La colosal montaña de botellas, bolsas y fragmentos de plástico situada en el patio trasero de la casa, a pocos kilómetros de las turísticas playas de la isla tunecina de Djerba, continúa creciendo.
Ni rastro de turistas en Zarzis, donde Mohsen Lihidheb creó un museo privado con todo lo que arrastra el Mediterráneo. “La mayoría de la gente del pueblo piensa que estoy loco, pero tengo las cosas muy claras y, sobre todo, soy consecuente”, dijo Lihidheb.
Este hombre de 66 años camina diario por la playa y recoge lo que encuentra tirado. Comenzó limpiando las playas cercanas a su pueblo de origen, que hace 26 años no había sido afectado por el boom hotelero.
Con el tiempo, mi esposa se hartó de la basura apilada en el patio trasero, pero para mí supone un monumento al mar”, comentó. Lihidheb ha recopilado unas 500 mil botellas de plástico. Lleva un registro de lo recogido.
El número se queda corto teniendo en cuenta que, según un estudio del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), unas 33 mil 800 botellas de plástico son lanzadas al Mediterráneo cada minuto.
El Mare Nostrum, como lo llamaban los romanos, es uno de los más contaminados del mundo. Según la ONU, ello se debe a la alta densidad poblacional de la zona, unido al gran número de turistas, el abundante tráfico marino y la escasa circulación del agua.
Según WWF, Egipto, Italia y Turquía son los mayores responsables de la cantidad de residuos plásticos existentes en el mar.
Cuando se publicó el informe, en verano de este año, Giuseppe di Carlo, responsable del Programa Mediterráneo de WWF, afirmó que ninguno de los países de la región hacía lo suficiente para recolectar y reciclar el plástico.
La mayoría de la gente que pasa sus vacaciones en la costa italiana ni siquiera es consciente de la situación, ya que a menudo las playas son privadas y sus respectivos dueños se encargan de mantenerlas limpias.
Pero lo cierto es que, desde Liguria hasta Sicilia, el mar está lleno de plástico. Los pescadores de la zona terminan con más plástico en sus redes que peces, según el italiano Instituto Superior de Protección e Investigación del Medio Ambiente (ISPRA).
Ocho millones de toneladas de plástico acaban en los océanos del mundo cada año, de ellos, siete por ciento en el Mediterráneo, afirmó.
Mucha de la fauna marina está muriendo. Cada vez más ballenas aparecen sin vida en la costa italiana.
Un estudio sobre más de mil 400 tortugas bobas concluyó que dos tercios de ellas habían ingerido plástico.
En Egipto, Omar El Galla, atleta de deportes extremos, en octubre pasado inició el reto de atravesar a nado las aguas de la costa egipcia: unos 900 kilómetros a través del Mar Rojo, en un periodo de tres meses, con el objetivo de concientizar sobre el problema de residuos plásticos.
Creo realmente que puedo cambiar algo”, aseguró el deportista de 31 años antes de iniciar su aventura.
Galla prevé nadar durante el día cargado con hasta ocho kilogramos de equipaje y localizador GPS incluido.
El mayor intento hasta el momento de limpiar los océanos del mundo es el proyecto Ocean Cleanup, lanzado por el holandés Boyan Slat, quien asegura que ya se han cosechado los primeros éxitos del proyecto en el Pacífico.
El sistema, desarrollado por un equipo internacional, atrapa los residuos plásticos que luego son extraídos del agua y llevados a tierra para ser reciclados.
Ocean Cleanup ha sido utilizado en el denominado Gran Parche Basura del Pacífico, entre California y Hawái, donde, según científicos, hay 1.8 billones de piezas de plástico flotando. El éxito del proyecto será evaluado en tres meses.
Con información de Excélsior