Más de 3.500 migrantes, según datos del Gobierno de Guatemala, empiezan a llegar a la frontera del país centroamericano con México, después de un viaje de tres días desde Honduras. Muchos han elegido finalmente la ruta pacífico, que conduce al paso de Tecún Umán y Ciudad Hidalgo, cerca de la ciudad de Tapachula, en Chiapas. Otros grupos cruzaron de Honduras a Guatemala por Corinto, cerca de la costa caribe y buscan México por Tabasco.
La caravana ha ido ganando volumen con el paso de los días. Salva Lacruz, del Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova, con sede en Tapachula, dice que de momento la frontera está “tranquila” por allí, pero que según testimonios recogidos por ellos, el cruce masivo podría ocurrir este sábado.
Entre tanto, el Gobierno de México manda mensajes contradictorios. Este viernes, el presidente, Andrés Manuel López Obrador, ha ofrecido trabajo a los migrantes. “Tenemos más de 4.000 empleos disponibles ahí en la frontera sur”, ha dicho.
Antes, tanto el canciller, Marcelo Ebrard, como la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, avisaron de que no dejarán pasar a la caravana y que no darán “salvoconductos”. Sánchez Cordero incluso dijo que “México no es un país de tránsito”.
El corredor centroamericano ha cambiado desde la aparición de las primeras caravanas masivas de migrantes a finales de 2018. La firma de acuerdos en materia migratoria entre Estados Unidos, México, Guatemala, El Salvador y Honduras en los últimos seis meses ha dificultado el viaje al norte.
“La intención del Gobierno de Donald Trump es que el flujo migratorio se detenga desde antes”, dice Alma Eunice Rendón, experta en asuntos migratorios. “Incluso a Trump le puede ayudar hablar de la caravana y la delincuencia en este momento: el impeachment avanza y las elecciones se acercan”.
El cambio de paradigma se ha notado en el comportamiento de la última caravana migrante, formada el martes en San Pedro Sula, la segunda ciudad de Honduras. Cientos de ciudadanos hondureños, entre 600 y poco más de 1.000, se reunieron entonces en la terminal de autobuses de la ciudad. El miércoles empezaron a salir y el viernes los primeros llegaron a la frontera con México.
En 2018, la ruta sur, que pasa por Esquipulas, Ciudad de Guatemala y llega a Tapachula, ya en México, atrajo a la mayoría. Esta vez una parte ha ido por allí, pero otros han cruzado de Honduras a Guatemala por el paso de Corinto, cerca del mar Caribe.
“Damos por hecho que buena parte de la gente va a llegar por donde siempre, Tapachula”, dice Salva Lacruz, del Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova, con sede en la ciudad fronteriza. “Pero sabemos que hay gente que va a ir por Tabasco”, esto es, por los pasos de El Ceibo y Frontera Corozal, cerca de Tenosique. “E incluso”, añade, “hay gente que va a llegar por La Mesilla”, un paso cercano al de Tapachula, aunque algo más al norte, dirigido a Comitán y San Cristóbal de las Casas. Para Lacruz, “estas innovaciones son para tener más opciones de cruzar. Y claro, al final el grueso del control migratorio está por Tapachula”.
Los efectos de los acuerdos se han notado también en el comportamiento de las policías. En Honduras, en el paso de Corinto, la policía disparó gas lacrimógeno contra ciudadanos que trataban de cruzar la frontera sin hacer el trámite migratorio.
En Guatemala, trabajadores del ICE estadounidense, la agencia que controla migración y aduanas, asesoran a la policía desde el terreno, cosa que no ocurría en anteriores ocasiones. De acuerdo a reportes de agencias y medios locales, la policía guatemalteca muestra en esta ocasión una actitud distinta, más estricta con los migrantes y el control de documentos.
Falta por ver cómo actúa ahora la Guardia Nacional, encargada del control de la frontera sur de México. Desde el affaire arancelario de junio su presencia allí es constante.
Entonces, Trump amenazo con imponer tarifas a las exportaciones mexicanas si el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador no redoblaba sus esfuerzos contra los migrantes. México no tuvo otra que aceptar. Lacruz opina que la Guardia hará lo que ha hecho en otras ocasiones.
“Las estrategias de contención son clarísimas: dejan internarse a los migrantes, caminar y caminar y cuando ya están cansados, los detienes sin usar violencia”.
Para Ramón Márquez, responsable del albergue La 72, de Tenosique, la situación ahora es propicia para controlar la caravana. “El Gobierno lo tiene todo a favor para hacer un muro con la Guardia Nacional”, en cualquier lado de la frontera, dice. “Pero vaya”, añade, “si cruzan por El Ceibo o Corozal, yo no creo que les dejan llegar a Tenosique, los detendrán antes”.
Con información de El País