La humanidad lleva décadas y décadas soñando con viajar a otros planetas. Rusia, entre otros países, trata de hacer ese sueño realidad con la ayuda de su programa espacial Bion.
Bion es una serie de satélites soviéticos y rusos destinados a investigaciones biológicas.
El primer satélite, Bion 1, conocido también como Cosmos 605, fue lanzado el 31 de octubre de 1973 en la entonces Unión Soviética.
Desde entonces y hasta el lanzamiento del primer Bion-M, modelo modernizado del satélite, en 2013, diez biosatélites más de la serie volaron al espacio.
Para 2023 Rusia tiene previsto lanzar el segundo Bion-M, con ratones a bordo, el principal objeto de investigación, así como moscas de la fruta, que servirán para el estudio de problemas biológicos generales, dijo en una entrevista concedida a Sputnik Vladímir Sichov, vicedirector de Ciencia del Instituto de Problemas Biomédicos de la Academia de Ciencias rusa.
«Además, habrá varios microorganismos, se llevarán a cabo investigaciones celulares, experimentos técnicos y tecnológicos, de crecimiento de cristales de proteína», comunicó el científico.
NI LOS MONOS NI LOS PERROS
Sichov explicó que para las investigaciones que piensa realizar Rusia en el espacio se necesita «un objeto que dé una respuesta concreta» y «no se refiere a un solo animal sino a todo un grupo de animales para que el resultado sea más verídico».
De este modo, ni los monos ni los perros sirven porque son todos distintos y los resultados también serán distintos, aclaró el científico.
Los monos habían viajado al espacio a bordo de los biosatélites Bion durante los preparativos en el ámbito del programa del transbordador soviético Burán, ya que se necesitaba saber qué cambios neurofisiológicos se producían en las fases iniciales del vuelo.
La posibilidad de una rápida adaptación a las condiciones de la ingravidez se estudió precisamente en los simios, detalló Sichov.
En cuanto a los perros, el primero en volar a la órbita fue Laika, en 1957. Los perros además viajaron en las naves no tripuladas Vostok en 1960-1961.
UN VUELO SINGULAR
El vuelo del nuevo Bion-M será singular, ya que estará a una altura de 800-1.000 kilómetros de la superficie terrestre y con un aumento de la dosis de radiación de 10 veces. Según Sichov, los seres vivos nunca han volado a esta altura.
El primer Bion-M estuvo a una altura de solo 500 kilómetros, mientras la Estación Espacial Internacional (EEI) se encuentra a unos 400 kilómetros de la superficie terrestre.
«Eso nos permitirá comparar los resultados obtenidos por los dos Bion-M y entender qué es lo que desempeña el papel clave en los cambios que se producen en organismos animales, el aumento de la carga de radiación o la ingravidez», puntualizó Sichov.
En abril y mayo de 2013 un grupo de ratones, gerbilinos (especie de roedores), gecónidos (especie de lagartos escamosos), caracoles, crustáceos, peces y diversos microorganismos realizó un vuelo a bordo del primer satélite Bion-M.
«Resultó que después del vuelo espacial la capacidad de aprendizaje de los animales disminuye en un 30 por ciento. Estudios sutiles de sus cerebros confirmaron posible efecto similar en los humanos», comentó Sichov al calificar de alarmantes las conclusiones de los científicos.
Se descubrió también que las arterias de los animales en el espacio dejan de regular la presión en el cerebro.
«En gravedad cero la sangre se precipita a la cabeza aumentando la presión craneal. Se creía que al expandir o estrechar las arterias, la presión sobre el cerebro se puede reducir, pero hallaron que la arteria cerebral de los animales en el espacio deja de expandirse y estrecharse», apuntó.
Este hallazgo sugiere que el humano puede experimentar serios cambios durante vuelos interplanetarios.
COOPERACIÓN INTERNACIONAL
Además de Rusia, otros países también participarán en los experimentos que se realizarán a bordo del segundo biosatélite Bion-M.
En particular, Francia se encarga de la «creación de un sistema para la monitorización de parámetros fisiológicos de los ratones in vivo» que estarán a bordo del satélite. En enero, los científicos rusos y franceses consensuaron el programa de trabajo y ahora se están preparando para realizar las primeras pruebas.
Rusia también recibió solicitudes de estudios posvuelo de ratones por parte de Estados Unidos y Alemania.
Sin embargo, Sichov afirmó que no habrá suficientes ratones para todos, dado que solo por parte de Rusia participarán unos 30 grupos científicos, por lo que se tomó la decisión de crear grupos científicos internacionales, cuya composición dependerá de los objetivos de cada país.
Entre ellos no se distribuirán los animales sino sus tejidos para que los científicos puedan obtener la máxima información de la parte del animal que reciban.
PLANES FUTUROS
También hay planes de lanzar un tercer satélite Bion-M y colocarlo a una altura de 500 kilómetros de la superficie terrestre.
«Es importante para nosotros ver qué impacto tiene la gravedad artificial en animales, para lo cual instalaremos una centrifugadora a bordo del biosatélite», dijo Sichov.
Señaló que precisamente para poder lanzar el tercer Bion-M, los científicos ensayarán un sistema mejorado de alimentación en el segundo satélite.
El científico precisó que el suministro automático de agua a los animales en ingravidez representa un gran problema y en la mayoría de los casos no funciona, por eso los ratones del segundo Bion-M tendrán que tomar comida sólida y agua gelificada.
A pesar de todos los datos que ya se ha logrado obtener en lo que va del proyecto Bion, muchas cuestiones relacionadas con la medicina y biología espacial todavía permanecen abiertas.
Las respuestas a estas cuestiones, que los científicos rusos esperan obtener en las misiones futuras de sus biosatélites, proporcionarán, sin dudas algunas, valiosa información y nos acercarán aún más a vuelos tripulados a la Luna y al Marte.
Con información de Sputnik