
Por último, y más importante, endeudó aún más a Argentina con un crédito al FMI de 57.000 millones de dólares por el que ahora no hay mucho margen para pagar y por el que se esperan recortes. En esa tesitura, es muy difícil hacer confiar en tu país a los inversores, por mucho que tú representes el tipo de gobierno amigo que pueda favorecerles.
Con información de Magnet