Cerca de mil personas se reunían la noche del martes 15 de enero del 2020 en San Pedro Sula, norte de Honduras, para salir al día siguiente en una nueva caravana migratoria hacia Estados Unidos, huyendo del desempleo y la violencia en su país. “En este momento tenemos cerca de mil pero están llegando buses de Tegucigalpa y de diferentes lugares del país”, dijo Bartolo Fuentes, exdiputado opositor, periodista y defensor de Derechos Humanos que fue acusado por el gobierno de organizar la primera caravana, el 14 de octubre del 2018, señalamientos que rechaza.
Bajo una llovizna, hombres y mujeres, algunos con niños en brazos y coches de bebé, se dispersaban en grupos en áreas verdes, corredores, pasillos y el interior de la Gran Central Metropolitana de Transporte de la segunda ciudad de Honduras, 180 km al norte de Tegucigalpa.
Fuentes añadió que a diferencia de los éxodos anteriores, la mayoría de las personas que acudieron a llamado –hecho por redes sociales reproducidos por canales de televisión y otros medios de comunicación–, eran jóvenes y “otra particularidad es que la mayoría llegó del área rural”. “Aquí no se halla trabajo para nada. Yo estaba estudiando, llegué al tercer curso pero para nada iba estudiar porque hay muchos graduados con el título bajo el brazo sin conseguir trabajo”, aseguró una mujer de 28 años que se identificó como Yoly Sabillón, originaria del municipio de Gualala, departamento de Santa Bárbara, noroeste.
Antes de marcharse le pidió a su mamá que se hiciera cargo de sus tres hijos de 13, 7 y 3 años de edad. “A ver qué pasa, nos podemos quedar un tiempo en México y de ahí ver si podemos cruzar” a Estados Unidos, añadió la mujer de baja estatura, delgada, de tez blanca, cara aguileña y cabello crespo. Más de 2.000 hondureños partieron en la primera caravana el 14 de octubre del 2018 huyendo del desempleo y la violencia de las sangrientas pandillas y narcotraficantes que dominan vastas zonas del territorio hondureño y en busca de mejores condiciones de vida en Estados Unidos.
Luego salieron al menos otras tres caravanas con menos integrantes en el primer trimestre del 2019. Desde entonces se habían detenido ante el despliegue de militares ordenados por el presidente Donald Trump que estalló en ira ante la nueva forma de migraciones masivas. México también tomó acciones para ayudar a Estados Unidos a frenar las corrientes migratorias.
Los miembros de las primeras caravanas sumaron en el trayecto a salvadoreños, guatemaltecos y mexicanos. Unos 30 000 hondureños que llegaron en caravanas -o en el flujo que sale por las fronteras diariamente-, permanecen en México en espera de la respuesta del asilo que solicitaron a Estados Unidos, según la cancillería hondureña.
Con información de El Comercio