El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ha verificado más de 170,000 violaciones “graves” — entendidas como asesinatos, violaciones, reclutamientos forzados o secuestros — de los derechos de los niños en escenarios de conflicto, el equivalente a más de 45 casos por día, durante lo que ha descrito como una “década mortífera” para los pequeños, las primeras víctimas inocentes de los conflictos mundiales.
UNICEF señala que el número de países afectados por conflictos es el más alto desde la aprobación de la Convención sobre los Derechos del Niño en 1989″ en un mundo “donde las guerras con cada vez más largas y las matanzas cada vez más sangrientas”, ha asegurado la directora ejecutiva del Fondo, Henrietta Fore.
“Los ataques contra los niños son incesantes porque los contendientes se burlan de una de las reglas más básicas de la guerra: garantizar la protección de los pequeños. Por cada acto de violencia contra los niños que genera titulares y provoca gritos de indignación, hay muchos más que no se denuncian”, ha manifestado la directora ejecutiva.
En 2018, las Naciones Unidas documentaron más de 24,000 violaciones graves contra los derechos de los niños, entre ellas asesinatos, mutilaciones, violencia sexual, secuestros, denegación de acceso humanitario, reclutamiento forzoso y ataques contra escuelas y hospitales.
Si bien esto puede explicarse en parte por el aumento de la supervisión y la elaboración de informes, la cifra sigue siendo 2,5 veces mayor que en 2010.
Más de 12,000 niños fueron asesinados o quedaron mutilados en 2018, denuncia UNICEF, antes de condenar sin paliativos el uso continuo y generalizado de ataques aéreos y armas explosivas como minas terrestres, morteros, dispositivos explosivos improvisados, cohetes, bombas de racimo y bombardeos de artillería que causan la gran mayoría de víctimas infantiles en conflictos armados.
Los ataques y la violencia contra los niños no han cesado en 2019. En la primera mitad del año, Naciones Unidas documentó más de 10,000 casos de violaciones de los derechos de los niños, aunque es posible que las cifras sean incluso más elevadas.
UNICEF es capaz incluso de hacer un recuento de atrocidades mensuales. En enero, por lo menos 32 niños fueron asesinados o murieron en el norte y el este de Siria como resultado de la violencia, el desplazamiento y las condiciones invernales extremadamente duras.
En marzo, más de 150 personas, entre ellas 85 niños, fueron asesinadas cuando un grupo armado atacó la aldea de Ogossagou en la región de Mopti, en el centro de Malí. Otro ataque en Sobanou-Kou provocó 24 nuevas víctimas infantiles.
En junio, tres niños fueron empleados como señuelos para detonar sus chalecos explosivos en un atentado que mató a 30 personas e hirió a otras 48 en un centro comunitario en la localidad de Konduga, en el estado nigeriano de Borno.
En septiembre, UNICEF informó de que 2 millones de niños siguen sin asistir a la escuela en Yemen, entre ellos casi medio millón que abandonaron los estudios desde que el conflicto se intensificó en marzo de 2015.
En octubre, UNICEF constató 657 niños asesinados en Siria. Un mes después, el fondo constató casi 900,000 niños cameruneses sin escolarizar tras años de violencia e inestabilidad en el noroeste del país africano.
A principios de diciembre, cinco niños y niñas murieron cuando unos hombres armados abrieron fuego dentro de un lugar de culto en Burkina Faso. En Ucrania oriental, donde casi medio millón de niños sufre las repercusiones del conflicto, este año se registraron 36 ataques contra escuelas, una de las cuales sufrió 15 ataques.
Y, a mediados de diciembre, UNICEF informó de que un promedio de nueve niños fueron asesinados o mutilados cada día en Afganistán durante los primeros nueve meses de 2019.
Por última vez en esta década, el Fondo de la ONU ruega “a todas las facciones beligerantes a que cumplan con sus obligaciones en virtud del Derecho Internacional y pongan fin de inmediato a todas las violaciones contra los derechos de los niños y a que dejen de utilizar como objetivo la infraestructura civil, incluidas las escuelas, los hospitales y las instalaciones de agua”, y pide a los Estados con influencia sobre las partes en conflicto que utilicen su poder “para garantizar la protección de los niños”.
Con información de La Prensa