Durante el aislamiento social obligatorio decretado en Argentina, muchas madres y padres se venafectados a la hora de continuar con sus obligaciones laborales y al mismo tiempo realizar las actividades domésticas y ocuparse del cuidado y apoyo de los niños en sus programas académicos.
Kyra y Federico tienen tres hijos: Annika de 1 año, Alexander de 4 y Milenna de 6.
La rutina comienza a las 7 de la mañana, desayunan en familia y a eso de las 8 y media comienzan con las tareas de la escuela. La idea es hacer primero las tareas del colegio y después conectarse cada uno a sus respectivos Zooms para tener contacto con las maestras y con sus compañeros. Las clases virtuales duran entre 20 y 35 minutos.
“Cuesta sentarlos, pero cuando está prendido se enganchan y está bueno porque están en contacto con otros y no siempre con la mamá”, admitió Kyra.
Siempre tratan de terminar antes del mediodía así les queda toda la tarde para jugar y hacer esparcimiento. Sin embargo, no siempre las ganas de hacer las tareas son las mismas. Mile, que está en primer grado, se queja bastante de que prefiere tener a su maestra y no a su madre. La falta de sus compañeros se nota, ya que es diferente aprender sola, escribir o colorear un dibujo. “Le falta compartir los lápices de colores con sus amigos, intercambiar útiles e ideas”, expresó su madre.
Fede, el padre de la familia, trabaja de 8 de la mañana a 8 de la noche, pero al mediodía tiene una pausa para almorzar, entonces ese es el momento en familia.
“La realidad es que la cuarentena hizo que seamos una familia dependiente de la tele, ya que se transformó en una herramienta así los chicos se distraen y nos permiten algún espacio y momento de no tener que ocuparse de los tres”, contó Kyra.
Si el tiempo está lindo, la familia aprovecha para estar en el jardín, o al aire libre andando en bici o patines.
“Hicimos fueguitos e hicimos camping en el jardín, cocinamos panes, tortas y cosas ricas, también armamos una huerta, osea que también estuvimos un tiempo dedicados al armado de ella, removimos la tierra y regamos las plantas todos los días”, explicó Kyra.
“Los tres chicos, la escuela y los zooms, las compras, las comidas, cuatro veces por día caseras y ricas y mantener a todos entretenidos hacen que a las 10 de la noche llegue frita”, contó Kyra entre risas.
Por otro lado, sus proyectos personales quedaron en el segundo plano. A principio de año ella se había anotado en una carrera, pero debido al poco tiempo que tiene para ella, la tuvo que dejar. No obstante, la entrevistada contó que una vez por día encuentra un momento para hacer deporte y cuidarse físicamente, aunque admitió que muchas veces lo hace con un niño trepado a ella.
“Los primeros meses costó, a Fede le cuesta trabajar cuando los chicos pelean, gritan o si están jugando y se matan de risa, los ruidos de la casa dificultan a veces que él pueda tener reuniones serias o formales sin interrupciones”, contó la entrevistada en diálogo con Bioguia.
Kyra dice que el haber resignado las esperanzas de que los niños vuelvan a la escuela este año hizo que la rutina comience a funcionar mejor y de una manera más ordenada. “Todos estamos más organizados, la escuela, los Zooms, nosotros, entonces todo empezó a tomar otra forma”, explicó.
La familia contó que lo que más cuesta es mantener motivados a los chicos con la escuela, más que nada a Milenna, la más grande que arrancó muy motivada, por su primer año en primaria. Sin embargo, la falta de amigos y el aprendizaje entre pares le afecta muchísimo.
“Hablo siempre desde el plano principal, si tengo que pensar que es lo que está pasando a nivel social con todo esto es terrible”, especificó Kyra.
La familia contó como positivo que están pasando mucho tiempo con los chicos y que ellos van incorporando el hábito de hacer tareas de la casa, como: ordenar, cocinar, ocuparse la huerta, las plantas, quehaceres básicos para la vida. “Fede tiene todos los días el almuerzo con los chicos que en la vida normal no tendría, conversa mucho más con ellos y está buenísimo”, contó la entrevistada.
Por su parte Kyra afirmó que le fue difícil estar todos los días y a toda hora ocupándose de los chicos. Si bien lo disfruta y lo hace con mucho cariño, reconoce que la perspectiva de tener unas horas para hacer algo propio estaba buena. Pero espera que en el 2021 pueda tener más tiempo para dedicarse a ella misma.
Dani y Marce son padres de dos nenas: Filippa de 2 años y Amanda de tres meses. Los dos trabajan en el área de Marketing, dentro de una empresa de telecomunicaciones.
Dani contó que cuando arrancó la cuarentena se hizo muy agotador trabajar desde su casa porque Filippa todavía no sabe jugar sola. “Quizás le proponemos alguna actividad, pero son como mucho entre 10 y 15 minutos los que suele pasar sola”, explicó la madre de Filippa. Con lo cual se les hacía imposible estar concentrados los dos en algo o teniendo un call, porque los momentos en que estaban los dos hablando por teléfono, su hija se desataba y hacia todo lo que podía para llamar la atención de ambos.
La familia contó que fueron meses muy duros para trabajar, ya que los días eran interminables porque arrancaban a las ocho de la mañana y entre los tiempos que compartían con Filippa terminaban de trabajar a las 12 de la noche porque trataban de hacer lo que durante el día no podían.
Al igual que los hijos de Kyra y Fede, Filippa no miraba televisión antes de la cuarentena, pero el jardín al que va tiene una propuesta muy interesante que consiste en tratar distintos temas por mes. Por ejemplo, los medios de transporte, los animales de la selva, sobre eso mandan uno o dos videos por día con cuentos y actividades para que los padres hagan junto con los chicos.
Amanda, la segunda hija de Dani y Marce nació a finales de junio, así que se les sumó a la cuarentena la intensidad de trabajo, Filippa y el embarazo.
En junio, cuando nació Amanda, Dani entró de licencia entonces puede dedicarle más tiempo a la casa y de a poco se están organizando. Por su parte, el padre de las nenas, puede trabajar de corrido de ocho a siete de la tarde, sin embargo el estar encerrados tanto tiempo se hace complicado.
La realidad es que mucho tiempo para dedicarse a ellos mismos no hay. “Yo pude hacer yoga para embarazadas una o dos horas por semana, pero ahora estoy queriendo hacer yoga post parto y sinceramente no encuentro el espacio todavía, ni el tiempo. Marce está pudiendo hacer terapia una vez por semana y algo de mindfulness”, contó Dani.
La familia afirma que les costó un montón trabajar con las exigencias laborales y con una nena demandante de dos años, pero que la cuarentena trajo sus cosas positivas, como el hecho de poder compartir tiempo con Filippa, acostarla a dormir la siesta tranquila, despertarla, desayunar juntos. Pero lo más importante es que Fili cuando arrancó el aislamiento obligatorio, casi que no hablaba y ahora es una “radio”. También aprovechan el tiempo para ir a caminar y dar una vuelta a la manzana todos juntos.
Cuando los padres tienen un tiempo y un espacio para ellos, no sólo es positivo porque se están mimando, sino que además sueltan todo ese estrés o presión que tienen acumulado.
La realidad es que hacer algo que nos gusta da mucha satisfacción e inmediatamente impacta en nuestro bienestar haciendo que uno se sienta feliz, ligero y mire las cosas desde una perspectiva más positiva.
Con información de Bioguía