En la última década han aparecido en Rusia individuos que no reconocen la existencia del país en el que viven. Se consideran a sí mismos ‘ciudadanos de la URSS’ y creen que la ‘patria socialista’ sigue existiendo.
Desde el punto de vista jurídico, la URSS no se disolvió. Así lo aseveran los adeptos a la ideología neosoviética. Para ellos, la Federación de Rusia es un Estado usurpador que se adueñó del territorio del país comunista, de manera que carece de legitimidad.
Quienes se niegan a reconocer la desaparición de la URSS no son un solo movimiento o una organización con una estructura bien definida. Más bien forman parte de diferentes corrientes que tienen distintos nombres e imitan la estructura del Gobierno de la Unión Soviética. Estos grupos difunden información sobre sí mismos y hacen proselitismo activamente de su ideología a través de las redes sociales.
Los grupos que cuentan con el mayor número de seguidores son Soyuz SSR —traducido literalmente, Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas—, que es un sindicato fundado por Serguéi Diomkin; y la Unión de Fuerzas Eslavas de la Rus, cuya abreviatura también puede ser traducida como URSS. Serguéi Taraskin —que hoy se considera el presidente de la URSS— es el creador de esta unión.
El Tribunal Supremo de la república rusa de Komi ha calificado de extremista esta última organización y ha sido proscrita en el territorio de la Federación de Rusia. El propio Taraskin hizo declaraciones en las que llamó a no respetar las leyes rusas y lo justificó por la “falta de legitimidad del Estado ruso”. Los seguidores de la Unión de Fuerzas Eslavas de la Rus, por su parte, emplazaron a la población a llevar a cabo un cambio de poder en Rusia.
Estos individuos no hacen caso al hecho de que la Rusia contemporánea se considere la heredera de la Unión Soviética. Tampoco toman en consideración que la Federación de Rusia existía de hecho durante los tiempos de la URSS. Este era el nombre semioficial de esta república socialista cuando formaba parte del país comunista.
Crimen y castigo
Algunos de los llamamientos de los partidarios de estos grupos son sancionables por los artículos del capítulo 20 del Código Penal de la Federación de Rusia: se trata de delitos contra las bases del orden constitucional y la seguridad del Estado. Sin embargo, también se ajustan a los artículos del Código Penal que regulan los delitos de extremismo y terrorismo.
De hecho, los ciudadanos de la URSS violan a menudo leyes rusas porque obviamente no las reconocen. Los dirigentes de los grupos neosoviéticos aseguran que sus seguidores pueden eludir pagar los servicios de comunidad —electricidad, agua, calefacción, etc.—. Muchos de ellos no lo hacen pese a que sí usan dichos servicios. Luego acumulan enormes deudas que inevitablemente sí tendrán que abonar. Otros casos incluyen la negativa de algunos a devolver los préstamos a los bancos.
También ha habido casos donde los ciudadanos de la URSS cometieron delitos y se negaron a admitir su culpa, porque, desde su punto de vista, los tribunales de Rusia no tienen legitimidad.
En pocas palabras, muchos de los seguidores de ideología neosoviética creen que tienen carta blanca y pueden hacer lo que quieran sin ser castigados. Sin embargo, quienes violaron las leyes evidentemente fueron encarcelados.
‘Autoridades’ autoproclamadas
Asimismo, algunos de sus miembros aspiran a recrear el país comunista, pese a que en algunos casos persiguen beneficios claramente capitalistas. Por ejemplo, algunos individuos venden pasaportes de la URSS a precios de mercado. Para recibir el documento, uno necesitaría un gravamen que podría costar varios miles de rublos, es decir, varias decenas de dólares.
Hay que tener en cuenta que el costo de producción de una libreta de este tipo es menor. El resto del dinero va directamente al bolsillo de sus fabricantes, sin mencionar que estos documentos no tienen ningún poder ni valor. Son inservibles y ningún organismo los va a reconocer como un documento de identidad.
Algunos de estos grupos incluso publican sus propios decretos y, en ciertos casos, lo hacen de parte de los organismos del Gobierno de la Unión Soviética, si bien nadie les encargó hacerlo ni fueron elegidos para ejercer autoridad ninguna. Son, en efecto, autoridades autoproclamadas y nadie las reconocerá jamás. Sin embargo, prefieren vivir en su mundo imaginario.
Fenómeno a escala mundial
Quienes sienten demasiada nostalgia por su historia no son un fenómeno típico de Rusia. Grupos de ideología parecida existen en otros países también. Uno de los ejemplos más emblemáticos sería Alemania, donde ha brotado el Movimiento Ciudadanos del Reich o el Movimiento Reichsbürger. Los adeptos a esta ideología forman parte de diferentes grupos que sostienen que el Reich alemán sigue existiendo con sus fronteras previas a la Segunda Guerra Mundial.
Estos individuos rechazan la legitimidad del Estado alemán actual. Muchos de sus integrantes están vinculados a la extrema derecha, pero no necesariamente propagan ideas de la alemania nazi. Los Reichsbürger imprimen sus propios pasaportes y, al igual que los ciudadanos de la URSS, llaman a no pagar impuestos al Gobierno germano actual.
Otro movimiento semejante son los ciudadanos soberanos, que es relativamente común en Estados Unidos y los países de la Mancomunidad británica de Naciones —Commonwealth—. En su mayoría, estas personas no reconocen la legitimidad de los gobiernos de los países en los que viven.
Asimismo, se niegan a cumplir con la mayor parte de las leyes de sus países respectivos. Los ciudadanos soberanos tampoco pagan impuestos y se niegan a recibir carnés de conducir.
El movimiento tiene sus raíces en grupos extremistas, como el estadounidense Posse Comitatus, que emergió a finales de la década de 1960 y tenía una agenda antigubernamental y de extrema derecha. De hecho, hoy el extremismo entre ciudadanos soberanos es un gran dolor de cabeza para los gobiernos. Por ejemplo, el FBI califica las acciones de algunos de ellos como “terrorismo doméstico”.
De acuerdo con varios estudios, efectivos de las fuerzas de seguridad en EEUU consideran que el riesgo de ataques terroristas por parte de ciudadanos soberanos es incluso mayor que el que proviene de radicales islamistas o neonazis.
Con información de Sputniknews