Una editora de belleza revela los trucos para lograr cejas de impacto. “Por primera vez me di cuenta de que me había estado depilando las cejas en exceso”.
Hay una foto en mi anuario de la secundaria en la que estoy usando una camiseta térmica de segunda mano del tamaño de un niño (eran los años 90), y estoy sentada en la biblioteca hojeando un libro. Sin complicaciones en dicha composición, esa foto destaca en mi memoria, no tanto por la nostalgia de la juventud, sino porque fue la primera vez que me di cuenta de que me había estado depilando las cejas en exceso.
Habiendo comprado recientemente un espejo de aumento para facilitar la meticulosa eliminación de esos pelitos individuales de mis cejas ‘genéticamente altas’, oscuras, tan delgadas y tan puntiagudas, que me hacían parecer una madrastra de Disney muy malvada.
La revelación no tuvo el impacto suficiente como para evitar que nuevamente esculpiera casi dos alas de murciélago de aquella zona durante la universidad. Pero, cuando me mudé a la ciudad de Nueva York en los primeros años, me hicieron una intervención en una cita improvisada con la archigurú de Manhattan, Jimena García. “Deberías dejarte crecer las cejas”, dijo. “Entonces simplemente cepíllatelas con gel para que se vean salvajes”.
Lo hice –especialmente después de que Jimena me presentó el poder revolucionario del tinte vegetal. Ella es la única persona que me ha tocado las cejas en los últimos 13 años, razón por la cual gritó de alegría cuando por fin reveló que quería llevar la fase de crecimiento un paso más allá: dejar de depilar los pequeños pelos debajo de mi ceja y mantener la línea natural de las mismas, un movimiento inspirado en Taylor Hill y destinado a eliminar el look de parecer demasiado “hecho” (mi mayor temor a la belleza).
‘Es la tendencia en cejas ahora mismo’, confirmó Jimena. ‘Psicológicamente, donde estamos como personas, estamos realmente en esa libertad de dejar ir’. Ese ‘soltar’ puede llevarte a tener unas cejas al estilo de las gemelas Olsen o Kaia Gerber… un incentivo adicional. Pero este proceso también vino con una dolorosa fase de “crecimiento” –como lo aprendí rápidamente–, plagado de agujeros, folículos orientados horizontalmente y mucha incertidumbre. Verse ‘salvaje’ está muy bien, hasta que parece un desastre descuidado.
Si bien el crecimiento real y verdadero puede llevarte hasta un año completo, “Puedes ver una gran diferencia entre seis y ocho semanas; ese es el bache más difícil”, explica Jimena. “Solo tienes que encontrar cosas para mantener tus cejas mientras se ven rebeldes”. Algunas de esas cosas son: rellenar los huecos con un suero de crecimiento, como el RevitaBrow, o un gel teñido con cera, como el excelente Boy Brow de Glossier, o pedirle a un amiga que pase a retirar tus pinzas de una buena vez o llevar en tu bolso una foto de las cejas de tus sueños (¡Lourdes Leon!) como un recordatorio para sentir que todo el duro y torpe trabajo sirve.
“Tienes que tener un plan de acción”, insistió Jimena, aconsejándome controles regulares con un acondicionador de cejas de un mes a dos meses, para darles forma y aplicar tintes continuos, lo que “sacará la pelusa” y te permitirá ver el progreso que has tenido.
Aún así, cuando el impulso momentáneo de depilarse parece insuperable, distraerse con otro hábito, como el aplicar un color de labios llamativo o un rímel como Lash Amplifying Lacquer de Christian Louboutin en color Sevillana, puede ser de ayuda.
Así que, caminando hacia la marca de las siete semanas, esta editora de belleza puede confirmar que la lucha fue real. Pero finalmente le logré dar la vuelta en un evento una tarde en Midtown, mientras jugaba con diferentes productos a través de la aplicación de cosméticos virtuales YouCam Makeup, cuando un técnico seleccionó uno de los filtros de cejas precargados para “completar mi estilo”. Uno delgado, plano y sin vida, una línea muy distinta en comparación con las cejas gruesas, tupidas y naturales que ahora puedo llamar mías, con orgullo mi propio.
Con información de Vogue Magazine