“Por tratarse de una tradición que promueve la pertenencia y el arraigo en los barrios de San Luis Potosí, la de colocar altares de dolores que data del siglo XVIII”, es lo que llamó la atención del doctor Dr. Marco Villa Salazar catedrático de la Coordinación Académica en Arte. Quien se ha hecho acreedor a una de las Becas Rafael Montejano y Aguiñaga, otorgada por el Consejo Consultivo del Centro Histórico.
El docente universitario aseguró que al menos en San Luis Potosí se encuentran datos históricos que indican que desde el siglo XIX, se colocan estos altares vistosos en los barrios más representativos de la capital potosina y describe que esta tradición representa parte de la identidad de la historia del Estado.
El doctor Villa Salazar desarrollará este proyecto durante un año y reconoce que será algo muy apasionante como conocedor de la historia de San Luis Potosí, pues sostiene que hasta la fecha la calle de Altamirano en la capital potosina mantiene la tradición.
Aseguró que en su paso sobre sus estudios del doctorado le surgió el gusto por el tema y luego de enterarse de la convocatoria del Consejo Consultivo decidió aplicar y quedó seleccionado, ya que esta tradición forma parte de patrimonio de San Luis Potosí.
Detalló que para documentar históricamente el proceso de esta añeja tradición potosina, acudirá a documentos hemerográficos del siglo XIX, así como también realizará diversas entrevistas para indagar sobre esta tradición.
El especialista sostiene que los altares de dolores siempre han sido muy vistosos, llamativos y que atraen en materia de diseño, pues están muy elaborados, lo cual implica una dedicación especial por parte de las familias que lo colocan.
Aseguró que, en algunas partes de la calle de Altamirano, las generaciones que colocan estos altares ya llegan hasta cuatro generaciones que conservan esta bonita tarea popular que se debe dar a conocer y conservar.
El también docente de la materia de Historia del Arte Moderno y seminario de tesis en la Coordinación Académica en Arte de la UASLP, comentó que en los altares ha visto presencia de pintura popular del siglo XIX en laminas, lo cual habla de la práctica añeja.
Esta es una tradición de acompañamiento del dolor en un día para la virgen de los dolores, y tiene ciertos elementos que han permanecido a lo largo de los años como agua pintada de colores. Se utilizan germinados de semillas como chía y cebada que representan la resurrección. Estas se germinan en interiores para que tengan una tonalidad amarilla y cuando salen al altar toman una tonalidad verdosa.
Estos altares pese a que la iglesia católica cambió la fecha de festejos para la virgen al mes de septiembre, el rito de la colocación del altar queda vigente convirtiéndose en una tradición popular. Pues son muchos años de que las familias colocan estos altares cada viernes previo a la semana santa.
El docente universitario invita a todos los interesados en aportar algo para esta investigación a que se comuniquen con él a través de la red social de Facebook lo localizan como: @marcovilla y le pueden enviar un mensaje.
La intención es que este trabajo luego de que esté terminado se pueda publicar ya sea en físico o digital para que estén disponibles todas las investigaciones para que el publico potosino las conozca y se interese.