Un grupo de científicos que se encuentra investigando los montes submarinos de Galápagos ha encontrado cinco ecosistemas diferentes y 37 especies que serían nuevas para la ciencia.
Aunque la reserva marina de Galápagos fue creada en 1998, no fue hasta el 2015 que la embarcación Nautilus comenzó a hacer exploraciones para caracterizarla.
“Por razones logísticas y de presupuesto, las actividades casi siempre han estado enfocadas a la dimensión terrestre puesto que el costo de la investigación marina es sustancialmente mayor”, explica María José Barragán, directora de ciencias de la fundación Charles Darwin.
Cuando Nautilus se lanzó al mar, dicha fundación junto al Parque Nacional Galápagos comenzó a descubrir los montes submarinos: montañas bajo el mar, de origen volcánico, que no alcanzan a salir a la superficie.
En ellas habitan numerosos organismos, muchos de los cuales aún no han sido descubiertos debido a que estas montañas pueden llegar a alcanzar los 3000 metros de profundidad y bucear hasta ahí es imposible para el ser humano.
Los investigadores han estado enviando a las profundidades, durante los últimos cuatro años, robots monitoreados de manera remota. Lo que han encontrado es una dimensión desconocida con al menos 37 especies nuevas para la ciencia y otras que aún quedan por descubrir.
Decenas de nuevas especies
Así como la intensa actividad volcánica de Galápagos ha creado las islas que conforman este archipiélago, dicha actividad también ha hecho surgir montañas submarinas, estructuras que están definidas por su profundidad y por la presencia o ausencia de luz.
Jennifer Suárez, analista de ecosistemas marinos del Parque Nacional Galápagos, explica que en el archipiélago se identifican ‘bajos’ —como coloquialmente se le llama a los montes submarinos— que son insulares y otros oceánicos. Mientras los primeros se ubican sobre la plataforma de Galápagos, los segundo están fuera de ella y son mucho más profundos pudiendo alcanzar los 3000 metros.
Dado que no es posible bucear a esas profundidades, explorar estos espacios es un desafío tecnológico y financiero.
“Por ello, nuestra comprensión de las montañas submarinas y otros hábitats de aguas profundas sigue siendo muy limitada”, explica Barragán.
Equipados con vehículos sumergibles operados a distancia (ROV) y en ocasiones con un submarino, los científicos han podido explorar estas montañas submarinas y flujos de lava a profundidades que varían entre los 3200 y 100 metros.
Dichos ROVS han registraron más de 40 horas de video y recolectado más de 300 muestras biológicas. Un material que está siendo analizado para completar la primera caracterización a gran escala de la biodiversidad de estos misteriosos espacios de aguas profundas.
Con información de Animal Político