La Tierra giraba más rápido al final de la época de los dinosaurios que en la actualidad y daba 372 vueltas alrededor de su eje al año frente a las 365 actuales. Lo que significa que un día en la Tierra duraba solo 23 horas y media.
Los científicos llegaron a esta conclusión tras estudiar las conchas de los moluscos fósiles de finales del período cretácico. Sus resultados fueron publicados en la revista AGU Journals.
Los investigadores del Grupo de Investigación Ambiental y Geoquímica de la Universidad de Bruselas usaron el mismo método de análisis que se usa para discernir la edad de un árbol: contaron los anillos de los caparazones de los moluscos y observaron su estructura.
El nuevo método aplicó un láser sobre pequeños trozos de caparazón. En ellos perforó agujeros de 10 micrómetros de diámetro, o del tamaño de un glóbulo rojo. Estas muestras revelaron información sobre la temperatura y la química del agua en el momento de su formación.
El análisis también proporcionó mediciones precisas sobre el número y el tamaño de los anillos de crecimiento diarios, así como de los patrones estacionales. El estudio encontró que la composición de la concha cambiaba más a lo largo de un día que a lo largo de las estaciones o con los ciclos de las mareas oceánicas. La concha creció mucho más rápido durante el día que durante la noche.
De los datos se desprende que hace unos 70 millones de años, los días duraban alrededor de 23,5 horas y que la Tierra rotaba 372 veces al año. La longitud total del año no ha cambiado desde finales del cretácico y sigue constando de 8.760 horas. No obstante, actualmente gira cada vez más lentamente gracias a los efectos gravitacionales de la Luna.
Los datos obtenidos de los moluscos fueron muy detallados y ofrecieron información hasta ahora desconocida por los científicos.
“Tenemos unos cuatro o cinco puntos de referencia por día, y esto es algo que casi nunca se consigue en la historia geológica. Básicamente podemos observar un día de hace 70 millones de años. Es bastante sorprendente”, dijo Niels de Winter, un geoquímico analítico de la Universidad Libre de Bruselas y el autor principal del nuevo estudio.
El análisis químico de la concha también indica que las temperaturas del océano eran mucho más altas de lo que se creía anteriormente. Alcanzaban 40 grados centígrados en verano y superaban los 30 grados centígrados en invierno. Las altas temperaturas del verano probablemente se acercaron a los límites fisiológicos de los moluscos, comentó De Winter.
Con información de Sputniknews