Chilpancingo. El rock mexicano “no está aislado, está siempre en función de su contexto, y de su entorno, de las cosas que pasan. Quien se acerca al rock mexicano, también se está acercando a un aspecto de la historia de nuestro país, de la realidad inmediata de México, y que a partir del rock la estamos conociendo”, dijo Rafael González Villegas (Sr González).
González Villegas, quien ha formado parte de bandas como Botellita de Jerez; Parthenon; Hiperfonía, y Baraja, estuvo el jueves pasado en el Museo Juárez de la Universidad Autónoma de Guerrero, en la presentación de su libro: 60 años de rock mexicano 1956 a 2016, organizado por la Academia Hispanoamericana; la Cátedra Latinoamericana Ignacio Manuel Altamirano; el CA 202; y el Departamento de Multiculturalidad.
“Sé del gran interés que hay en (los municipios) Chilapa y Tlapa; en cada lugar del país hay escenas nacionales, que hay que documentarlas; aún haciendo tres libros de 500 páginas, estoy limitado, pero quise ofrecer una visión del rock hasta el 2016, que abarca apenas ciertos aspectos del rock en el país, en donde no había una obra como tal”, dijo durante la presentación.
Los tres tomos, explicó “son una historia continua. El tercer tomo es un libro independiente, terminé apropiándome del proyecto; parte de mi trayectoria es editar discos, producir discos, y comercializarlos. Es una historia única, que no se parece a ninguna historia del rock en alguna parte”.
Consideró que “el rock en su espíritu es contestatario, rebelde; ha sido una constante desde el principio hasta nuestros días, y hay sin duda brechas generacionales. El rock tiene muchas caras; hay uno que es más agresivo, rudo y fuerte; pero lo hay amoroso, que pretende acercarse a las cosas bonitas de la vida; definir el rock como una sola cosa, es un error. El rock a lo largo de su historia ha sido un híbrido, y ha asimilado varios géneros, incorporando la cultura circundante”.
El rock mexicano, pasó de ser un movimiento de intérpretes a un movimiento de creadores “al rock mexicano le costó muchísimo, y en buena medida, ese contexto, esa realidad, esos gobernantes, y esas políticas y circunstancias sociales fueron determinantes. Cuando surgieron los primeros rocanroleros, la industria de inmediato les puso una camisa de fuerza, en el sentido de decirles por dónde y cómo tenían que hacer sus cosas para garantizar el negocio”.
Los pusieron a tocar covers(copias), separaron a sus cantantes de las bandas para crear “estrellas juveniles”, porque no existía ese concepto previamente “ se dieron cuenta que los jóvenes eran rentables, y que podrían ganar mucho dinero, pero eso se agotó y las bandas quisieron hacer sus propias cosas”.
“A finales de los años 60, el rock mexicano tenía los ojos bien puestos en Estados Unidos, y muy poco en la realidad nacional. Fue una época de mucha tensión entre los jóvenes y el Estado. Ahí está lo que sucedió con el movimiento estudiantil del 68; el 71 con el halconazo y meses después el Festival de Avándaro, que se dio en medio de luchas internas del PRI de aquél entonces, entre el Grupo Atlacomulco que encabeza Hank González, y el presidente Luis Echeverría”, explicó.
En ese momento se empezó a generar una gran conciencia sobre la obra propia; aunque antes hubo excepciones, como León Chávez Texeiro, con su música de protesta, y con una postura muy clara con su grupo La Piel, siempre unidos a causas de la lucha política; también estaban Los Nakos, que en los años 70 sembraron la semilla de algo que vino a germinar en los 80, cuando la sociedad civil se empezó a empoderar después del terremoto de 1985, cuando la gente se dio cuenta que se podía salvar sin necesidad del Estado, comentó.
En los 80 surgen bandas en todo tipo de géneros musicales “y otros nuevos como el etnorock; los rupestres, una versión folk mexicana; el rock urbano, que es un blues eléctrico, pero muy a la mexicana; un rock mestizo, con Botellita de Jerez, y ya después en los años 90 surge el rock indígena, cantado en lenguas originarias”.
Estos nuevos rockeros “llevan una actitud contestataria, rebelde, y de inconformidad ante una realidad. Y obvio, el rock fue perseguido, y con su motivación real, al final introdujo al mercado mexicano bandas españolas y argentinas. México siempre fue la plataforma de Iberoamérica, a pesar de que estaba proscrito, y así se generó la campaña de “Rock en tu idioma”, y se fomentó una dizque nueva escena mexicana”.
Hubo muchos grupos que ya venían trabajando, pero fueron totalmente ignorados: “Esta situación ayudó a que la gente nuevamente volviera a mirar al rock cantado en español. Eso favoreció a un grupo de bandas que tocaban rock pop, pero hubo otra agruaciones ignoradas que interpretaban punk y metal con su característica autogestiva y que continuaron de manera independiente”, mencionó.
Los años 90 son importantes a partir del levantamiento zapatista del EZLN, donde buena parte de estas bandas combativas que surgieron de la adversidad, se unieron a la causa zapatista y organizan conciertos para juntar dinero y víveres para las comunidades zapatistas desplazadas”.
Sin duda, eso “fue un buen momento de gran compromiso por parte de los grupos con la realidad que imperaba en aquellos momentos. Y hacia el final de las década de los 90, vienen cambios a nivel mundial y las disqueras se empiezan a fusionar, y eso pasa también aquí en México, en donde cambian las políticas de “qué es lo que tendría que ser comercial”, y le dan carta de retiro a buena parte de las bandas de rock en México, y ahora sí todos a rascarnos con nuestras propias manos”.
A partir del Siglo XXI es más difícil tener una perspectiva clara. “Vivimos momentos de grandes transiciones, en donde el rock a nivel mundial ya no es el género por excelencia, favorito comercial de las grandes masas. Estamos como en una especie de limbo, suspendidos, aunque hay rock y conciertos, con nuevas formas de difundirse por medios no convencionales, como el internet”.
“si algo nos dejó la experiencia zapatista, fue una gran conciencia sobre la posibilidad de ser autogestivos, y a hacer las cosas a partir de nuestra propia iniciativa. Hace un rato en la Facultad de Filosofía hubo músicos de aquí (de Guerrero), que estuvieron tocando y eso demuestra que el rock está más vivo que nunca”.
Con información de La Jornada