Renato tenía 72 años, su esposa Ida 73. Tenían 50 años de casados. El 18 de marzo se los llevaron de su casa con dos ambulancias a dos hospitales diferentes por haber contraído COVID-19. Nunca volvieron a saber nada el uno del otro.
Diego y su hermano, Pietro, no los volvieron a ver. Tres días después de su hospitalización, les informaron que las condiciones de su padre habían empeorado. Al día siguiente les informaron la muerte de Renato, su padre. Ida su madre continuaba grave. Los médicos decidieron no someterla a terapia intensiva.
“Yo les pregunte si la estaban dejando morir y me respondieron: no, la estamos dejando ir sin que sufra”, dijo Diego Federici.
Ida murió el miércoles 25 de marzo, por la noche. Una semana después de haber sido internada. Renato fue sepultado, Ida cremada. Sus hijos, en cuarentena, no pudieron estar presentes.
“Nunca pude reconocer ninguno de los dos cuerpos, quiero pensar que son ellos. lo único que sé es que ya no están”, refirió Diego.
Con 32 años de casados, de fe católica, residentes de uno de los municipios aledaños a la capital guatemalteca, a la familia Martínez Rodas desde el pasado 25 de junio les hacen falta dos integrantes, el COVID, se los arrebató.
“Ha sido para nosotros una experiencia bastante dura que ha generado muchas tristeza y mucho dolor en mis hijos y en mí”, insistiò Yara Rodas familiar de fallecidos por COVID, en Guatemala.
Don José Ramiro Martínez, de 67 años de edad, ciclista y enfermero de profesión, llevaba 15 días fuera de su hogar por cuidar a su madre de 90 años, ambos se contagiaron de COVID y no lograron sobrevivir.
“Hablábamos por teléfono con él, pero no nos dijo que él estaba enfermo, toda esa semana él no nos dijo nada. ya cuando él decidió ir al hospital. le llamé por teléfono, ya estando él en el hospital ese día que llegó a hacerse el hisopado y me dijo: me siento mal”, explicó Yara.
Estadísticas oficiales indican que Guatemala ya rebasó los 42 mil contagiados, situación que podría empeorar debido al colapso de los hospitales públicos, privados y del seguro social, convirtiéndose en el país de la región centroamericana con las peores cifras ante esta pandemia.
En España, Guillermo perdió a sus padres en una semana. su padre de 71 años se contagió de coronavirus. un día después de llegar al hospital fue intubado. pocos días más tarde falleció. Su madre también fue víctima del virus, tenía 79 años. y murió.
Para evitar un contagio no se despidió de ninguno de los dos. eso lo hizo aún más duro.
“Es una despedida sin abrazos, efectivamente. es una despedida en la que no podemos, no puedo hablar con ellos, ni virtualmente, ni telefónicamente, ni de ninguna de las maneras, primero por el aislamiento, segundo porque están en esta situación de ya sedados, de sedación”, explicó Guillermo Fouce.
Guillermo es un psicólogo especialista en tratar los duelos, la perdidas personales.
“Y tiras de todas esas herramientas, tanto del aprendizaje teórico como del aprendizaje práctico. ahora, como dices el duelo no es una enfermedad, sino que es atravesar un túnel oscuro de dolor y tienes que atravesarlo”, agregó Guillermo.
En Perú, Christian Hernández, obrero de construcción civil, sale de alta del hospital. Durante 16 días luchó contra el COVID-19. Fue una batalla dura.
“Llegué hasta el área de UCI, estuve con ventilación, estuve allí, pero gracias a Dios pude resistir, pude vencer a este virus”, dijo Christian.
Su esposa y dos hijos también agradecieron a dios. Rezaron mucho porque en el transcurso de un mes, la familia Hernández, golpeada sin misericordia por la pandemia, vio morir a cuatro miembros de la familia. Todos vivían en la misma casa,
Un inmueble ubicado en una zona popular de Carmen de la Legua, distrito del callao que registra uno de los mayores casos de contagio por kilometro cuadrado.
Christian no supo que su madre y su hermano habían muerto, apenas se entero, cuando llegó a su casa. Por esas ironías del destino en el mismo hospital, donde ganó su batalla, su madre y hermano perdieron la vida.
“Para mí, era todo mi madre, era todo por eso es que para mí fue muy doloroso escuchar la noticia que ella ya no estaba”, lamentó Hernández.
Dona Inés Cayo de Hernández fue una gran cultora de la música costumbrista peruana.
También su hijo y sus dos hermanos que murieron, víctimas del COVID. Por eso, el día de las ofrendas fúnebres, frente a un altar erigido en la calle con su fotografía, una cuadrilla de ritmos afroperuanos salió a bailar, a zapatear como último homenaje.
El drama familiar de los Hernández se multiplica en más de 18 mil hogares peruanos que han perdido también a sus seres queridos en esta cruenta batalla contra el COVID-19.
Con información de En Punto