La robótica y la inteligencia artificial (IA) cuentan con un enorme potencial para transformar muchos aspectos de nuestra vida. Recientes ensayos con robots humanoides en supermercados, escuelas, hospitales y residencias de ancianos en Europa, Estados Unidos y Japón, así lo demuestran.
Películas de Hollywood como Ex Machina y Her también han logrado captar la atención del público, planteando cuestiones relacionadas con la potencial superioridad de los robots y de la IA. Sin embargo, ¿cómo se está produciendo la innovación en robótica y cuál es el papel de la propiedad intelectual (P.I.) en dicho proceso?
La robótica, el ámbito de la tecnología que impulsa el desarrollo de robots, ha estado presente desde hace décadas en la construcción, así como en fábricas de automóviles, escuelas, hospitales y viviendas privadas. Sin embargo, últimamente, nuevos ámbitos de investigación como la IA y la tecnología de sensores se han unido a la robótica para crear robots autónomos avanzados, con un abanico mucho más amplio de posibles aplicaciones.
¿Qué es exactamente un robot?
En términos generales, un robot posee la capacidad de interpretar su entorno y adecuar sus acciones a la consecución de un objetivo. Los primeros robots de la era moderna fueron inventados para acelerar los procesos de fabricación industrial mediante la automatización programada. No obstante, a día de hoy los robots se han convertido en sistemas completamente autónomos capaces de funcionar y tomar “decisiones” sin la intervención del ser humano.
Hacia 1970, la fabricación mediante robots era una práctica extendida en la industria automovilística en los Estados Unidos y el Japón. A finales de 1980, el Japón era ya el líder mundial en la fabricación y uso de robots industriales. Desde la década de los 80, momento en que se generalizó el uso de robots industriales en la automoción y en otras líneas de producción industrial en los Estados Unidos y el Japón, los componentes mecánicos robotizados han ido evolucionando y son cada vez más sofisticados y autónomos. El uso de nuevos materiales y los avances punteros en inteligencia artificial, mecatrónica, navegación, tecnología de sensores, reconocimiento de objetos y procesamiento de información, han transformado la robótica en un ámbito multidisciplinar. Los robots se basan cada vez más en el uso de datos y están conectados a redes inteligentes, como aquellas que se están desarrollando para su uso en drones y vehículos autónomos.
La incidencia de los robots
Los robots ya están teniendo una incidencia significativa en los procesos de fabricación de los sectores del automóvil y la electrónica. También se usan cada vez más en agricultura, minería, transporte, exploración espacial y marítima, sistemas de vigilancia no tripulada, salud, educación y muchos otros campos.
Los robots pueden aumentar la productividad laboral, reducir los costos de producción y mejorar la calidad del producto. Además, en el sector servicios han generado incluso modelos operativos completamente nuevos. Los robots también contribuyen al bienestar humano eliminando la necesidad de realizar trabajos pesados y peligrosos, ayudando a una población envejecida y convirtiendo en realidad el transporte sostenible.
El mercado de los robots industriales, incluyendo el coste de programas informáticos, periféricos e ingeniería de sistemas, crecerá hasta alcanzar aproximadamente los 33.000 millones de dólares de los EE.UU. en 2017.
Asia (concretamente China, la República de Corea y el Japón) es líder mundial en ventas en el sector de la robótica, seguida de Europa y América del Norte.
Los beneficios económicos obtenidos del uso de robots están directamente relacionados con la sustitución parcial de la fuerza de trabajo. Si bien las mejoras de productividad generadas por los robots ayudan a las empresas a seguir siendo competitivas y a crear puestos de trabajo con salarios más elevados en determinados países, la repercusión general de los robots en el empleo sigue siendo incierta y resulta un desafío cuantificar los beneficios económicos de su uso.
El sistema de innovación de la robótica
La innovación en materia de robótica se concentra en un número reducido de países y polos surgidos por lo general en torno a las universidades más avanzadas. Algunos ejemplos son Boston (Estados Unidos), la île-de-France (Francia), Odense (Dinamarca), Zúrich (Suiza), Bucheon (República de Corea), Osaka (Japón) y Shanghai (China). Estos polos prosperan gracias a la interfaz entre la investigación pública y la privada. Las empresas comercializan las innovaciones surgidas, en parte, de la investigación a largo plazo llevada a cabo en universidades y otras instituciones públicas de investigación.
La mayor parte de la innovación y las empresas emergentes ligadas a la robótica se encuentran en países de altos ingresos, a excepción de China, que alberga algunas de las empresas de robótica que más rápido están creciendo, tales como DJI (una empresa de drones), Siasun y Estun.
El ecosistema de la innovación en el ámbito de la robótica es muy dinámico y colaborativo, exige un intenso proceso de investigación y resulta cada vez más complejo. Aglutina una red cada vez más amplia de especialistas, instituciones de investigación y pequeñas y grandes empresas con un elevado coeficiente tecnológico. De este modo, aúna los conocimientos y la experiencia procedentes de diversas disciplinas para ofrecer invenciones innovadoras basadas en los últimos avances en ciencias de los materiales, energía motriz, sistemas de control, sensores e informática.
El carácter colaborativo de la innovación en robótica responde en parte a los peliagudos desafíos que plantea. A menudo, las empresas no disponen en su organigrama de la pericia necesaria y deben buscarla fuera, celebrando por ejemplo acuerdos conjuntos de desarrollo con empresas especializadas en robótica.
La robótica industrial requiere fuertes inversiones. Pueden pasar años hasta que la investigación dé sus frutos, pero son las empresas de origen universitario formadas al hilo de los diferentes avances las que están impulsando la evolución del sector.
Empresas consolidadas más grandes, como ABB (Suiza), Kawasaki Heavy Industries, Yaskawa y Fanuc (Japón) y KUKA (Alemania) son también muy activas en I+D en materia de robótica. Grandes empresas de seguridad, de defensa y de tecnología aeroespacial también han adquirido experiencia en robótica, al igual que empresas dedicadas a la electrónica de consumo como Samsung (República de Corea) y Dyson (Reino Unido).
Por otra parte, a medida que la robótica se vuelve más dependiente de la conectividad y de las redes TIC, empresas como Amazon, Google, Facebook, Infosys, Alibaba y Foxconn también se están sumando a la contienda. Muchas empresas procedentes de muchos sectores están empezando a darse cuenta de los beneficios de la robótica, que ocupa un papel cada vez más central en las estrategias empresariales.
La innovación en robótica y la propiedad intelectual
A medida que nuevos actores se suman al ecosistema de la robótica y que la innovación se centra en aplicaciones más avanzadas en este campo, las empresas están dirigiendo cada vez más su mirada hacia las herramientas del sistema de P.I. para salvaguardar sus intereses.
En comparación con la innovación convencional en robótica industrial del pasado, la innovación actual del sector atañe a más actores, más disciplinas tecnológicas y a muchas más solicitudes de patente. Las estrategias de P.I., tanto ofensivas como defensivas, son cada vez más habituales.
La protección por patente puede cobrar especial importancia en este ámbito, sobre todo teniendo en cuenta los elevados costos de I+D previos a la comercialización y la necesidad de obtener el permiso por parte de las autoridades reglamentarias. Ello permite a las empresas recuperar su inversión, les ayuda a obtener una ventaja competitiva desde el punto de vista comercial y resulta en especial útil para proteger invenciones que puedan ser fácilmente objeto de ingeniería inversa.
Una cartera de patentes robusta permite conceder licencias y licencias cruzadas tecnológicas y, de ese modo, fortalecer las relaciones empresariales, generar nuevas fuentes de ingresos y, en algunos casos, contribuir a evitar litigios. También puede ayudar a las pequeñas empresas a atraer la inversión que tanto necesitan.
El uso de patentes en la robótica surgió en los años 80, cuando la extendida automatización en las fábricas hizo que se cuadriplicaran las solicitudes de patente (véase el gráfico 1). Las solicitudes de patente repuntaron de nuevo a mediados del primer decenio del siglo veintiuno, con la entrada en escena de nuevos avances en robótica.
Las empresas electrónicas y automovilísticas siguen siendo las principales solicitantes de patentes en el ámbito de la robótica, aunque están apareciendo nuevos actores. La colaboración entre universidades e industria sigue siendo estrecha, debido a las importantes oportunidades de comercialización que ofrece el conjunto de patentes cuya titularidad pertenece a universidades e instituciones públicas de investigación. Los considerables intercambios en materia de investigación siguen siendo una característica del ecosistema de innovación de la robótica, pero hay pruebas de que las patentes están contribuyendo a la especialización de las empresas. Dicha especialización resulta importante para impulsar la continua evolución del sector.
Muchas empresas de robótica están haciendo uso de la documentación sobre patentes para enterarse de los últimos avances tecnológicos, hacerse una idea de las estrategias de la competencia y controlar si las reivindicaciones de patentes de la competencia deben ser impugnadas.
Los secretos comerciales y la robótica
La complejidad tecnológica de los sistemas robóticos conlleva que aquellas empresas que quieren proteger sus innovaciones opten por la vía de los secretos comerciales en primera instancia. Ello tiene sentido por varias razones:
- Existen pocas personas con la pericia necesaria para aplicar procesos de ingeniería inversa en sistemas tan complejos.
- Resulta muy complejo acceder a los robots más caros, haciendo casi imposible la ingeniería inversa.
- Muchas pequeñas empresas quieren evitar el coste que entraña el presentar solicitudes de patente.
- En el pasado, aquellas empresas que deseaban proteger sus avances tecnológicos mediante patente (sobre todo aquellos a décadas vista de ser usados en productos comercializables), gastaron grandes cantidades de dinero en patentes pero apenas obtuvieron beneficios, ya que llegado el momento de la comercialización las patentes ya habían vencido.
- La movilidad laboral en el sector de la robótica es elevada, así que muchas empresas hacen valer cláusulas restrictivas cuando sus trabajadores son contratados por la competencia.
- La incertidumbre que rodea la patentabilidad de los programas informáticos en las distintas jurisdicciones puede decantar aún más la balanza a favor de la protección en el marco de los secretos comerciales.
Junto con las patentes, los diseños industriales que protegen la apariencia de un robot (su forma y figura) también desempeñan un papel importante, al mejorar la capacidad de comercialización de los productos y ayudar a las empresas a garantizar el rendimiento de sus inversiones en I+D.
Ser el primero en llegar al mercado, un servicio de atención al cliente de calidad, la reputación y la imagen de marca han contribuido decisivamente al éxito de la innovación robótica en el pasado y siguen haciéndolo a día de hoy, sobre todo a medida que la industria se centra en desarrollar aplicaciones con un contacto directo con el consumidor. Contar con una marca potente adquiere especial importancia al vender directamente al usuario final. Es por ello que la mayoría de empresas de robótica registran como marcas sus propios nombres y los de sus robots.
El derecho de autor, la manera tradicional de proteger el código informático, es también importante en el campo de la robótica. En virtud del Tratado de la OMPI sobre Derecho de Autor (WCT) de 1996, no está permitido eludir una medida tecnológica de protección para acceder a código informático protegible por derecho de autor. Ello resulta especialmente importante en la industria robótica, ya que la mayoría de empresas usan barreras electrónicas para restringir el acceso a su código.
Gráfico 1: Número de solicitudes de primeras patentes en el ámbito de la robótica presentadas a escala mundial, entre 1960 y 2012.
Plataformas de robótica y la coexistencia de la P.I. y el código abierto
El ecosistema actual de innovación en robótica está formado por una combinación de enfoques abiertos y competitivos (privados) respecto a la gestión de la P.I.
En la fase previa a la comercialización, la innovación suele basarse en plataformas abiertas colaborativas como el Sistema Operativo para Robots (ROS). Estas plataformas invitan a terceros a usar o mejorar el contenido existente mediante acuerdos de licencia abierta (por ejemplo, Creative Commons, la Licencia Pública General de la GNU o una licencia de software libre), lo que agiliza la experimentación y el desarrollo de prototipos. Las plataformas colaborativas permiten a sus usuarios compartir la considerable inversión inicial, evitar la duplicación de esfuerzos y perfeccionar los enfoques existentes. Dichas plataformas existen tanto para el desarrollo de programas como de equipos informáticos.
Sin embargo, cuando las empresas innovadoras invierten en sus propias iniciativas de I+D, tienden a proteger sus invenciones con más ahínco, especialmente cuando éstas se usan para diferenciar el producto final. Será interesante ver si las empresas de robótica cambian su enfoque respecto a la gestión de la P.I. a medida que aumenten los intereses en juego desde el punto de vista comercial.
¿Llegarán los robots a ser titulares de los derechos sobre sus invenciones u obras creativas?
En un futuro, es probable que los robots encuentren soluciones originales a problemas, dando lugar así a productos intangibles que, al menos en teoría, podrían ser percibidos como P.I. Esta situación podría generar un interesante debate en torno a las fronteras del actual sistema de P.I. ¿Pueden los objetos, el código informático u otros activos creados de forma autónoma por un robot ser susceptibles de ser protegidos por P.I.? Y de ser así, ¿de qué manera? ¿y quién sería el titular de dichos derechos? ¿El fabricante? ¿El usuario del robot? ¿El propio robot?
De hecho, algunos países como Japón y la República de Corea se están planteando ampliar los derechos a las máquinas. En Nueva Zelandia, la legislación sugiere que toda obra original, incluso aquellas creadas mediante programas informáticos, robots o sistemas de IA, es susceptible de protección en virtud de la Ley de Derecho de Autor de Nueva Zelandia de 1994. Sin embargo, dichas obras no pertenecerían ni al robot ni al sistema inteligente, sino a la persona o personas que crearon o utilizaron el robot o el sistema inteligente responsable de crear la obra.
En otras jurisdicciones, como en los Estados Unidos, parece improbable que una obra creada por un robot cumpla los requisitos para ser protegida por derecho de autor. De hecho, ya están surgiendo normas contradictorias en lo que respecta a la protección de la P.I. generada por robots entre las naciones que están desempeñando un papel importante en el desarrollo de la robótica.
La creación autónoma por parte de robots y la cuestión de la titularidad de los derechos de P.I. respecto de sus creaciones será, sin lugar a dudas, objeto de un debate largo y tendido en el futuro.