¿Lavas la ropa que te compras antes de usarla? ¿O te pueden las ganas por estrenarla y te la pones sin lavar? ¿O simplemente no te habías planteado la necesidad de hacerlo? Si estás leyendo este artículo es muy probable que hayas respondido algo así: NO (a la primera pregunta); Sí (a la segunda) y NO, no me lo había planteado (a la tercera). Pero no pretendemos convertir estas líneas en un test sobre tus hábitos de limpieza con tu ropa. Queremos poner sobre la mesa algo que puede que no te hayas planteado antes: la necesidad de lavar la ropa nueva antes de estrenarla. Y no nos estamos refiriendo solo a la ropa interior y los biquinis y bañadores, sino a todo lo demás (incluidos jeans, camisas y vestidos).
El doctor Philip M. Tierno, director de microbiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York –el mismo que alertó de las bacterias, ácaros y células muertas que atesoran las sábanas–, analizó prendas de diferentes tiendas y confirmó la multitud de bacterias que encontró en ellas. Una teoría que no es propiedad de Tierno, sino que corroboran otros tantos expertos en microbiología. ¿Un ejemplo? Las palabras que han compartido con Vogue.es María del Carmen Romero, Doctora en Ciencias Biológicas, experta en Microbiología y profesora de la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR), y Carmen Fernández-Antón, Doctora en Medicina y Especialista en Dermatología de Top Doctors. Ambas nos confirman la necesidad de lavar todo tipo de prendas antes de usarlas.
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¿Qué se puede encontrar en una prenda sin usar?
Partamos de la base de que el número de personas que se han probado la prenda antes que tú puede ser bastante elevado –la doctora Fernández-Antón habla de “muchas decenas de personas desconocidas”–. Y partamos de otra realidad. “Además, hoy en día muchas prendas se fabrican en países lejanos y desconocemos las condiciones exactas de conservación y transporte y por cuántas manos han pasado hasta llegar a su destino”, afirma la experta de Top Doctors. Todo esto explica que cuando se han analizado estas prendas se han encontrado multitud de gérmenes, virus y bacterias. Y añadamos otro condicionante más que justifica la necesidad de lavar todo lo que compramos: los productos químicos y tintes con los que se trata la ropa y que pueden irritar nuestra piel. Dado que hablar de gérmenes y bacterias es un concepto demasiado amplio, haremos referencia a la explicación de María del Carmen Romero: “El microbiólogo Philip M. Tierno, en un estudio en el que analizó blusas, pantalones y ropa interior procedente de tres tiendas diferentes, encontró bacterias que forman parte de la microbiota de la piel como son estafilococos y microorganismos vaginales y de origen fecal. Cuando nos probamos la ropa estos microorganismos entran en contacto con diferentes partes de nuestro cuerpo y podrían desencadenar una infección”, explica.
¿Qué puede ocurrir si nos ponemos ropa nueva sin lavar previamente?
Que no cunda el pánico: que estemos hablando de la necesidad de lavar la ropa antes de usarla no implica que no hacerlo sea arriesgado para nuestra salud. Digamos que es conveniente y, sobre todo, muy recomendable para nuestra piel. “Es verdad que el riesgo de contraer una infección grave es muy bajo, pero sí que existe un pequeño riesgo que puede aumentar si tenemos heridas en la piel o el caso de personas inmunodeprimidas. Es por ello que es recomendable lavar la ropa antes de estrenarla. Incluso deberíamos evitar el contacto directo cuando nos la probamos. Aunque la ropa no vaya a estar en contacto con la piel, al tocarla podemos exponernos a estos gérmenes y por la boca pasar a nuestro organismo”, explica la profesora de UNIR, que aporta otra dato tranquilizador: “Cada día estamos en contacto con un elevado número de gérmenes y quizás solo uno 2% son peligrosos para la salud”.
Los inconvenientes que tiene para la PIEL
_No obstante, y aunque contraer una infección grave por no lavar la ropa es algo muy poco probable, la doctora Carmen Fernández-Antón sí recala en una probabilidad más factible: la transmisión de infecciones de piel como verrugas víricas, moluscos o infecciones por hongos. “Son muy frecuentes y de fácil contagio. La transmisión puede ser sencilla a través de prendas de vestir. Cuando la barrera de la piel no está intacta por heridas, irritaciones o ezcemas o como ocurre en pacientes con piel sensible o dermatitis atópica, este contagio es mucho más sencillo”, explica la experta.
Entre los problemas que puede tener para nuestra piel ponerse ropa nueva sin lavar también está el riesgo de contraer piojos (sobre todo en el caso de gorros y sombreros) o “erupciones cutáneas como dermatitis alérgicas de contacto o irritativas –debidas a productos químicos presentes en prendas de vestir– que, en ocasiones pueden ser muy molestas y extensas”, explica la doctora de Top Doctors, que añade otra razón más que justifica el lavado pre-estreno. “Aunque no se tenga ningún problema cutáneo previo, este siempre puede presentarse por primera vez, por lo que es mejor no arriesgarse”._
Así se hace el lavado pre-estreno
Aunque, en vista de todo lo anterior, parece justo y necesario lavar cualquier tipo de prenda antes de ponérsela por primera vez, la necesidad se incrementa cuando la prenda está en contacto directo con la piel puesto que el riesgo de transferencia de alérgenos o infecciones también aumenta. Asimilado todo esto, la siguiente pregunta parece obvia. ¿Cómo debe lavarse la ropa nueva por primera vez? ¿Conseguimos eliminar todos esos gérmenes con un programa corto de lavado? Más que el tiempo de lavado, lo que importa es la temperatura del agua con el que se lava. Tal y como especifica María del Carmen Romero, la mayoría de las bacterias potencialmente patógenas pueden sobrevivir y reproducirse a temperaturas de entre 20 y 40 grados. Por eso, lo más recomendable es hacer este lavado pre-estreno a 60 grados. No obstante, dado que hay muchas prendas que no pueden lavarse a esta temperatura, la experta de UNIR recomienda en este caso usar un detergente desinfectante, vinagre blanco o lejía para ropa de color. Y apunta otra recomendación. “Tender la ropa en un sitio aireado y siempre que se pueda, soleado”.
Con información de Vogue