Los coloridos vagones del teleférico, que cruzan desde las alturas la ciudad más importante de Bolivia, integran una de las obras más emblemáticas del exmandatario, por lo que no es casualidad que durante su gobierno mandara imprimir su imagen hasta en los boletos que emplean los miles de pasajeros que lo utilizan diariamente.
Hace casi un mes, Morales se fue. Presionado por protestas que lo señalaban por forzar su reelección con un fraude en los comicios del 20 de octubre, se vio obligado a renunciar y se exilió en México. Sin embargo, en su país su recuerdo se mantiene vivo.
“He llorado (su partida), pero hay que continuar no más”, dijo a The Associated Press una mujer de 80 años que se identifica con el mandatario, pero prefirió no dar su nombre.
Morales, un líder aymara que emergió a la política desde la dirigencia de los cocaleros, es el presidente que más tiempo ha gobernado Bolivia -casi 14 años- pero su larga gestión desató amor y odio, polarización que se mantiene a varias semanas de su partida.
Samuel Mendoza, estudiante de economía de 22 años que salió a protestar en contra del exmandatario, tienen un recuerdo negativo de su gestión.
“Él ya no está y ha sido lo mejor. Ahora somos libres de un hombre que no le importó su pueblo y se sintió rey de Bolivia, queriendo gobernar hasta que muera”, mencionó.
“A Morales es difícil olvidar, porque no fue buen padre de Bolivia. Para él sólo existían los que lo apoyaban; los demás no”, coincidió Susana Pinto, de 65 años.
La imagen que Morales construyó de sí mismo le generó gran afinidad entre algunos, pero para otros era un síntoma de su egolatría, lo que también hoy sigue vivo en Bolivia a través de las obras que llevó a cabo, por ejemplo, carreteras, canchas de fútbol y un palacio de gobierno de 30 pisos que tenía su propia suite y un helipuerto.
Tras su partida, las protestas encabezadas por sus seguidores continuaron y en poco más de un mes dejaron al menos 33 muertes. Ahora el país intenta volver a la normalidad mientras se evalúa una nueva fecha para realizar nuevos comicios.
En El Alto, bastión político de Morales, decenas de mujeres aymaras se asientan en la calle para vender los productos que traen desde las localidades rurales. Cuentan que sintieron desazón y tristeza por la caída del líder con el que se sentían identificados por ser indígena.
En Senkata, un barrio pobre de La Paz donde los partidarios de Morales se atrincheraron en un estratégico depósito de combustible dejando desabastecidas a dos ciudades, los vecinos tienen sentimientos divididos sobre el exmandatario. En las paredes semiderruidas de la planta todavía puede leerse “Evo presidente 2020-2025… Futuro de Bolivia”
“Él es indígena como nosotros. Hemos reaccionado muy tarde. Es que él ya no tenía una comunicación directa con nosotros. Él se alejó. Creo que después de él no hay nadie”, aseguró Brígida Soria, una vendedora de ese barrio de 40 años.
Por su parte, Rafael Robles, un conductor de taxi de 55 años, cuenta que la imagen de Morales sigue presente pero no de manera positiva luego de los conflictos que calificó como “traumatizantes”.
“¿Para qué? Para nada, igual se fue y no le importó su pueblo. Más bien nos enfrentó. Yo con mis vecinos, que nos obligaban a bloquear y si no, nos multaban”, mencionó.
Martha Lima, una vendedora de café cerca de la planta, mencionó que el dolor que le causó la partida de Morales sigue presente, por lo que ve difícil que ella vuelva a creer en otro político.
“Yo no creo en nadie, ni en el expresidente Evo, ni en la presidenta interina Jeanine Áñez. Todos los políticos para mí son mentirosos”, expresó.
Desde que llegó al poder, Morales ha generado polarización entre sus admiradores y quienes buscan una renovación de líderes ya no quieren que vuelva.
“Hay una presencia aún de Morales porque su recuerdo es difícil de borrar, pero también es que desde su exilio él se ha encargado de mantener su presencia”, mencionó a The Associated Press la socióloga, María Teresa Zelada.
El exmandatario mantenía su presencia a nivel nacional con viajes de hasta cinco veces por día para entregar obras a diferentes localidades y ciudades del país.
Por su parte, el analista político Jorge Dulón expresó que Morales es un símbolo que unía todas las corrientes de su partido de gobierno, que tiene una estructura política fuerte capaz de mantener el voto, aún sin su líder presente en el país.
El exgobernante fue elegido con un 54% de los votos en 2006 y enamoró tanto a indígenas como a las clases medias. Tres años después fue ratificado en su cargo con un 64% y en 2014 con un 61%.
En los últimos tres años fue perdiendo ese apoyo. El referendo que lo habilitaba a participar de un cuarto mandato consecutivo obtuvo sólo el apoyo del 48,7% y Morales no aceptó su derrota. Poco después acudió al Tribunal Constitucional para habilitarse a las elecciones del 20 de octubre.
Con información de El Periódico de México