Debilitado pero aún vivo, el movimiento popular de los chalecos amarillos franceses, surgido hace exactamente un año, movilizó este sábado a miles de personas en el país, sobre todo en París, donde se registraron detenciones y actos violentos.
Desde primera hora de la mañana, centenares de manifestantes se congregaron en diversos puntos de la capital francesa. En algunas zonas, grupos violentos que se infiltran en las protestas, se enfrentaron a las fuerzas del orden, lanzaron adoquines, incendiaron contenedores de basuras y volcaron vehículos.
La policía antidisturbios respondió con gases lacrimógenos y cañones de agua para dispersar a la multitud, que se refugió en cafés y tiendas cercanas. Al menos 60 personas fueron detenidas, indicó el jefe de la policía de la capital, Didier Lallement.
“¡No vamos a retroceder! ¡Seguimos aquí, aunque Macron no quiera, seguimos aquí!”, coreaban los presentes, en tono desafiante, en Place d’Italie, plaza al sur de la ciudad.
“Seguimos movilizados porque queremos un futuro mejor para nosotros y nuestros hijos, la situación en Francia está cada vez peor”, dijo a la Afp Rémi, un funcionario público de 39 años, que prefirió no dar su apellido.
“Yo gano un poco más del salario mínimo y tengo dos hijos. El dinero no nos alcanza hasta fines de mes”, agregó este hombre que hizo el viaje desde Borgoña, a 250 kilómetros de París, para el primer aniversario de las protestas.
El 17 de noviembre de 2018 más de 300 mil personas, la mayoría vestidos con el chaleco amarillo fluorescente que cargan los conductores en los vehículos para usarlo en caso de accidente, salieron a las calles de Francia para protestar por un impuesto sobre el combustible.
Con información de La Jornada