Desde la época prehispánica se celebraban fiestas en las que se usaban máscaras, así lo menciona Fray Bernardino de Sahagún en su obra Historia General de las Cosas de la Nueva España. La evangelización no significó la desaparición de la máscara, pues este elemento fue incorporado como parte de las celebraciones cristianas en carnavales y bailes.
A principios del siglo XVI se iniciaron las mascaradas, evento donde podía participar todo el pueblo, estos eventos fueron prohibidos ya que el anonimato que proporcionaba la máscara facilitaba los disturbios. La máscara en la época Virreinal se adhiere a las procesiones de Semana Santa, actualmente se puede apreciar dentro del Carnaval un mosaico de las danzas más características de México.
En algunos lugares de la República Mexicana se efectúan ceremonias relacionadas con la Semana Santa, conservando antiguos ritos prehispánicos. Destaca la Judea Cora de Jesús María Nayarit, donde realizan persecuciones, simulacros de fertilización de la tierra y purificación de los participantes.
En las batallas que escenifican los Diablos de Tanlajás, San Luis Potosí o los Tigres de Zitlala, Guerrero, la máscara protege a su portador ante su adversario.
Muchos ejemplares de estos aditamentos, se encuentran en el Museo Nacional de la Máscara, ubicado en el Centro Histórico de San Luis Potosí.
En este periodo se puede hacer un recorrido virtual para conocer sus diversas formas a un clic en Museo de la Máscara https://goo.gl/maps/MQcGmSgzUV9hCyC3A