A 80 años de su asesinato, la figura del revolucionario ruso León Trotsky sigue atrayendo a los jóvenes del continente, desde EEUU hasta la Patagonia. Sputnik habló con Nicolás del Caño, diputado argentino, Jimena Vergara en Nueva York y Camila Souza, dirigente juvenil brasileña, para indagar por qué.
El 20 de agosto, una tarde apacible de Coyoacán en México se vio interrumpida por el alarido mortal de León Trotsky, cuando Ramón Mercader le clavó en la nuca un pico de alpinista que le provocó la muerte al día siguiente. 80 años después, la figura del revolucionario ruso sigue teniendo un atractivo para la juventud latinoamericana y Sputnik quiso saber por qué.
Confianza, traición y asesinato: el último día de León Trotski
La pandemia de coronavirus, que ha provocado la mayor crisis mundial desde las dos guerras mundiales y la Gran Depresión de 1929, está dejando cientos de miles de muertos, una pauperización y miseria aterradoras y un sombrío futuro para la juventud.
Será por eso que la palabra socialismo ha vuelto a ponerse de moda. Entre los jóvenes de EEUU, la palabra capitalismo se ha vuelto cada vez más impopular: según una encuesta de la agencia Gallup de octubre de 2019, socialismo y capitalismo están empatados en 50% entre los jóvenes adultos de EEUU.
Por eso no es raro que el nombre de uno de los principales líderes de la Revolución rusa de Octubre de 1917, más identificados con la idea del socialismo, tenga fuerza entre los jóvenes del continente.
¿Quién fue León Trotsky?
Nacido en 1879 cerca de Odessa, Lev Davidovich Bronstein, fue el presidente del Soviet de Petrogrado en la Revolución de 1905. Detenido, deportado a Siberia, se fugó a Europa, volvió tras la Revolución de Febrero de 1917 que depuso al zar y retomó su cargo al frente del Soviet de la ciudad. Dirigió la toma del Palacio de Invierno el 25 de octubre, negoció con los alemanes la paz para terminar la participación rusa en la I Guerra Mundial y fundó el Ejército Rojo que derrotó a 15 ejércitos extranjeros en la Guerra Civil.
Tras la muerte de Vladimir Lenin en 1924, Trotsky cayó en desgracia ante el nuevo secretario general del Partido Comunista, Iósif Stalin, quien lo expulsó del partido y luego del país en 1929.
En los años 30, cuando la nube negra del fascismo se adueñaba de Europa, los países del continente se negaron a darle refugio al revolucionario en desgracia. En la URSS sobrevolaba otra nube negra con los Procesos de Moscú y las purgas masivas de los años 30, millones de personas enviadas a campos de concentración o Gulag y cientos de miles fusiladas, al tiempo que se descabezó al 45% de la oficialidad del Ejército Rojo, justo antes de la invasión alemana de 1941.
En un “planeta sin visado”, solo un país acogió a Trotsky en 1937: el México del presidente Lázaro Cárdenas, a pedido del artista Diego Rivera, esposo de la pintora Frida Kahlo.
Eran tiempos muy distintos en América Latina, con el auge de los movimientos nacionalistas. En 1938, Cárdenas nacionalizó el petróleo en manos de los ingleses, y en el sur del continente surgió el APRA en Perú y más tarde el peronismo en Argentina.
En su Teoría de la Revolución Permanente, Trotsky destacó la importancia en los países atrasados del problema campesino y del problema nacional, señalando que la resolución íntegra de sus demandas solo sería posible como parte de la revolución socialista mundial.
Ante el auge del fascismo y el advenimiento de la II Guerra Mundial, Trotsky se concentró en la defensa de la Unión Soviética y en la fundación de la IV Internacional. “¿Qué significa defensa “incondicional” de la URSS?”, preguntaba en 1939. “Significa que, independientemente de los motivos o causas de la guerra, defendemos las bases sociales de la URSS”. “La más resoluta e incondicional defensa de la URSS de los peligros externos”, había escrito antes.
¿Cómo influye Trotsky en América Latina hoy?
80 años después, Sputnik preguntó a referentes juveniles en Argentina, EEUU y Brasil, por qué las ideas del revolucionario ruso siguen atrayendo a miles de jóvenes en el continente.
Argentina
El diputado nacional Nicolás del Caño es ex candidato presidencial del Frente de Izquierda de los Trabajadores-Unidad, una coalición de partidos trotskistas que obtuvo en 2017 más de un millón de votos y representa la principal fuerza de izquierda del país.
“En América Latina, donde tenemos una de las regiones con mayor desigualdad en todo el mundo, para los jóvenes que se plantean algún cuestionamiento al sistema y se proponen cambiar esta situación, una de las referencias es León Trotsky”, dijo a Sputnik.
“En un momento de fuertes rebeliones populares, como la de Chile y de distintos países centroamericanos, como parte de una oleada internacional, hay la necesidad de buscar fundamentos de cómo torcerle el brazo al sistema para pensar en otro tipo de sociedad”, agregó.
“Para los bolcheviques la Revolución de octubre nunca debió ser ‘rusa’, sino internacional”
Cuando Trotsky escribió sobre América Latina, “dijo que las burguesías latinoamericanas son incapaces de unirse para lograr la independencia nacional, expulsar al imperialismo y beneficiar al conjunto del pueblo”. Esto se comprobó, a pesar de que hay corrientes que dicen que hay que paliar al capitalismo. “Por eso la figura de Trotsky tiene una presencia importante a 80 años de su asesinato, en América Latina y en Argentina”, señala.
“Trotsky explica esta incapacidad de las burguesías latinoamericanas, y me parece que el Che Guevara, cuando planteaba su internacionalismo y marcaba los límites de la burguesía nacional, esa incapacidad, esa frustración, ha llevado a esta generación a sacar conclusiones”.
Ante la época catastrófica que estamos viviendo, se plantean “las posibilidades de que las nuevas generaciones tomen en sus manos las ideas de León Trotsky, porque hay una búsqueda de alternativas a este sistema”.
Para Del Caño, el movimiento Black Lives Matter en EEUU, si bien tiene a la comunidad afroamericana como protagonista, “arrastró a miles de jóvenes y latinos que están en EEUU y que no es lo que esperaban, como perspectiva de vida, el capitalismo norteamericano. Son los más precarizados, los más afectados por el COVID-19, los afroamericanos, latinos e inmigrantes”.
Esta crisis tan aguda, comparable con la de años 30, posterior al crack, “va a hacer que más sectores se vean atraídos por las ideas de León Trotsky”.
Jimena viene del zapatismo, el movimiento campesino surgido en Chiapas, sur de México, en los años 90, como reivindicación de Emiliano Zapata, una de las figuras de la Revolución Mexicana de 1910.
Jimena se vinculó al movimiento trotskista en 1999 cuando estudiaba filosofía en la UNAM. “En ese año hubo una gran huelga estudiantil contra la implementación de cuotas, pero me quedé con el sinsabor de que al zapatismo le faltaba una estrategia para lo que en ese momento yo veía que tenía que ser no solo una lucha indígena sino anticapitalista”, recuerda.
En esos momentos tomaron fuerza los movimientos Noglobal, con las grandes manifestaciones en Seattle, EEUU, y la primera gran crisis del neoliberalismo.
“Trotsky murió en México, tuvo esta relación especial con Diego Rivera y Frida Kahlo y la intelectualidad mexicana en los años 30 y por eso me empecé a acercar a él, para buscar una salida, saber qué hacer para lo que a mí me parecía que era la cuestión fundamental, que es el capitalismo”.
En paralelo, empezó a surgir en EEUU una corriente de jóvenes millenials, que “empezaron a llamarse socialistas, conscientes del cambio climático, de que el capitalismo y el racismo son las dos caras de la misma moneda, empezaron a radicalizarse, rompiendo con la idea de que el capitalismo es una buena idea”.
Ahora, la pandemia desnudó todas estas contradicciones: “los jóvenes empiezan a ver que los ‘trabajadores esenciales’ son esenciales y los superricos no lo son, que hacían falta camas de terapia intensiva, que son precarios sin derechos laborales, como en Amazon y estas grandes compañías, que tienen que trabajar y estudiar”.
Por eso los millenials, zoomers o centennials, asocian racismo y capitalismo y empiezan a retomar a figuras como Vladímir Lenin, la alemana Rosa Luxemburgo, Carlos Marx y Trotsky. “No es que sepan toda la historia épica, pero se empiezan a dar cuenta que el partido demócrata no es su partido, que están buscando alternativas, están buscando cómo construir un mundo socialista”, opina.
Los años de Trotsky en México “fueron muy intensos”, porque se dedicó a “construir una organización internacional revolucionaria con los franceses, los mexicanos y los de EEUU que venían de grandes huelgas después de la Gran Depresión, el movimiento negro, con una intelectualidad de izquierda muy potente en México, defendiendo el petróleo contra las compañías británicas”.
“Pocos personajes históricos han sido tan difamados y calumniados como Trotsky”
“Es un momento en el cual Trotsky concentra las grandes tareas de la política internacional, un momento de elaboración muy fuerte y apasionante”.
“Trotsky tenía la concepción de que había que hacer una segunda revolución mexicana siguiendo el ejemplo de Emiliano Zapata hasta el final y dejó un montón de ideas sobre cómo pensar esa segunda revolución muy inspirado por la de 1910, cuya ala izquierda fueron Zapata y Pancho Villa y también dedicó muchísima atención a EEUU, por la enorme unidad con México”.
Camila Souza es dirigente del movimiento de estudiantes secundarios y universitarios Juntos y del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), un movimiento opositor al Gobierno de Jair Bolsonaro y a la izquierda del Partido de los Trabajadores (PT).
Souza destaca como idea central de Trotsky “el internacionalismo como una marca fundacional de nuestro movimiento, pues cada vez más es evidente que la lucha socialista debe ser internacional o no será, porque el capitalismo es un sistema global y precisa una respuesta mundial de solidaridad activa entre las movilizaciones del mundo que debe ser nuestra brújula de orientación”.
Juntos fue fundado después de la crisis de 2008, “cuando vimos que la gente se rebelaba en todo el mundo y ponían el ajuste fiscal en el pueblo trabajador, y vimos que en Brasil también debíamos hacer lo mismo”.
“Las tesis de Trotsky sobre la Revolución Permanente nos permiten ver cómo combinar un proceso de movilización permanente, la auto organización, para llevar adelante las tareas de construcción de una nueva sociedad, que hoy son fundamentales en esta crisis global, económica, social, de este sistema capitalista.
“Estos procesos internacionales se retroalimentan, con la lucha antirracista en EEUU, que llegó a Brasil, donde tenemos un genocidio de la juventud negra y que unificó la lucha antirracista y antifascista para construir una alternativa de izquierda a la extrema derecha de Bolsonaro y al PT”.
Con información de Sputniknews