El Instituto Cultural de México en la capital francesa presenta, hasta el 31 de enero de 2020, la exposición Libros desbordados, de la fotógrafa francomexicana Lorena Velázquez. El objetivo de la muestra es “sacar mis libros de artista y exhibirlos no sólo como objetos, sino también en gran formato”, explicó la creadora.
Para la curaduría, cada libro se adaptó según su historia, contenido y soporte físico y Luis Rodríguez realizó esta labor sin pisar el recinto, desde México, gracias a los planos y la maquetación 4D.
Un texto del escritor mexicano Alberto Ruy Sánchez introduce al espectador en la primera sala, que expone El silencio de los árboles (2013), obra que teje un paralelismo entre el devenir del ser humano y el de los árboles al equiparar la corteza y las ramas de éstos con las arrugas del rostro y manos de Gladiola Orozco, fundadora del Ballet Teatro del Espacio en México, quien, “como un árbol fuerte, echó raíces y se constituyó como uno de los pilares de la danza en nuestro país”.
Por otra parte, en Un mundo sin flores (2016) “no habría poesía, el mundo estaría triste y oscuro”, asegura la artista. De ahí que esta pieza exprese miedo y rinda también un homenaje lúgubre a la obra pictórica Los nenúfares, de Claude Monet, a través de fotograbados en blanco y negro “unidos por una línea de vida e intervenidos con marcas que representan el ritmo de la existencia y las llagas que quedarían de extinguirse la vegetación”.
En otra sala, El vuelo (2012) manifiesta la partida y la libertad por medio de la simbología de las aves, con libros que imitan su aleteo y trazan su ruta por el cielo. Cada ejemplar es único por las roturas particulares de las fotografías y el proceso de intervención sobre el papel.
Por otro lado, El latido del corazón (2011) es un libro fotográfico y cabinet de couriosité, con objetos como botellas, esqueletos y caparazones de animales, con lo que Velázquez buscó “contener la esencia de las cosas para que, si un día dejaran de existir, pudiéramos abrir las botellas que tienen el latido del corazón de cada una y acceder a él”. En la pieza, destacan el uso del colodión, técnica de revelado del siglo XIX, y la colaboración del Museo de Historia Natural, que prestó piezas taxidérmicas para el montaje.
En un ejercicio de memoria social, la obra Cuarenta y tres (2015) captura las manifestaciones ocurridas en México a raíz del caso de los normalistas de Ayotzinapa con la colaboración fotográfica de Vicente Guijosa. En el libro, el número 43 persistió en el total de páginas y ejemplares, la cantidad de lazos del encuadernado y el área de los folios (21.5 cm x 21.5=43 cm2). En el proyecto también participó Marina Morris, fotógrafa y productora mexicana, con un documental de entrevistas íntimas a los padres de los estudiantes desaparecidos.
Para concluir, la exposición lleva al espectador hacia fotos de salidas de todo el mundo. La pieza Exit (2019) es “síntoma de una preocupación para salir y encontrar lo que uno está buscando”, dijo la artista. El libro presentado en una caja fluorescente —que imita un letrero de salida— expresa que “quien salió por Exit no volverá jamás sobre sus pasos (…) Exit es siempre un camino hacia afuera. Por él se huye (…)”, se lee en las líneas que el poeta mexicano Francisco Segovia escribió para la obra. Sobre los materiales, Velázquez detalló que experimentó con impresión fotográfica sobre placas de metal.
La muestra, realizada con el apoyo de la Secretaría de Relaciones Exteriores, la Red FotoMéxico, el Centro de la Imagen, Rubicó y otros colaboradores, permanecerá hasta el 31 de enero próximo. Es de acceso gratuito.
Con información de Excélsior