A marchas forzadas, la Secretaría de la Defensa Nacional desarrolla el proceso para incrementar sus recursos humanos y contratar a más de 2 mil elementos médicos de corte civil, tan sólo para operar los 27 hospitales del Sector Salud especializados en la atención del coronavirus.
En una disposición sin precedente en la historia médica del país, el Ejército manejará instalaciones civiles, aunque la contratación de personal no militar ya ha sido recurrente desde hace dos años, cuando el entonces secretario Salvador Cienfuegos autorizó esta práctica, ante el aumento en el número de integrantes activos de la milicia, familiares derechohabientes y retirados.
Con base en el testimonio de médicos militares encargados de este procedimiento, Crónica cuenta detalles de la estrategia emergente y de sus retos: la dificultad de enrolar especialistas, necesidad apremiante para afrontar al COVID-19; el incumplimiento de protocolos en el reclutamiento y la disposición de recursos humanos suficientes para garantizar el funcionamiento pleno de las unidades…
De los 27 hospitales civiles considerados, 10 ya están disponibles: fueron rescatados del abandono y se encuentran a la espera de ser equipados y operados a la brevedad; otros 17 deberán estar listos en menos de un mes y someterse al mismo proceso.
De acuerdo con el programa de trabajo de la Defensa, para cada uno de éstos se requiere, como mínimo, de 12 médicos —entre generales y especialistas—, 60 enfermeras y 12 afanadoras, encargadas de asear mobiliario y equipo, dar mantenimiento al material y auxiliar en alimentación, traslado y atención de enfermos.
Sólo para los nosocomios civiles, la Sedena necesita 204 médicos, mil 620 enfermeras y 204 afanadoras, para un total de 2,028. Tiene además carencias en sus hospitales militares: para encarar esta crisis, la dependencia busca cubrir otras 2 mil 854 plazas, entre los tres perfiles ya señalados.
“No hay antecedentes de que la Secretaría haya operado unidades civiles, aunque en el Plan DN-III el Ejército se encarga de todo: comida, servicio médico, logística”, dice el doctor Mondragón, quien tiene a su cargo la administración de recursos en un hospital militar del norte del país.
—¿Nunca se ha incluido el manejo de instalaciones sanitarias civiles?
—Nunca, siempre se adaptan instalaciones no sanitarias como albergues, aunque en esta coyuntura sí serán establecimientos civiles.
—¿Qué hay de la contratación de personal civil?
—Tenemos dos años contratando civiles.
—¿Por qué, si se supone que los procedimientos de preparación en sus colegios son permanentes?
—Ha crecido mucho la población militar y, por tanto, la de derechohabientes, más personal retirado y ahora Guardia Nacional. Con lo que se forma en las escuelas no es suficiente. Sólo así se ha podido normalizar la atención en hospitales militares.
—¿Y al ser contratados se vuelven militares, se les da algún rango?
—Hay de las dos formas: algunos se dan de alta en el Ejército y eso los hace militares, se les asigna un rango; otros sólo se contratan como civiles. Por ejemplo, en mi hospital somos 14 médicos militares y se contrató a seis médicos generales civiles y dos especialistas. Eso hace más solvente el trabajo. Hace dos años la situación era muy difícil, pero ahora, con la incorporación de civiles, los hospitales funcionan mejor.
—¿Les representa alguna ventaja salarial, de seguridad o de prestaciones darse de alta como militares?
—El civil puede irse cuando guste, renunciar, tiene seguro médico y el sueldo más o menos es bueno: hablamos de entre 13 y 15 mil para un general y más de 20 mil para un especialista, pero no hacen antigüedad y tampoco ninguna actividad militar, sólo asistencial. Trabajan prácticamente en atención médica, como si estuvieran en el IMSS o en el ISSSTE.
DESAFÍOS
Conforme al plan diseñado, cada hospital civil abocado al coronavirus, debe contar con al menos 30 camas con ventiladores para terapia intensiva, para un total de 810 —considerando los 27 mencionados— y mil 350 camas para hospitalización.
—¿Con qué personal puede operar en condiciones aceptables un hospital?— se cuestiona al doctor Durán, comisionado para labores de este tipo en un hospital militar al sur de la República.
—Si los hospitales rescatados están en cero van a requerir mínimo de un pediatra, un internista, un cirujano, un ginecólogo, un especialista en terapia intensiva, un ortopedista y cuatro médicos generales y un grupo nutrido de enfermeras y afanadoras, porque independientemente del COVID-19 la gente seguirá enfermando de apendicitis, otras infecciones, partos, y se debe conservar la esencia. Está muy complejo activar todo esto, pero si alguien puede en este país es el Ejército o la Marina.
—¿Está garantizada la calidad de los médicos civiles contratados por la Sedena?, ¿no se corre el riesgo de que, en circunstancias de apremio como las de ahora, se minimice este factor?
—Generalmente se pide título, certificación, experiencia previa, recomendaciones. Incluso, averiguamos un poco más a fondo.
—¿Cómo se hace esta averiguación?
—Hablamos a los centros de trabajo donde han estado, tomamos referencias. En cada hospital hay gente que lleva este seguimiento, un médico experimentado evalúa a los aspirantes a médicos generales en conocimientos, en lo físico y psicológico, entrevista, revisión de expediente, currículum; y otros médicos hacen lo mismo con los especialistas. Si algo no checa, los eliminamos.
—¿No se corre el riesgo de que, ante la urgencia de personal, se salte o flexibilice ese protocolo?
—Ése es uno de los principales retos de la Secretaría en la coyuntura, fortalecer sus procesos de selección y no debilitarlos, pese a la urgencia. Habrá de organizarse todo por zonas y regiones. No se puede contratar a cualquiera.
—De acuerdo con las experiencias previas, ¿hay suficiente convocatoria, si es de interés de los civiles contratarse en la Sedena?
—Con médicos generales hay mucha respuesta; especialistas, sí es más difícil, y ahí va a estar otro de los grandes problemas de ahora, tener los especialistas suficientes. Son varios factores los que dificultan: muchos ya cuentan con una plaza en otras instituciones por la mañana y su trabajo privado por las tardes, no tienen tiempo. Otros sí lo tienen, pero no están certificados o carecen de su recertificación al corriente.
Con información de Mundo Tamaulipas