Nunca había tenido el placer de entrar en un estudio de un pintor, pero todo estaba como en mi mente y la normalidad manda cuando entré en el de Fernando Vicente: desorden armonioso, colores vivos, olor a acrílico y cuadros de belleza única. Una de las tantas veces que entré en la biblioteca pública del distrito de Retiro de Madrid y pude contemplar unas láminas sobre distintos escritores, pregunté por el autor de todas ellas y me remitieron al cartel de la Feria del libro del pasado año. La flecha que enamoró a la mujer del cartel, enamoró a este humilde escribano.
Charlando con Fernando Vicente || Fotografía: María Eugenia Martín.
¿El pintor o ilustrador nace con una cualidad innata o puede llegar a serlo con práctica?
Es un tema del que hablamos compañeros de profesión y creo que evidentemente hay algo especial e innato en cuanto a la facilidad para el dibujo, como quien la tiene para la música. De hecho tengo un ejemplo y es el que pongo siempre que hablo de este tema, y ese es mi madre. Mi madre tiene ochenta años, cuando éramos pequeños se sentaba junto a mí y mis hermanas y nos daba instrucciones sobre la mezcla de los colores o sobre el largo de unas piernas en el cuerpo humano, pero mi madre no pintaba… y hace no mucho se puso a pintar con casi setenta años y hace auténticas obras de arte. A mí por mi cumpleaños me pintó El jardín de las delicias de El Bosco y es una maravilla lo que hizo. No inventa nada, copia, pero copia con mucha calidad. Yo creo que hay algo innato, pero ahora mismo para ser ilustrador no hace falta ser un gran dibujante basta con tener algo que contar y recursos para explicarte, es más importante eso que ser bueno pintando.
¿Qué diferencia al pintor del ilustrador y viceversa?, ¿eres más pintor o ilustrador?
Yo desde pequeño siempre he querido ser pintor, pero la vida me ha llevado a ser ilustrador. Es realmente con lo que me gano la vida pero la carrera de pintura no la he querido abandonar nunca. De vez en cuando junto cuadros y cuando tengo una cantidad razonable expongo. Ahora está más complicado por el tema de la crisis y las galerías están más paradas pero durante todos estos años he ido manteniendo mi carrera paralela de pintor, son carreras distintas.
La ilustración ha sido conquistada por la tecnológica.
En mi caso no, pero sí hay mucha gente que ilustra sólo con ordenador. Yo soy un ilustrador de caballete, y esto también es raro, mis compañeros generalmente ilustran en tablero. Pero como yo compagino la ilustración con la pintura me sirve como herramienta, es decir, quito la misma tabla, cambio el tablero y la pintura es la misma. Cambio de un lenguaje a otro con mucha facilidad.
La revista Madriz y la Luna de Madriz en La Movida.
Estábamos empezando y éramos muy jóvenes, salíamos por la noche, íbamos al Rockolla, mucho concierto… Había mucha ebullición cultura y muchas exposiciones. Cuando lo vives con dieciocho años no te das cuenta de que estás viviendo una “revolución” cultural o algo con poso. Años después se ha visto que efectivamente sí. Creo que ahora estamos viviendo un momento bonito y hay mucha gente joven haciendo cosas muy interesantes.
¿Cuál era la temática en Madriz y La Luna de Madriz?
Empecé haciendo cómic. Hice un trabajo de ilustración y fueron unas postales. Ese fue mi primer trabajo y fue para la editorial “Sombras y Ediciones”. Esas postales las vio el director de la revista Madriz y me llamaron para el segundo número con un par de páginas de cómic y a partir de ahí comencé con ellos. Fue un gran boom para la historieta y para el cómic, en los años ’80 llegó a haber un montón de títulos de cómic pero de repente hubo una crisis muy gorda y todo o casi todo desapareció.
¿Algún ilustrador de referencia?
No copiaba nada… a todos nos gustaba la línea clara: Tintín. A mí concretamente los ilustradores franceses y belgas me gustaban mucho, también me ha gustado la ilustración bien hecha, de buena factura, y en esto los ilustradores americanos eran muy buenos. La ilustración americana de los años ’50 o ’60 con los calendarios pin up eran muy buenos. Esa época no se ha repetido.
¿Para cuando la ilustración en los museos?
Creo que ya entró con Norman Rockwell en los Estados Unidos, hicieron una gran retrospectiva de su trabajo. Y no estuvo falto de polémica, consideraban que era una locura que un ilustrador pudiera estar en un museo. Creo que es un barrera un poco tonta, ¡hay tanta tontería en el arte moderno!
Fernando Vicente con algunas de sus ilustraciones || Fotografía: María Eugenia Martín.
Así que verías con normalidad una ilustración tuya en un museo de arte moderno.
Sí, ¿por qué no?, ya estoy en el museo de ABC (risas) pero es una trampa porque es el museo de la ilustración.
Pasaste a publicidad, ¿que te hizo cambiar?
Hubo un parón de encargos, cerraron la revista Madriz y más tarde La luna de Madriz. Había una crisis importante a finales de los ’80 que acabó con el boom que empezó en esa misma década. Nos teníamos que buscar la vida y muchos ilustradores se colocaron como diseñadores y a mi me llamó una agencia de publicidad, y entré a trabajar como director de arte y estuve casi quince años.
¿Qué te aportaba la publicidad que no te aportaba la ilustración?
Son mundos muy distintos. Yo, por ejemplo, no pongo ningún anuncio de todos los que hice en todos esos años, digamos que no es un trabajo personal. Hay un equipo creativo con una persona que trabaja con el director de arte mano a mano. Cuando ilustro generalmente hago lo que quiero, aunque tenga un cliente, pero más o menos hago lo que quiero y es un trabajo personal. A mi me ha servido mucho para hacer un ejercicio de enfrentamiento con los trabajos de ilustración.
¿En publicidad aportabas tu ingenio?
No era ilustrador, en publicidad no hacía dibujos.
¿No sabían de tus capacidades?
Sí, sí sabían, pero yo era el director de arte y las ilustraciones se encargaban a otros ilustradores. Es casi incompatible, aunque muchas veces resolvía bocetos rápidos.
No dejas la adicción por la ilustración.
Seguí haciendo ilustraciones para colaboraciones alguna vez, incluso me dio algún que otro problema porque colaboraba con agencias de publicidad distintas a la mía. Es un mundo que no había abandonado y cada día me picaba más el dejar de trabajar para terceros y hacer mi propia obra personal. Un día me armé de valor y me lancé con el apoyo de mi mujer, fue justo ese momento cuando comencé a colaborar con El País y ya van más de veinte años. Luego trabajé para Babelia con el mundo de los libros y he hecho más de sesenta portadas, fue una colaboración muy fructífera.
¿Te llamó El País?
Yo ya había trabajado con ellos y, de hecho, mi primera ilustración fue una portada para el dominical prácticamente antes de entrar en las agencias de publicidad. Era una relación que no había perdido. No recuerdo los primeros encargos… si hay una diferencia estilística, que he podido comprobar cuando monté la exposición en el museo de ABC, se ve claramente como es el trabajo de los años ’80 y como de repente hay un salto de más de diez años cuando empecé a publicar con Babelia y estilísticamente no tienen nada que ver. El trabajo de los ’80 tenía mucho color y era muy barroco luego el trabajo de Babelia es distinto, parece de otra mano.
¿En qué centras tu pintura e ilustración?
La diferencia básica que hago con las dos es que la ilustración generalmente es un encargo, que o bien viene por prensa con un texto o se trata de un cartel como el de la Feria del Libro (me lo muestra). Generalmente, cuando ilustras en una tribuna de opinión iluminas el texto de alguien, si estás ilustrando un libro igual. En cambio en la pintura no tienes un cliente, el cliente eres tú mismo. Son tus propias ideas, en la pintura he ido pintando sobre materiales que colecciono como mapas antiguos de anatomía o mecánica. Son carteles que he ido comprando en el Rastro y cuando me he juntado con muchos mapas o carteles he terminado por pintar sobre ellos. Se trata de reflejar tus gustos.
El escritor siempre tiene el original de su obra, en cambio, el pintor no. ¿Se siente nostalgia?
También vendo ilustraciones pero es lo que me da de comer… El estudio es pequeño si tuviese que tener aquí todo lo que he pintado en estos últimos treinta años no podríamos movernos. Realmente es una satisfacción pensar que tus cuadros están viajando por el mundo. Mira, me acaba de comprar un cuadro un músico de un grupo inglés muy famoso que no te puedo contar y lo tiene puesto en el salón de su casa en Londres.
Creo que le va bien a Chris Martin.
(Risas) No… (risas) no es él. Es un chico que estuvo en mi exposición cuando estuvo de gira por Madrid y lo compró, subió una foto a Instagram del cuadro. Ese tipo de cosas están muy bien.
Has ilustrado (entre otras) para Playboy, Gentleman o Interviú, ¿también te permiten total libertad?
Con Interviú he estado haciendo casi cinco años chicas para un texto de Teresa Viejo y hacía una pin up, ahora me han cambiado y hago la ilustración al texto de Juan José Millás, es un escritor que me encanta y estoy contentísimo (me muestra dibujos de pin ups). Tengo caricaturas también… siempre hay un momento en que te empiezan a encargar algo que no habías hecho nunca. Las caricaturas surgen un verano, que además estaba mi mujer embarazada y a punto de dar a luz, me llamó El País para ver si podía hacer una caricatura diaria, yo les dije que no era caricaturista, que no sabía hacerlas. El caso es que no tenían a otro y casi me vi obligado, entonces iba del hospital al estudio y del estudio al hospital, resolví una caricatura diaria y eso ya medio cierto fuelle… Me imagino que las primeras serían más torpes pero no he parado, por ejemplo, de escritores tengo más de doscientas.
Ilustración Fernando Vicente || Fotografía: María Eugenia Martín.
¿Qué tardas en hacer una?
Esta de siete retratos algo más… pero una simple en una mañana o tarde lo puedes hacer, hay ilustraciones más complicadas pero en cualquier caso soy rápido y hago varias cosas a al vez.
Ilustración de Fernando Vicente || Fotografía: María Eugenia Martín.
¿Te fijas en algo para comenzar con la caricatura?
Tenía referencias de un ilustrador brasileño que trabaja con El País y se llama Loredano, me parece buenísimo pero tengo influencias de mucha gente. Luego no se notan porque siempre he tenido un estilo personal muy afianzado. Mi dibujo es muy reconocible.
Precisamente el otro día vi un anuncio de la portada el último libro de Eduardo Mendoza y no dudé, sabía que era tuyo.
Ahora mismo novedades tengo dos, la de Mendoza y la de Reverte que habrás visto. Es una satisfacción que se reconozca, por supuesto.
¿Vendes las caricaturas?
Alguna hemos vendido, aunque no es lo que más se vende, pero si vendimos una de Julio Cortazar a un fan.
Divides tu obra en Atlas, Venus, Anatomías y Vanitas. ¿Cómo es el proceso hasta que decides pintar en Atlas sobre un mapa?
Es un poco darle vueltas, hay cosas en el estudio y las voy integrando. Compré mapas antes de pensar dibujar en ellos. Estos mapas los compré en el Rastro, muchas veces rotos y tirados en el suelo, cuando los fui a encolar y repararlos me di cuenta de que empezaban a parecerse más a un cuadro que a un mapa, de ahí a dar el primer paso y pintar encima es cuestión de darle vueltas. También he comprado unas láminas de talleres mecánico, que a mí ni me gustaban los coches ni conducía por aquella época, las compré porque me parecían bonitas y estaban dando vueltas por el estudio así que las restauré y me surgió la idea de pintar encima (me muestra alguna lámina original de Mercedes Benz de los años ’60)
¿Todos de Mercedes Benz?
No, no, tengo también Simca Mil, estas láminas antiguamente estaban en los propios talleres de mecánica. Generalmente dibujo la figura humana sobre ellos.
¿Obsesión con la mujer?
El dibujo femenino, bueno y el masculino que lo pinto menos, pero lo pinto, es un tema que me gusta, un tema clásico de la pintura. No pinto mucho paisaje (risas). He realizado también unas figuras de barro que son mujeres.
En Venus vemos a la mujer totalmente desnuda , ¿por qué tan descriptivo?
Pues porque tengo muchas láminas de anatomía antigua que es un tema que siempre me ha gustado mucho y me parecían maravillosas.
¿Crees que alguien le puede parecer un poco fuerte como para ponerlo en su salón?
Sí, es posible… Yo no obligo a nadie a que le guste pero es un tema que me gusta. También he tardado un poco en sacarlo adelante porque sabía que era un tema más difícil, pero la belleza también está en el interior y el cuerpo humano es maravilloso por dentro si le quitas la sangre y el gore. Es cierto que es un tema que mucha gente rechaza, incluso a mi galerista le produjo rechazo, pero también hay mucha que lo aprecia y le gusta. Cuanto más mayor te haces menos barreras te pones y más haces lo que te da la gana.
Venus – Fernando Vicente || Fotografía: María Eugenia Martín.
En Vanitas las mujeres siguen como tema principal. ¿Qué diferencia Vanitas de Venus?
En Vanitas junto dos temas que me han gustado mucho, que son la anatomía y la moda de los años ’50 y ’60. En Vanitas la mujer no está desnuda y en Venus precisamente el tema es Venus.
Llevas un modisto escondido.
No, pero si compro muchas revistas de moda. Creo que también lo hice para rebajar el “drama” de la anatomía al ponerle un poco de belleza alrededor, con la simágines de moda le quitaba un poco de drama. (Me enseña una lámina de una mujer embarazada a la que se le ve el feo y me cuenta la historia de la venta del cuadro) éste me lo compró un tío de Roma, vino al estudio y se llevó en el avión, todavía no sé cómo, (risas) le dije que si se lo quitaba del bastidor y no quiso, era un cuadro enorma y me decía en italiano “Io sono piu bravo” (risas).
¿Te tachan de sexista por las pin ups?
Podría temerlo pero el tiempo me acompaña y podría ser visto por las feministas como un poco machista o sexista pero es que está súper de moda y precisamente a quién más gusta es a las mujeres. Tengo un curso on-line, que se llama Doméstica, trata sobre dibujar pin ups,y de mis 300 alumnos casi todos son chicas, de hecho, hay un mundo alrededor de la pin up de chicas que se visten retro. Está todo tan cercano que el tiempo me está acompañando y he tenido suerte y nadie me ha tachado nunca de sexista, tengo mucho respeto por la mujer y se nota. Las pin ups no son groseras, no trato de hacer nada para el gusto del hombre. Cuando tuve que abordar el proyecto del cartel de La Feria del Libro no dudé ni un instante en que iba a ser una mujer… tengo un montón de barajas pin ups y cuando me encargaron que hicieron una baraja de este tipo me entusiasmé
¿Es complicado hacer tantas mujeres diferentes?
No, en realidad he hecho tantas… que me salen solas. Tengo dos barajas distintas la primera la hice para Fournier. Hago el dibujo a 50×70 que es una barbaridad.
¿Por qué en acrílico?
Pues mira paso de hacer témpera y acuarela en los ’80 con el cómic a algo muy cercano a la témpera como era el acrílico. El acrílico es un paso cercano a la témpera, también he trabajado con óleo pero el acrílico tiene la ventaja de que los colores los hago yo, que los pinceles se pueden limpiar sin ningún tipo de problemas. Si pintase al óleo los cuadros y a acrílico la ilustración pues cambiaría todo pero de esta forma simplemente cambio el lienzo.
Pinturas || Fotografía: María Eugenia Martín.
¿El cambio de material influye?
No, no, básicamente la pintura es la misma y a mí no me crea problema.
Has expuesto en infinidad de sitios. ¿Dónde has tenido un feeling especial?
Seguramente haya sido con las dos exposiciones que llevo hechas “antológicas” que suena un poco así… (risas). Junté mucho trabajo en el Casall en Palma de Mallorca en 2011 y de ella hay un catálogo estupendo. La otra, la de ABC este año. En ellas se ha transmitido todo mi dibujo desde el primero, recuerdo mi primer dibujo de este estilo… Estaba en un concierto en el Rockolla de un grupo que me gusta mucho se llama Grupo Sportivo, me fijé en el saxofonista y a la mañana siguiente hice el primer dibujo moderno dejando la plumilla. Me fui amansando porque esos dibujos eran muy exagerados.
Un saxofonista de resaca… suena bien.
(Risas) Sí… me levanté y tenía que dibujarlo, ahora está un poco dañado porque hubo una inundación ( me lo muestra).
Has cambiado la firma…
Sí, he pasado por varias firmas. Ahora es más “artística”. (Risas) (Le dice a su mujer que deje de sacar ilustraciones ya que “luego no saben que van a publicar”). Mi mujer es el alma del estudio, me organiza, me ayuda con todo, es muy necesaria.
Firma de Fernando Vicente || Fotografía: María Eugenia Martín.
La Fiambrera…
Es un espacio nuevo que funciona como un espacio multifunción, te puedes tomar un café, leer un libro o ver una exposición. Las galerías de arte estaban muy econsertadas y eran sitios donde daba un poco de apuro entrar. Iba a ver exposiciones desde crío y me acuerdo que daba apuro entrar en según que galerías porque los galeristas te miraban con cara de “ no vas a comprar nada”. En este sitio te tomas un café y de paso tiene una galería que es lo que da vida al espacio.
¿Los pintores compráis a otros pintores o sois egocéntricos?
Yo no tengo nada mío en casa porque me aburre y tengo todo en el estudio. Lo que sí hacemos es intercambiar y muchas veces no puedes comprar porque son cuadros muy caros, aún así, tengo muchas obras de amigos.
Supongo que es complicado enfrentarte a cada escritor y su libro.
Es uno de los temas que está muy de moda en las editoriales. Se han dado cuenta, al no vender muchos libros, de que se estaban quedando atrás y han decidido dar el paso de ilustrar. Antes el libro ilustrado era el juvenil o el infantil, en cambio ahora las editoriales están convirtiendo el libro en algo más. Yo es uno de los trabajos con los que más disfruto y que más me interesan. Trabajar con un libro es meterte en el texto, preguntarte de qué forma lo vas a abordar… He hecho desde el Manifiesto Comunista hasta Jane Austen y lo hago con el género de la metáfora visual, se trata de hacer una idea que de pie a una pequeña metáfora ilustrada. El Drácula de Reino de Cordelia es el trabajo del que más orgulloso estoy.
Pasar de Conan Doyle al Manifiesto Comunista es un choque brutal.
Bueno lo que hace es replantearte es el cómo abordar con una ilustración el fondo del libro. También es algo parecido a una película en la que yo soy el director de arte, el localizador de exteriores. Con cada libro me documento, por ejemplo, con el de Reverte de la guerra civil no tenía nada sobre este tema, no sé si por un tema de rechazo o no, fui a la Feria del Libro Antiguo en el Paseo de Recoletos y me gasté 300 euros en material de la guerra civil. Para el de Jane Austen compré libros sobre jardines victorianos. Te documentas y es una parte del trabajo que a mí me gusta mucho.
Ilustrar la guerra civil.
Pérez-Reverte quiso que fuese yo el ilustrador porque ya habíamos trabajado juntos. Cuando me lo encargaron pensé que me había metido en un follón… pensé “Reverte y guerra civil” suena polémico (risas). Pero él realmente ha hecho un libro bastante neutro que está muy bien, y además sintió la necesidad de contar al guerra civil a nuestros jóvenes ya que en los colegios no se explica o se explica de forma sesgada políticamente. También he disfrutado dibujando escenas que no están fotografiadas como el momento de la discusión entre Unamuno y Millán Astray.
Es la propia Carmen Polo quien protege a Unamuno.
Sí exactamente, pero el momento no estaba fotografiado y bueno tuve esa opción maravillosa de dibujarlo o cuando se llevaron a Lorca para fusilarle o el momento en que Machado cruzó los Pirineos dirección Francia.
Ilustración en el libro de Arturo Pérez-Reverte || Fotografía: María Eugenia Martín.
¿Has rechazado algún proyecto por no poder técnicamente realizarlo?
Porque no haya podido… no. De hecho cuando doy charlas a gente que quiere ser ilustradora yo animo a probar de todo. Mucha gente se cierra puertas con una única temática y yo abogo por no cerrarse puertas. Nunca me he puesto barreras, pero sí he dicho que no por tener mucho trabajo o porque el trabajo no me interesase.
Fernando Vicente en su estudio || Fotografía: María Eugenia Martín.
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