El 28 de febrero se cumple una década del fallecimiento del escritor chihuahuense Carlos Montemayor, ocurrido en 2010 en la Ciudad de México. Montemayor es considerado el escritor que asumió el ejercicio de la literatura como compromiso social y en favor de los más necesitados, destacando su estudio e impulso de las lenguas indígenas.
Carlos Montemayor nació en Parral, Chihuahua, el 13 de junio de 1947 y murió el 28 de febrero de 2010. Ensayista, poeta, traductor, narrador, investigador y aficionado a la ópera, estudió Derecho y la maestría en Letras iberoamericanas en la UNAM y Estudios orientales en El Colegio de México. Fue profesor de la UAM y colaborador de numerosas revistas y periódicos, entre ellos Plural, Excélsior, Unomásuno y La Jornada; además dirigió la Revista de la Universidad y fue fundador de la revista Casa del Tiempo.
Su obra literaria incluye poesía, relato, novela, ensayo y traducciones (principalmente de los clásicos). Fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, de la Real Academia Española y del Consejo Científico Internacional de la Association Archives de la Littérature Latino–Américaine des Caraïbes et Africaine y de la Asociación de Escritores en Lenguas Indígenas.
Asimismo, fue becario del Fideicomiso para la Cultura México/USA, de la Fundación Rockefeller de Nueva York y miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte de México. Obtuvo premios como el Xavier Villaurrutia (1971), Alfonso X de Traducción Literaria (1989), José Fuentes Mares (1990), de Narrativa Colima para Obra Publicada (1991) por Guerra en el paraíso; Internacional de Cuento Juan Rulfo (1993) y el Premio Nacional de Ciencias y Artes (2009), entre muchas otras distinciones nacionales y extranjeras, así como doctorados honoris causa.
El escritor y académico José Vicente Anaya dice que a Montemayor se le encasilló en un principio como “un escritor que solo se ocupaba de los escritores clásicos griegos y latinos”, pero que, a partir de 1991, con la publicación de su novela Guerra en el paraíso, Montemayor asumió el ejercicio de “la literatura como compromiso social” y en favor de los más necesitados, destacando su estudio e impulso de las lenguas indígenas, convirtiéndose en un especialista en la tradición oral de los mayas.
Todo ello, asegura, fue resultado de su amplio estudio de la ética y los conceptos de justicia y verdad en las obras de los clásicos, “de la vinculación entre lo teórico y lo práctico, buscando arribar a una praxis social a través de la obra de arte”.
Con ello, dice el escritor en lengua indígena Natalio Hernández, uno de los grandes aciertos de Carlos Montemayor radica en haber contribuido a que las lenguas nacionales de México trascendieran de su ámbito local y comunitario hacia diversos espacios académicos y culturales para su estudio y preservación.
“Él logró mostrar el arte que se preserva en las lenguas originarias de México, las cuales son más antiguas que la propia lengua española, ésta, de mil años, aquéllas, de más de cinco mil”, expresa el escritor veracruzano.
Recuerda que Montemayor decía que “México no se puede explicar ni entender si no se considera el acervo lingüístico y literario que se preserva en la memoria ancestral de los pueblos y en muchos documentos históricos, sobre todo de la Colonia, que es el puente entre el antes y el después de México”.
Miguel León-Portilla calificaba a Montemayor como “el hombre del Renacimiento”, porque abrió el camino para visibilizar las lenguas originarias de México” con muchas obras escritas por él y editadas por diversas instituciones.
El estudioso francés de la lengua náhuatl, Patrick Johansson recuerda a Montemayor en sus facetas de escritor, músico, políglota, humanista, defensor de los derechos humanos, indigenista, militante y amigo, a través de la etimología de la palabra “recuerdos” que, señala, se sintetiza en la frase “traer de nuevo al corazón”.
Destaca que uno de los objetivos de Montemayor al estudiar lenguas fue “revelar la originalidad del pensamiento indígena” a través de los textos que lo expresan, cotejándolos con los textos de autores clásicos griegos y latinos.
Y subraya: “Montemayor fue un humanista y gran parte de su obra se puede considerar indigenista, en las mejores acepciones y sentidos de la palabra: un humanismo profundo que enaltece a los pueblos indígenas, y un activismo que revaloriza sus paradigmas culturales”.
Recientemente, el poeta Marco Antonio Campos describió a Carlos Montemayor como un gran divulgador de las literaturas indígenas y gran activista social: “A diez años de su fallecimiento, México perdió a un político incorruptible y a un escritor irrepetible que se convirtió en la conciencia política de la generación emergida del movimiento estudiantil de 1968”.