En el mercado Sumesa de la colonia Roma, en el centro de la Ciudad de México, la mayoría de los usuarios llevan sus bolsas de casa este dos de enero para cargar sus compras. Eran solo algunos despistados los que no estaban al tanto de la nueva ley que prohíbe las bolsas de plástico de un solo uso.
La Ley de Residuos Sólidos, propuesta en mayo y vigente desde este miércoles, es solo el primer paso para que la capital mexicana comience a dejar su adicción al plástico. Primero son las bolsas. Y desde 2021 también se prohibirán los popotes (pajillas), cubiertos, vasos y cápsulas de café y otros artículos de plástico similares. Esto será un cambio de vida para los puestos de comida y jugos que adornan prácticamente cada esquina de la ciudad.
Vicente Santos es carnicero en el mercado Sumesa. A Santos la iniciativa le parece buena. “No somos conscientes del impacto medioambiental que tienen este tipo de materiales”, considera el carnicero. Asegura que sus clientes ya han empezado a traer tópers para llevarse la carne que compran. “No había excusa, lo avisaron hace casi seis meses”, asegura.
Solo en la Ciudad de México se generan alrededor de 13.000 toneladas de basura diarias, de las cuales 8.600 son enviadas a rellenos sanitarios y solo 1.900 se destinan al reciclaje, según datos del Gobierno de la Ciudad de México.
La industria del plástico mueve en el país 30.000 millones de dólares. México es el décimo productor mundial, según la Asociación Nacional de Industrias de Plástico (ANIPAC). En la capital hay unas 140 empresas dedicadas a la producción o distribución de bolsas de plástico y películas.
La cantidad es ínfima en comparación con las más de 4.000 empresas existentes en el resto del país. Las multas para quien no cumpla con la normativa pueden ir desde los 42.000 pesos (2.200 dólares) hasta los 170.000 (9.000 dólares).
La norma solo está vigente en Ciudad de México aunque esta podría afectar el resto del país. José del Cueto, presidente de la sección de fabricantes de bolsas de plástico de ANIPAC, argumenta que en la capital no se vende tanto este material, sino lo que se distribuye.
Según del Cueto, en 2018 el sector de bolsas y películas de plástico generó en todo el país 22.000 millones de pesos (1.166 millones de dólares). La Ciudad de México representa entre el 13% y el 20% de esta cifra.
“No nos han escuchado, la decisión está tomada en el abstracto. Estamos de acuerdo en que hay que evolucionar, pero queremos que haya un análisis detrás de esto para que los productos que los sustituyan no sean peores, como es el caso ahora”, lamenta.
Miguel Rivas, líder del proyecto océanos sin plástico de Greenpeace, avala la nueva normativa. Destaca el cambio cultural tan necesario que se está consiguiendo poco a poco en el país.
“Estamos viendo una tendencia a desplastificar México, lo cual es bueno. Es un pasito. El negocio del plástico se está quedando obsoleto. Tiene que haber actualización e innovación por parte de la industria para entender que este tipo de materiales está en una tendencia de salida”.
Innovar o morir es el llamamiento de Rivas, quien muestra su optimismo. “Todos tenemos que sacrificar nuestra comodidad, pero a la larga se ha demostrado que estas medidas han dado resultados en otros países latinoamericanos como Perú o Argentina”, explica.
Cuauhtémoc Osorno tiene 27 años y pasea cerca del Paseo de la Reforma con su bolsa de tela repleta de productos del supermercado. “En Ciudad de México, la contaminación es cada vez peor. Todas estas medidas son positivas, siempre que se ofrezcan alternativas”, expresa el joven licenciado en gestión ambiental.
Osorno declara que el mayor problema de la ciudad es la gestión de los plásticos. “La administración está a cargo de las alcaldías, hay algunas que hacen bien su trabajo, pero otras en las que es un desastre. Si no respetamos la gestión, todo el esfuerzo que hagamos los usuarios y todas las medidas son para nada”, lamenta el joven.
El Inventario de Residuos Sólidos en Ciudad de México de 2017, el último disponible, señala que la eficacia promedio de recolección selectiva fue de un 46%. Algunas alcaldías del sur del la capital, como Coyoacán o Milpa Alta, registraron mejores cifras con un 75% y 71% respectivamente. Sin embargo, otras como Iztapalapa, Álvaro Obregón o Gustavo Madero no llegaron al 25%.
La eficiencia en las plantas de separación es muy baja. Según el Inventario, de 3.858 toneladas recibidas diariamente apenas se recupera el 4%. Los residuos que no pueden ser tratados acaban en los vertederos.
Algo que preocupa tanto a Ricardo Robles, que tiene un puesto de jugos en Reforma, como a todo el comercio ambulante en la ciudad, es el nuevo paquete de medidas que se establecerá a partir del próximo año, que prohibirá otros plásticos de un solo uso como cubiertos, platos o vasos.
“Llevamos toda la vida ofreciendo estos productos y realmente no sé cómo vamos a afrontarlo, pero evidentemente nos va a afectar mucho. Yo tengo aquí vasos de cristal, pero la mayoría de la gente viene a por sus jugos para llevarlos al trabajo, no me veo a los clientes trayendo cada día su vasito”, lamenta.
A pesar de las quejas tanto de algunos usuarios como de empresarios, la imagen de clientes comprando en mercados, supermercados y comercios con su bolsa de tela, biodegradable o incluso con su caja de cartón ya es un hecho. A partir de ahora se podrá analizar la eficacia de la normativa en una ciudad con unos niveles de contaminación alarmantes.
Con información de El País