El primer ministro de Japón, Shinzo Abe, tenía una estrategia audaz para sacar a la economía japonesa de la crisis en la que había estado inmersa durante 20 años, una especie de ‘terapia de choque’.
La doctrina conocida como ‘Abenomics’ se apartó de las medidas parciales de los líderes anteriores y antagonizó a poderosos electores políticos. Abe dijo a los votantes que la medicina económica sólida era la última oportunidad de Japón para seguir siendo una potencia mundial, y enmarcó las políticas como una cuestión de seguridad nacional.
Sin embargo, el progreso fue irregular en el mejor de los casos, incluso antes del golpe de la pandemia de COVID-19, y la decisión de Abe de dimitir después de un periodo récord al frente del Gobierno de ocho años.
¿Y de qué hablamos cuando nos referimos a ‘Abenomics’?
La teoría detrás de la estrategia era que la flexibilización monetaria y el gasto público sin precedentes abordarían la deflación, un fenómeno que ocurre cuando la oferta de bienes y servicios supera la demanda por ellos, que viene acompañada por una reducción de la actividad económica, el aumento del desempleo y de la incertidumbre económica.
Abe también apostó a que la política ganaría tiempo para implementar reformar estructurales muy necesarias en el ‘país del sol naciente’.
El aún primer ministro calificó la estrategia como de ‘tres flechas’, tomando prestada la imagen de un cuento popular japonés que enseña que tres palos juntos son más difíciles de romper que uno.
El Banco de Japón jugó un papel importante. Además de realizar compras masivas de deuda pública, se fijó un objetivo de inflación de 2 por ciento, un cambio importante. Bajo este supuesto, el aumento de precios anima a las empresas a invertir y a los consumidores a gastar.
Otras políticas fiscales incluyeron recortar la tasa de impuestos corporativos e instar al fondo de pensiones estatal de Japón a comprar activos más riesgosos. Otro componente clave fue el acuerdo comercial de Asociación Transpacífico, que finalmente se firmó a pesar de que Estados Unidos se retiró bajo el mandato del presidente Donald Trump.
¿Cuál fue el trasfondo?
Después del estallido de la burbuja inmobiliaria y bursátil de Japón a principios de la década de los noventa, las empresas se centraron en reducir la deuda y trasladar la fabricación al exterior. Ello provocó que los salarios se estancaran y los consumidores frenaran el gasto.
La situación produjo dos décadas perdidas, sin crecimiento nominal de la economía. Los precios de bienes como los alimentos frescos y el sake siguieron cayendo, creando una deflación que minó el optimismo.
El devastador terremoto, tsunami y colapso nuclear de Japón en 2011 tampoco ayudaron. El desafío de hacer crecer la economía con una población que envejece ha frenado las metas de una serie de primeros ministros.
Y al final, ¿’Abenomics’ funcionó?
Sí, hasta cierto punto. La economía creció durante unos años, aunque modestamente, y se estaban creando puestos de trabajo. Abe evitó la deflación, pero el objetivo de estimular la inflación sigue siendo difícil de alcanzar, especialmente ahora con la caída de la economía provocada por la pandemia.
El Banco de Japón, que introdujo tasas de interés negativas a principios de 2016 para alentar el gasto, no se ha acercado mucho a su objetivo de 2 por ciento, si se excluye el impacto de un aumento del impuesto a las ventas que entró en vigencia en 2014 (la inflación aumentó, pero de manera breve).
Mientras tanto, algunos personas se han quejado de que años de estímulo monetario agresivo estaban dañando partes de la economía: robando retornos a los ahorradores, aplastando los márgenes de beneficio de los bancos y manteniendo vivas a las empresas improductivas con crédito barato.
Los defensores de ‘Abenomics’ ven las gigantescas compras de deuda pública del Banco de Japón como la única forma de sacudirse la deflación y evitar un mayor estancamiento, pero Abe dijo a los legisladores en julio de 2019 que su objetivo económico real era lograr el pleno empleo, no un crecimiento de precios del 2 por ciento y de todos modos, ahora el resto del mundo analiza replicar la estrategia de Japón de política fiscal y monetaria súper flexible.
¿Qué sigue?
Los formuladores de políticas esperaban que la economía se recuperara este año luego de otra subida de impuestos sobre las ventas el 1 de octubre de 2019, pero eso fue antes del COVID-19.
Ahora, después de tres trimestres consecutivos de contracción, incluida la peor registrada, la economía ha vuelto al tamaño que tenía después de los desastres de 2011. Aún así, los rendimientos de los bonos de Japón se mantienen entre los más bajos de cualquier país desarrollado, reflejo de la confianza de los inversionistas.
Pocos anticipan que el próximo primer ministro japonés realice cambios drásticos, dada la falta de disensión abierta en el gobernante Partido Liberal Democrático. Abe había estado tratando de promover a más mujeres en la fuerza laboral y hacer cumplir un nuevo código de gobierno corporativo que promueve la transparencia en la sala de juntas. Estas son áreas en las que existen intereses creados difíciles, incluidos los agricultores, las farmacéuticas y las empresas de servicios públicos.
Luis Gonzali, portafolio Manager de Franklin Templeton explicó a El Financiero que Japón había estado en una situación bastante complicada antes de la llegada de Abe con un crecimiento e inflación cercana a 0 y lo que hace es trasponer este programa de tres ejes, que prácticamente son estímulos: Expansión Fiscal y monetaria y reformas estructurales para hacer más competitivo el mercado japonés.
Gonzalí señaló que dentro de la expansión hay un plan de Qs (Quantitative Easing o compra de bonos del Banco Central muy agresiva) que fue lo que hizo la Fed en 2008 y 2009), situación que provocó que la hoja del balance del instituto central se disparara y todo con la finalidad de promover la inflación, el pleno empleo e incentivar la economía.
De acuerdo con el especialista, a lo largo de los años se lograron ver algunos resultados, no como ellos querían en cuanto a inflación y crecimiento, pero sí se logran los objetivos de pleno empleo.
Gonzalí agregó que con la renuncia de Abe en los mercados hay cierta cautela derivado de si su sucesor seguiría con esta línea de estímulos.
Con información de Rubén Rivera/El Financiero