La bailarina Elisa Carrillo empezó con el pie de derecho 2019 y cierra el año con los premios internacionales Alma de la Danza, Benois de la Danse y Petipa Heritage Fund, “tranquila”, con la convicción de “estar cumpliendo su parte” como codirectora de la Compañía Nacional de Danza con Cuauhtémoc Nájera, a pesar de las críticas que recibió por ese nombramiento al arranque del gobierno.
“Algo que a mí me gusta es poder aportar a la compañía, y justo lo hago con mis conexiones, con todo el conocimiento de grandes coreógrafos y mucha gente que ha podido tener ahora relación con la Compañía Nacional de Danza; y es justo lo que quiero, que la CND se dé a conocer internacionalmente, porque hay muchos lugares donde ni siquiera saben que tenemos una compañía en México”, expresa en entrevista la primera bailarina del Staatsballett Berlin en su balance de 2019.
“Estoy muy contenta. Para este año hemos logrado llevar a la CND a Nacho Duato (Por vos muero), un ballet de Uwe Scholtz (Tercer concierto para piano de Rachmaninov), el estreno de Giselle, con nueva coreografía de Anton Dolin, y el trabajo de Vasily Medvedev, Barba Azul. Tuvimos la oportunidad de trabajar con otras personas, y eso es muy importante para la compañía. Un cambio toma tiempo, no se ve en dos o tres años porque tiene que empezar poco a poco, pero desde el momento que yo entré a la compañía, en este año sí hemos logrado que la gente, desde el lado donde estoy, empiece a mirar y decir: ‘Ah, bueno, hay una compañía, está haciendo repertorio’, eso es lo que hace falta, que te empiecen a conocer desde otras partes del mundo y escuchen que algo pasa en México”.
Y sostiene: “Con todo lo que a mí me toca, estoy cumpliendo mi parte con la compañía”.
¿Cuál sería el sello que usted le está imprimiendo a la CND, aunque esté en Alemania?
-Que tenga un repertorio variado; es una compañía con bailarines de gran calidad pero no es nada más que tenga diferente repertorio, sino que los bailarines sean versátiles y cada día con más calidad tanto en la técnica como en la parte interpretativa, que es tan importante. Esa es la meta: bailarines versátiles que tengan gran nivel técnico y que puedan bailar cosas contemporáneas y clásicas a muy alto nivel.
¿Tiene un diagnóstico de la compañía, de cómo la encontró?
-Los bailarines estaban en una situación difícil porque habían perdido a su director, lo que siempre afecta a los bailarines. Por lo menos puedo decir que de febrero hasta acá han tenido funciones de diferentes cosas, opciones, qué hacer, y los siento como que motivados (…) Se está logrando.
¿Qué sigue en su carrera? Ya ganó todo.
-Qué le puedo decir, para mí todo ha sido una bendición, han sido muchas cosas y me hacen pensar como si fuera más tiempo, pero todo fue en este año. La danza, el ballet, es un arte, no es algo en lo que tengas que competir para ganar algo. Me dieron esos premios, estoy muy bendecida. No lo veo como que ya gané eso y ahora ya; al contrario, quiero disfrutar estos años en los que puedo estar en el escenario, es un momento donde uno ya es muy maduro, ya tiene otra experiencia. Ganar esos premios es algo que te da mucha alegría y motivación, pero para mí siguen viniendo estrenos, nuevos coreógrafos, gente con la que nunca he trabajado: estrené un ballet, Lib, de Alexander Ekman, con quien siempre quise trabajar, para mí era muy importante trabajar con él aun sin haber ganado los premios. En una semana tengo el estreno de mi papel de Nikiya, en La bayadera, con la versión de Alexei Ratmansky, y es un gran reto, algo nuevo, realmente en mi carrera sigo teniendo nuevos retos.
Además, continúa con su Fundación Elisa Carrillo Cabrera, con la que ya está preparando qué va hacer para el festival Danzatlán del próximo verano, que va por su tercer año; incluso da la primicia de que en 2020 su fundación hará un proyecto exclusivo para danza contemporánea muy grande, del que se reserva más detalles.
¿Qué tan benéfico o negativo es para usted tanto reflector sobre su carrera o sobre el ballet?
-Honestamente, es algo que a mí también me sorprende. Es muy bonito que tu país te reconozca por algún logro que te costó mucho en tu carrera y que la gente lo celebre y se alegre por ti, tiene un gran significado y me dio mucha alegría. Por otra parte, eso ha tenido un gran impacto en la sociedad, en los niños. A muchos padres les hizo mirar que sus hijos tal vez deseen hacer eso profesionalmente, de lo que pueden vivir y recibir muchas satisfacciones como seres humanos, y apoyarlos; y los mismos niños se dieron cuenta que pueden lograr sus sueños si quieren seguir una carrera que tenga que ver con el arte, música, danza, ópera (…) Fue muy importante y me da gusto que la noticia haya podido llegar a la sociedad de una manera positiva.
“La crítica al final no fue a mi carrera como bailarina, fue ‘¿por qué va a dirigir si no va a estar en México?’, o que iba a ser “conflicto de interés”. A mí, la verdad, no me afectaron las críticas, porque no había conflicto de interés. Yo lo hacía por promover, apoyar, aportar algo a mi CND, a mi país, porque al final es la compañía de mi país a la que quiero apoyar y a la danza en mi país”, concluyó.
Con información de Milenio