Las residencias de ancianos de todo Estados Unidos están cerradas desde hace semanas, respondiendo a órdenes de aislamiento que buscan proteger a los adultos mayores, que son la población que mayor riesgo enfrenta en caso de contraer COVID-19. Sin embargo, una ola de brotes mortales en esos establecimientos sugiere que las medidas llegaron demasiado tarde o no fueron lo suficientemente rigurosas.
Un caso impactante se conoció el lunes en Andover, un pequeño pueblo de New Jersey, donde una denuncia anónima advirtió a la Policía de que se estaba trasladando un cuerpo a un cobertizo en el Centro Subagudo de Rehabilitación de Andover. Cuando los oficiales llegaron, no encontraron nada en el cobertizo, pero hallaron algo peor dentro de la institución. En la morgue, diseñada para albergar cuatro cuerpos, había 17 apilados.
Al menos 68 personas murieron en las últimas dos semanas, incluyendo a dos enfermeras que trabajaban allí. Entre ellas, 26 dieron positivo en el test de coronavirus.
“Estaban simplemente abrumados por la cantidad de gente que moría”, dijo Eric C. Danielson, jefe policial de Andover, consultado por The New York Times. El oficial contó que 13 de los 17 cuerpos fueron trasladados a un camión frigorífico, que se encuentra frente al hospital de Newton, un pueblo cercano.
De los residentes que permanecen en el lugar, 76 han dado positivo por el virus, al igual que 41 miembros del personal, incluyendo un administrador. La residencia aseguró que están alojando a los enfermos de COVID-19 en alas separadas. Pero no está claro si eso alcanzará para evitar nuevos contagios.
Desde que en marzo se reportó un brote en un asilo ubicado en los suburbios de Seattle, que terminó con 43 personas muertas, se han registrado más de 3.600 decesos en este tipo de residencias a lo largo de Estados Unidos, según un recuento de la agencia AP. El miércoles se conoció el caso de un centro en la comunidad de Joliet, al norte de Illinois, donde 22 residentes y un empleado murieron de COVID-19.
Lauryn Allison, portavoz de Symphony of Joliet, como se denomina el lugar, dijo que el personal tiene el equipamiento adecuado y que todos han seguido las directrices del gobierno para minimizar la propagación del virus. De todos modos, aclaró que empezaron a trasladar a los residentes sanos a otros centros de su red a principios de este mes.
“Es una pandemia global, no hay nada que se pudiera haber hecho para prevenirla”, argumentó. Sin embargo, familiares de una mujer de 65 años que murió allí dijeron que la atención en el centro estaba lejos de ser la adecuada.
“Se quejaba de que sufría dolores constantes”, dijo Michael Brooks al Chicago Tribune después de la muerte de su hermana, Diane Brooks. “A veces se defecaba sin que la cambiaran. Íbamos a visitarla, y quién sabe cuánto tiempo estuvo así”.
Brooks y su otra hermana, Dorisell, dijeron que también vieron que Diane Brooks, que necesitaba atención las 24 horas del día después de sufrir un aneurisma y un derrame cerebral, también tenía escaras en la piel. Además, revelaron que ninguna autoridad les contó que su hermana había contraído el virus.
Con información de Infobae