Un equipo de astrónomos de la Iniciativa de Órbitas del Centro Galáctico de la Universidad de California en Los Angeles acaba de descubrir un nuevo tipo de extraños objetos en el centro de nuestra galaxia, muy cerca del agujero negro supermasivo Sagitario A. El hallazgo se acaba de publicar en Nature.
“Parecen gas, pero se comportan como estrellas”, asegura Andrea Ghez, coautor de la investigación. Los extraños objetos parecen ser compactos durante la mayor parte del tiempo, pero se estiran cuando se encuentran más cerca del Agujero negro. Sus órbitas oscilan entre los 100 y los 1.000 años.
Ya en 2005, el grupo de investigación de Ghez identificó un “objeto inusual” muy cerca del centro de nuestra galaxia, al que más tarde se denominó G1. Después, en 2012, los astrónomos se quedaron atónitos tras el descubrimiento de otro extraño objeto, bautizado como G2, que dos años más tarde, en 2014, se acercó extraordinariamente al agujero negro supermasivo. Ghez cree que G2 eran dos estrellas que orbitaban alrededor de Sagitario A* en pareja y que se fusionaron después en una única y enorme estrella envuelta en una densa capa de polvo y gas.
“En el momento de su máximo acercamiento -explica el investigador- G2 tenía una firma realmente extraña. Lo habíamos visto antes, pero no nos llamó la atención hasta que se acercó al agujero negro y empezó a alargarse y gran parte de su gas se desgarró. Pasó de ser un objeto anodino cuando estaba lejos del agujero negro a otro muy estirado y distorsionado a medida que se aproximaba, llegando a perder su capa exterior. Y ahora se está volviendo compacto nuevamente”.
Mark Morris, otro de los autores del estudio, asegura por su parte que “una de las cosas que más nos ha entusiasmado de los objetos G es que todo el material que las mareas gravitatorias les arrancan a medida que se acercan a Sagitario A* tendrán que caer por fuerza en el agujero negro. Y cuando esto suceda, podría dar lugar a un impresionante espectáculo de fuegos artificiales, ya que el material tragado por el agujero negro se calentará y emitirá abundante radiación antes de desaparecer tras el horizonte de sucesos”.
Una nueva clase de objetos espaciales
¿Son G1 y G2 casos excepcionales o forman parte de una nueva y hasta ahora desconocida clase de objetos espaciales? En el actual estudio, Ghez y sus colegas despejan esa duda. De hecho, en su artículo de Nature los investigadores informan del hallazgo de otros cuatro objetos similares, G3, G4, G5 y G6, aunque con órbitas totalmente diferentes a las de G1 y G2.
Ghez es de la opinión de que los seis objetos son estrellas binarias (un sistema de dos estrellas que se orbitan una a la otra) que se fusionan en una sola debido a la enorme fuerza gravitatoria del agujero negro. Según el investigador, el proceso de fusión de dos estrellas así necesita más de un millón de años para completarse.
“Las fusiones de estrellas pueden estar ocurriendo en el Universo con más frecuencia de lo que creíamos -explica Ghez- y probablemente son muy comunes. Los agujeros negros podrían estar empujando a las estrellas a fusionarse. Y es posible que muchas de las estrellas que hemos estado observando y no comprendiendo puedan ser el producto final de alguna de estas fusiones. Estamos aprendiendo cómo funcionan las galaxias y sus agujeros negros. Y la forma en que las estrellas binarias interactúan tanto entre sí como con el agujero negro es muy diferente a cómo lo hacen las estrellas individuales”.
Población de objetos G
Según Anna Ciurlo, otra de las firmantes del artículo de Nature, la capa externa de G2 se estiró dramáticamente, pero la parte interior no lo hizo: “algo debe haberla mantenido compacta, permitiéndole sobrevivir a su encuentro con el agujero negro. Y eso es la evidencia de un objeto estelar dentro de G2”. Para la investigadora, “el conjunto único de datos que el grupo del profesor Ghez ha recopilado durante más de 20 años es lo que nos ha permitido hacer este descubrimiento”.
De hecho, ya no se trata solo de un caso aislado, sino de una auténtica “población de objetos G”. Los científicos utilizaron para su trabajo el observatorio Keck, en Hawái, y se valieron de la óptica adaptativa, una poderosa tecnología que el propio Ghez ayudó a desarrollar, que es capaz de corregir, durante una observación, los efectos de distorsión de la atmósfera de la Tierra en tiempo real.
En septiembre del año pasado, el equipo de Ghez ya informó de que el agujero negro supermasivo de nuestra galaxia se está volviendo más “hambriento”, aunque la razón no estaba clara. Los nuevos hallazgos indican que las fusiones de estrellas podrían estar alimentando al insaciable “monstruo” del centro galáctico.
El equipo de investigadores ya ha identificado otra serie de candidatos que podrían formar parte también de esta nueva clase de objetos, y trabajan ahora para confirmarlo. El centro de nuestra galaxia, explica Ghez, es un entorno extremo y muy diferente de nuestro tranquilo rincón de la Vía Láctea: “la Tierra se encuentra en los suburbios y muy lejos del centro de la galaxia, a unos 26.000 años luz de distancia. El centro de nuestra galaxia tiene una densidad de estrellas mil millones de veces más alta de la que nos rodea. La atracción gravitacional es mucho más fuerte. Los campos magnéticos son más extremos. El centro de la galaxia es donde ocurre la astrofísica extrema: la ´X-sports´ de astrofísica”.
Con información de ABC