La obra del genio renacentista ‘la Fornarina’ se somete estos días a un análisis de rayos X Fluorescentes de cara al público para desvelar los enigmas que se esconden tras él.
Los visitantes del Palazzo Barberini de Roma se han encontrado estos días con una imagen poco habitual. Descolgado de la pared en la que normalmente reposa, el cuadro de La Fornarina , de Rafael, tiene una máquina pegada que recorre e ilumina cada milímetro de su tela. Todo ello con un objetivo: analizar la composición elemental de los pigmentos usados por el pintor para así poder mejorar su conservación.
Un momento emocionante aunque también muy delicado. Según explica a algunos medios Chiara Merucci, directora del laboratorio del museo, “lo que sufren las pinturas más antiguas no es tanto el calor o el frío, sino los cambios de temperatura”. Esto se solventa gracias a unas cajas de clima (conocidas como climabox) que se regulan hasta llegar a los grados idóneos. Sin embargo, para poder someterse a estas pruebas, la obra del genio renacentista se ha tenido que extraer de su caja protectora.
La idea es analizar la composición elemental de los pigmentos usados por Rafael para así poder mejorar su conservación
Quinientos años después de la muerte de Rafael, su emblemática Fornarina se somete a una sesión de rayos X abierta el público
Es la primera vez que un análisis de estas características se hace de cara al público. Una decisión que se ha tomado porque “más allá de ver los cuadros, la gente quiere saber qué se hace en un museo”, tal y como afirma Merucci, quien añade que la técnica empleada, conocida como XRF (Rayos X Fluorescentes), une por primera vez la fotografía y la espectroscopia”, es decir, el estudio de la radiación.
Los curiosos que se han acercado a ver de cerca este análisis, han podido extraer información tan particular como que el primer boceto fue realizado por el maestro con un lápiz rojo sangre. Además, añade la experta, “en el primer borrador había un paisaje de fondo que Rafael decidió reemplazar más tarde con un arbusto de mirto y una rama de membrillos, un símbolo de fertilidad. Probablemente para resaltar aún más a la niña que retrata el pintor”.
Más allá de ver los cuadros, la gente quiere saber qué se hace en un museo”
Esta joven no es otra que Margherita Luti, hija del dueño de un horno de Trastevere (de ahí el nombre de Fornarina) y también la amante del pintor. Su amor por ella fue tal que la convirtió en su musa y modelo predilecta, pues se inspiró en ella para la realización de varias de sus obras. El mismo año que la retrató, en 1520, el artista murió y, tras su fallecimiento, Margherita ingresó en el convento de Santa Apolonia, donde moriría dos años después.
La obra está rodeada de enigmas, empezando por su propio mecenas, cuya identidad se desconoce. Los expertos especulan con que podría haber sido el mismo artista, quien deseaba tener para él un retrato de su amada desnuda.
Pese a que el museo cuenta con cientos de miles de obras, los expertos tenían muy claro que el análisis se haría en esta obra de Rafael ya que muy pronto se cumplirán 500 años de la muerte del artista, quien falleció el 6 de abril de 1520. De este modo, pese a que el cuadro goza de “perfecta salud”, estas pruebas pretenden dejar la obra preparada en un año que se prevé intenso, ya que le esperan varios viajes.
Además, en vista del éxito que está teniendo las pruebas, pues muchos visitantes están acudiendo expresamente al Palazzo Barberini para verlas (tienen tiempo hasta este jueves), es muy probable que se repita esta acción en otros trabajos expuestos, como los de Andrea del Sarto o Piero di Cosimo.
Con información La Vanguardia