Vivir en cuarentena representó y representa un gran desafío para todas las personas. De tener total libertad pasamos a vivir encerrados. Y si bien muchos seguimos trabajando desde el hogar, la mayoría tenemos más tiempo libre del habitual, el cual puede sobrellevarse de diferentes maneras, desde pintar mándalas y limpiar la casa, hasta comer.
No solo ingerimos las cuatro comidas que recomiendan los profesionales sino que, además, picoteamos varias veces al día lo que haya disponible. Algo muy útil para no caer en el picoteo es aprender a diferenciar cuándo realmente tenemos hambre y cuándo no.
EL HAMBRE EMOCIONAL VS EL HAMBRE FISIOLÓGICO
La teoría es fácil, pero en la práctica muchas veces cuesta distinguir uno del otro. Las diferencias más importantes entre ambos son:
El hambre fisiológico no es selectivo, en cambio el hambre emocional sí lo es. Entonces, si por ejemplo, de golpe tenemos apetito podemos preguntarnos: ¿me comería una manzana? Si la respuesta es no, quiere decir que realmente no tenemos hambre y que nuestras emociones nos están jugando una mala pasada.
El hambre fisiológico no aparece de golpe, el hambre emocional sí. Y en esto el aburrimiento cumple un papel importante. Si estamos aburridos, sin nada para hacer que nos demande atención, posiblemente de golpe sintamos hambre, o “ganas de comer algo”. En ese caso puede ayudar preguntarnos: “¿Cuándo fue la última vez que comí?”. Si nos damos cuenta de que fue hace menos de dos horas, casi con seguridad que no es hambre fisiológico.
¿POR QUÉ EL ABURRIMIENTO LLEVA A LAS PERSONAS A COMER?
Dentro de los muchos factores que pueden llevar a una persona a comer, sin tener realmente hambre, el aburrimiento se lleva el primer puesto. Hay personas más predispuestas a aburrirse que otras, pero, estando en cuarentena, es normal que en algún momento del día experimentemos esa sensación de fastidio por no tener nada que hacer o por no poder hacer lo que realmente queremos.
Este mismo fastidio es el que nos lleva a comer. Pero por lo general, es más tentador para “matar el aburrimiento” es comer una barra de chocolate que una fruta, o ponerme a hacer una torta en lugar de galletas de avena. Posteriormente (en muchos) aparece la culpa por haber comido eso de más. O en lugar de la culpa aparece la vocecita interna que dice: “Cuando pase la cuarentena retomo con el ejercicio físico”, y el resultado se ve luego en el número de la balanza.
Entonces, ¿qué podemos hacer?
CONSEJOS PARA EVITAR COMER POR ABURRIMIENTO
Lo primero es identificar qué comemos cuando estamos aburridos, y tratar de cambiarlo por una opción más saludable. Por ejemplo puedo comer, en lugar de una barra de chocolate, una rodaja de budín casero. De paso, el hecho de preparar el budín demanda tiempo y con eso restamos minutos libres.
Además, es importante identificar en qué momento del día o bajo qué circunstancias nos aburrimos más. Conocer cuáles son los factores desencadenantes puede ayudarnos a evitar comer de manera inconsciente.
También puede ayudarnos buscar actividades creativas. Mucha gente, gracias a la cuarentena, ha explorado su lado artístico. Entonces, pintar, dibujar o hacer decoupage puede ayudarnos a pasar el tiempo. Y si lo artístico no es lo nuestro podemos probar con tejer o bordar, o por qué no, hacer un crucigrama o jugar al sudoku. Para los músicos, por ejemplo, puede ser un buen momento para practicar o componer.
Debemos, además, ser conscientes de nuestro cuerpo. Cuando estamos aburridos, generalmente nos encorvamos o apoyamos en el respaldar de la silla o dejamos caer la cabeza para adelante y después aparecen los dolores de cabeza, cuello o espalda. Para esto puede ayudar armar una rutina con ejercicios para hacer en el hogar. Si no sabemos cómo hacerlo podemos pedir ayuda a algún conocido que esté en el tema o buscar tutoriales por YouTube que sean confiables.
Con información de Bioguía