Ejercitarse y comer sano es la difícil lucha entre los mexicanos, tras seis meses de la llegada del COVID-19 a México; los gimnasios siguen cerrados en gran parte del país, aunque se puede entrenar en parques.
La paralización de actividades físicas es crítica para México, que ocupa el primer lugar mundial en obesidad infantil y el segundo en adultos, según el gobierno.
“La obesidad es también una epidemia”, advierte Hugo López Gatell, subsecretario de Salud y estratega contra la COVID-19, que deja 62 mil 543 muertes y casi 600 mil casos confirmados en este país de 128.8 millones de habitantes.
Uno de cada cuatro fallecidos padecía sobrepeso, al igual que la quinta parte de los contagiados, refleja la estadística oficial.
Además, de los fallecidos, 73% padecía al menos una comorbilidad, principalmente hipertensión, diabetes y obesidad, a menudo asociadas a la mala alimentación.
Para perder peso es imperativo ejercitarse y modificar hábitos alimenticios, algo ya complicado para los mexicanos en tiempos normales.
En la cuarentena se acentuaron el sedentarismo y el consumo de alimentos procesados, según una encuesta realizada por autoridades sanitarias para conocer la vida en el encierro.
La mitad de los consultados reconoció consumir bebidas azucaradas, dulces y frituras procesadas, mientras quienes no realizan actividad física pasaron de 3.6% a 24.6%, detalla Catalina Medina, experta del estatal Centro de Investigación en Nutrición y Salud.
“La gente está consumiendo alimentos ultraprocesados con alto contenido de azúcar, sal y kilocalorías, y tristemente hemos dejado a un lado los alimentos naturales”, dice Medina.
El gobierno da la batalla contra los procesados con un nuevo etiquetado que advierte si el producto es alto en grasas, sodio, azúcares o calorías.
En Tabasco (sureste), el legislativo estatal fue más allá al aprobar recientemente una ley que prohíbe la venta de comida “chatarra” a menores de edad.
De gimnasio a taquería
Para sobrevivir a la crisis económica, David López y sus socios transformaron su gimnasio en taquería en un céntrico barrio de Ciudad de México.
“Nos convertimos en lo que juramos destruir. Antes ayudábamos a la gente a quemar calorías, ahora vendemos calorías”, admite López, de 39 años, al resumir su cambio del “fitness” (buen estado físico) a la “garnacha”, como se llama en México a la comida callejera .
En la taquería “Los mamados” (musculosos), los entrenadores, de gruesos y tatuados brazos, cambiaron la ropa deportiva y las pesas por el delantal y los cuchillos para preparar las delicias hipercalóricas.
“Aquí les gusta más la garnacha. Si hubiéramos ido por el camino ‘fitness’ de ensaladitas y jugos, igual no hubiera tenido éxito”, argumenta López.
Rodrigo Chávez, presidente de la Asociación Mexicana de Gimnasios y Clubes, lamenta que los deportivos estén en la cola de los negocios que reabrirán cuando el nuevo coronavirus dé tregua.
“El sillón es el mayor enemigo de México. Al no permitir que abramos, las personas obesas lo serán más y las que no, se van a volver”, sentencia.
Según esta asociación, sólo 3.5% de los mexicanos está afiliado a deportivos. La oferta es limitada, añade Chávez, y lo será más pues la pandemia forzó el cierre definitivo de 30% de los gimnasios.
Ejercicio en casa
Desafiando el frío, “Lucho” sigue su clase de artes marciales a través de un celular colgado de un árbol. Busca escapar así de las cifras que sitúan a México entre los países con más obesidad, potenciador mortal en la pandemia.
“¡Espalda recta, ‘Lucho’! ¡Alicia, baja más despacio! ¡Vamos, sólo cinco segundos más y al último round!”, motiva remotamente Alejandro Ortega, maestro de muay thai, a sus alumnos.
Forzado por la epidemia, Luis “Lucho” Romero atiende la instrucción en un patio; su compañera lo hace en la sala de su casa.
“Es increíble que los bares estén abiertos y el ejercicio se vaya casi a la clandestinidad, porque hay gimnasios que abren a escondidas”, dice a la AFP “Lucho”, un fisioterapeuta de 27 años.
Obligado a cerrar su escuela, el maestro Ortega migró a las videollamadas para mantener las clases. Perdió a la mitad de sus alumnos, pero ha captado otros por redes sociales.
Con información de AFP