Es un trastorno de la tiroides que afecta a la glándula tiroides y provoca que se produzca una menor cantidad de hormonas tiroideas (tiroxina y triyodotironina) de lo habitual. Las hormonas tiroideas son las encargadas de estimular distintos tejidos del cuerpo para que produzcan proteínas, y de aumentar la cantidad de oxígeno que usan las células.
Debido a ello, el hipotiroidismo puede provocar un descenso del ritmo cardiaco, intestinal, un aumento de peso e incluso depresión. También puede afectar a la fertilidad.
Las mujeres tienen diez veces más posibilidades de contraer hipotiroidismo que los hombres, apareciendo en el cinco por ciento de las embarazadas y en el siete por ciento una vez han dado a luz. Además, si no se trata durante el embarazo, los hijos pueden heredar esta condición y desarrollar problemas físicos y mentales. Durante la menopausia, la mujer también tiene más posibilidades de contraer esta enfermedad.
El hipotiroidismo puede aparecer y no detectarse hasta años después, por lo que es importante acudir al médico en cuanto se detecten algunos de sus síntomas.
Causas
La causa más común es la tiroiditis o enfermedad de Hashimoto, una inflamación de la glándula tiroides. La hinchazón se produce a causa de un ataque del sistema inmunitario, por infecciones virales como un resfriado común, infecciones respiratorias o un embarazo. Esta hinchazón daña a las células de la glándula, lo que provoca alteraciones en la producción de hormonas.
La segunda causa responde a la tiroiditis posparto, que es asintomática. Esta tiroiditis provoca hipertiroidismo seguido de hipotiroidismo, y en el 80 por ciento de los casos se superan al cabo de un año.
La hipotensión también puede ser heredada de manera congénita, o adquirida poco después de haber nacido.
Existen factores de riesgo que aumentan las posibilidades de sufrir hipotiroidismo:
Que algún familiar haya tenido problemas endocrinos o bocio.
Tener más de 50 años.
Padecer una enfermedad autoinmune que ataque a las células tiroideas y sus enzimas.
Haberse sometido a una radiación en el cuello o cabeza a la hora de tratar un cáncer o hipertiroidismo.
Algunos tratamientos como el litio o la amiodarona.
Dieta baja o en exceso de yodo: el yodo es necesario para sintetizar las hormonas tiroideas. En exceso puede dañar a la glándula.
Haber extirpado parte o toda la glándula tiroidea a causa de un cáncer o la enfermedad de Graves.
El síndrome de Sheehan, una afección del embarazo en la que la mujer sangra mucho durante el embarazo a causa de haber dañado la hipófisis, una glándula endocrina.
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Síntomas
Depresión.
Reducción del ritmo cardiaco, latido irregular o arritmia. Esto podría provocar una bradicardia que en casos extremos puede acabar con un paro cardiaco.
Alta presión arterial baja y colesterol.
Fatiga y somnolencia.
Dolor muscular y articular.
Aumento de peso independientemente del tipo de dieta que se lleve a cabo.
Estreñimiento o heces duras.
Periodos mensuales anormales y problemas de fertilidad.
Piel, cabello y uñas débiles.
Rostro, manos y pies hinchados.
Disminución de libido.
Prevención
No existe una forma conocida de evitar el hipotiroidismo en su totalidad. La única prevención que se puede llevar a cabo es controlar el nivel de yodo de nuestra dieta, y adecuarlo a la cantidad recomendada.
Tipos
Hipotiroidismo primario
La glándula no funciona correctamente y puede aparecer bocio, que es el aumento anormal de la glándula. Es el hipotiroidismo más habitual.
Hipotiroidismo secundario
La glándula no presenta problemas, pero la hipófisis no produce la hormona estimuladora de tiroides, lo que supone que la glándula no produzca hormonas.
Hipotiroidismo terciario
Afecta al hipotálamo, una región del cerebro encargada de la conducta, que deja de producir una hormona llamada tirotropina. Esta hormona es la que estimula la hipófisis, por lo que al no producirse provoca una reacción en cadena que anula tanto la hipófisis como a la glándula tiroidea.
Diagnóstico
Se realiza un análisis de sangre para medir el nivel de la hormona estimuladora del tiroides, llamada TSH, y de tiroxina. Igualmente, se hacen exámenes para comprobar los niveles de colesterol, del conteo sanguíneo (hemograma), de enzimas hepáticas, de prolactina y de sodio.
En los casos en que se produzca el hipotiroidismo a causa del bocio, se lleva a cabo una ecografía tiroidea.
Tratamientos
El tratamiento depende de la gravedad con la que se detecte el hipotiroides, así como la edad del paciente y la existencia de otras enfermedades. De forma general se usa un tratamiento con levotiroxina, que se administra por vía oral en forma de pastilla. La levotiroxina repone el nivel de hormonas que el paciente debería tener, por lo que la dosis variara entre diferentes personas afectadas.
Posteriormente, el paciente tendrá que someterse a revisiones cada dos o tres meses durante el comienzo del tratamiento para comprobar su nivel de hormonas. Tendrá que seguir tomando levotiroxina durante el resto de su vida, así como acudir a revisiones periódicas.
Otros datos
El hipotiroidismo se conoce alrededor del año 1850, desde que se realizó un estudio completo sobre la tiroides basado en la extirpación de esta glándula en personas con bocio.
En la actualidad, más de 300 millones de personas, de las cuales 1.600 se encuentran en riesgo, sufren algún tipo de patología tiroidea, pero debido a la dificultad de distinguir sus síntomas de otras enfermedades comunes muchas personas desconocen que la tienen.
Pronóstico
La mayoría de los pacientes a los que se les detecta hipotiroidismo consiguen superar la enfermedad y llevar una vida normal.
Algunos consejos para cuidar de la tiroides son:
1.Consumir yodo. Al ser el elemento que regula la energía del cuerpo y el crecimiento, es indispensable incluirlo en la dieta. Las fuentes más ricas en yodo son los mariscos, los pescados de mar y las algas.
2. Tomar lácteos. Los problemas con la tiroides tienden a debilitar los huesos. Consumir leche, yogur y queso es una manera fácil de fortalecerlos.
3. Tomar té. Las infusiones de té verde y bálsamo de limón son ricas en antioxidantes que ayudan a calmar la hiperactividad de la tiroides.
4. Hacer ejercicio. Para controlar la velocidad de actividad de la tiroides es indispensable hacer ejercicio todos los días, ya que ayuda a que el metabolismo se regule y encuentre un punto de equilibrio. Un mínimo de 30 minutos de cardio cumple la tarea.
5. Evitar los estimulantes. El trago, el tabaco y la cafeína tienden a inflamar la glándula tiroidea ya que aceleran el metabolismo y hacen que funcione más de lo debido.
6. Dormir bien. El cansancio y el insomnio debilitan la glándula tiroidea ya que, por sobrecarga de trabajo, quema reservas de energía y gasta más yodo.
7. Controlar la soya. Dentro de los principios nutritivos de la soya se encuentran los fitoestrógenos, los cuales, aunque ayudan a reducir el colesterol, interfieren con el funcionamiento de la glándula tiroidea porque evitan la fijación de yodo en el organismo.
Con información de CuidatePlus y El Espectador