La coalición del Gobierno holandés se ha propuesto la aprobación de una ley para antes de que culmine este 2020.
La misma estará destinada a personas ancianas mayores de 70 años y comprende en poner a disposición de estos ciudadanos una pastilla ‘letal’, para que, en caso de no querer seguir viviendo, puedan decidir cuándo marcar su fin en este mundo.
Según estiman, buscarán que la venta de esta medicación no requiera prescripción médica ni justificación alguna sobre la existencia de problemas de salud.
Así es como el Gobierno holandés publicó recientemente un primer estudio sobre la definición del espectro de población a las que se dirigiría esta pastilla del suicidio, o “píldora Drion”.
El nombre de la misma se ha indicado en homenaje a Huib Drion, un juez del Tribunal Supremo holandés que se desempeñó como profesor de derecho, ensayista y académico. Fue todo un revolucionario cuando, hace alrededor de 40 años, sostuvo la idea de que el Estado debería poner a disposición de la población anciana una píldora venenosa para que ellos mismos pudieran decidir dar fin a su vida en caso de no querer seguir viviendo.
Drion fue autor del libro «Het Zelfgewilde Einde Van Oudere Mensen», que se puede traducir como «La elección del final de la vida para los ancianos», que tomó origen luego de haber tenido un encuentro fortuito con un anciano al que horrorizaba la perspectiva de terminar sus días en una residencia. Sin dudas, uno de los motivos que más atemoriza a los ancianos a medida que se van poniendo más viejitos y dependientes de los cuidados de otra persona.
Lo cierto es que Drion falleció de forma natural a los 86 años mientras dormía en su casa de Leiden en el año 2004. Sin embargo, su propuesta ha dejado una notable marca en la política holandesa, quienes han vuelto a tomar su idea para dar visto bueno a la puesta en marcha de ello.
A partir del estudio realizado pudieron dar cuenta de datos reveladores, aunque no tan significativos. Por empezar, un total de 10.000 personas (lo que equivale al 0,18% de la población) mayor a los 55 años confesó que, aún gozando de un buen estado de salud, “tiene un deseo de morir consistente y activo”. En efecto, el ministro de Sanidad considera que habría que trabajar para “intentar devolverles el gusto por la vida“.
El libro de Drion, «La elección del final de la vida para los ancianos» tuvo una gran influencia en el debate que llevó a la aprobación de la ley de eutanasia. Ahora la influencia viene por parte del partido liberal D66 que forma parte de la compleja constelación política que sostiene a la mayoría gubernamental en La Haya y que es el que había incluido en su programa el tema de la pastilla venenosa para los mayores.
Los portavoces de este partido afirman incluso que el Gobierno va demasiado despacio en la tramitación de la idea y que por ello han decidido presentar ya en febrero su propia legislación para que no queden dudas de su voluntad de sacarla adelante.
Drion escribió el libro después de un encuentro fortuito con un anciano al que horrorizaba la perspectiva de terminar sus días en una residencia. «Me parece –escribió entonces– que muchas personas mayores encontrarían una gran tranquilidad si pudieran tener un medio para poner fin a sus vidas de una manera aceptable en el momento en que para ellos sea el más adecuado».
La parlamentaria de D66, Pia Dijkstra, ha dicho que a pesar del informe presentado por De Jonge, ella mantiene sus planes de presentar un proyecto de ley. «El ministro obviamente siente menos la urgencia que yo», asegura la parlamentaria, quien defiende que «las personas ancianas que ya han vivido lo suficiente, deberían poder morir cuando lo decidan».
En medio de este debate, en junio pasado, el actual Gobierno holandés lanzó una nueva campaña para alentar a las personas a pensar más sobre el final de sus vidas, a raíz de la cual han aparecido varias páginas de internet sobre cuidados paliativos en los que aparecen instrucciones para no cuestionar las voluntades que hayan podido expresar las personas que se vean afectados por síntomas de demencia senil.
La más importante es la Asociación Holandesa por un Final Voluntario de la Vida (NVVE) que tiene entre sus objetivos la ampliación de los límites de la ley de eutanasia.
El caso de la adolescente Noa Pothoven que el verano pasado se dejó morir de inanición ante la mirada complaciente de sus padres y de algunos médicos porque no se le había permitido ser eutanasiada, demostró hasta qué punto la sociedad holandesa ha asumido con terrible naturalidad esa relación con la muerte «a la carta».
Da la impresión de que en los Países Bajos trabajan con la idea de racionalizar la muerte hasta límites inhumanos. Una vez publicado el nuevo informe de los expertos, el Gobierno volverá a lanzar el debate a la sociedad holandesa y no espera tener preparado un proyecto de ley antes del fin del verano, según un portavoz del ministerio de Sanidad.
Con información de Intriper