América Latina y el Caribe no solo es “la región más desigual del mundo”, como indica el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Se trata, también, de “la segunda más propensa a sufrir desastres naturales”, asegura la Oficina de la ONU para Asuntos Humanitarios (OCHA). Y esta incidencia podría aumentar, en parte debido al cambio climático y a la degradación del medio ambiente, según un informe divulgado en enero de 2020.
La combinación de ambos récords ha sido fatal para la región en los últimos 20 años. Entre inundaciones, huracanes y tormentas, terremotos, sequías, aludes, incendios, temperaturas extremas y eventos volcánicos, más de 1.200 desastres naturales afectaron a unos 152 millones de latinoamericanos y caribeños entre el año 2000 y el 2019, resume OCHA.
Inundaciones, el desastre natural más común en Latinoamérica
De esta larga lista, el desastre más común en la región son las inundaciones, un fenómeno que América Latina y el Caribe experimentaron al menos 548 veces en las últimas dos décadas, con pérdidas de más de 1.000 millones de dólares en doce ocasiones, y unos 53 millones de afectados directos en total.
En este contexto, Brasil se ubica entre los principales países del mundo con más población expuesta a este tipo de catástrofes. Aunque es en Colombia, por ejemplo, donde la mayor cantidad de pobladores, más de 10 millones de personas, ha sufrido efectivamente estos desastres en los últimos años. Otros países como Panamá, Costa Rica, Venezuela, Perú, Bolivia, Uruguay y Argentina también se han visto afectados.
Tormentas y huracanes, devastadores y letales
En Centroamérica y el Caribe, no pocas veces las inundaciones son causadas por huracanes, de los que la región ha enfrentado un promedio de 17 anuales en los últimos 20 años. De ellos, 23 han alcanzado categoría 5, la máxima en la escala Saffir-Simpson.
Hace tres años, en 2017, la temporada de huracanes fue “la tercera peor registrada en términos de número de desastres, países afectados y magnitud de los daños”, precisa la OCHA.
En total, en los dos decenios pasados, unos 34 millones de personas en toda la región, especialmente en México y las islas del Caribe, resultaron afectadas por estos fenómenos naturales.
A ello contribuye también que, según la ONU, las tormentas que afectan a Centroamérica y el Caribe son cada vez más frecuentes e intensas -lo que ha producido un aumento de las precipitaciones y mayores marejadas, además de dejar cada vez menos tiempo para organizar la recuperación entre desastres.
Cuba, México y Haití han sido en este tiempo los países más afectados por este fenómeno en la región: con 110 tormentas, 39.000 millones de dólares en daños totales, 29 millones de personas damnificadas y 5.000 muertes. De estas muertes, más del 85% tuvieron lugar en Haití, el “más pobre y vulnerable” de los países del Caribe, precisa OCHA.
Así, mientras la dimensión de los daños dejados por Eta, primero huracán y luego depresión tropical, crece en Centroamérica en este noviembre de 2020, el informe de OCHA deja claro que también tormentas “débiles” pueden ocasionar ingentes daños, compensando con fuertes lluvias su pobre intensidad. Y, en DW, les presentamos esta selección de tormentas y huracanes que dejaron huella en estas últimas décadas en nuestra región:
2004, Jeanne
Golpeó primero a Puerto Rico el 15 de septiembre y se fortaleció justo antes de tocar tierra en República Dominicana. Entre el 17 y el 19 de septiembre de 2004, las inundaciones causadas por el huracán Jeanne dejaron, en Haití, más de 3.000 muertos o desaparecidos y 300.000 damnificados. También se registraron inundaciones y víctimas mortales en República Dominicana, Puerto Rico y el sur de EE. UU. (Florida, Carolina del Sur y Virginia).
Stan, 2005
Apenas un mes después de la experiencia devastadora de Estados Unidos con el huracán Katrina, el más mortal de la temporada de huracanes en el Atlántico en 2005, llegó Stan. Esta fuerte tormenta tropical, que alcanzó categoría 1 de huracán, causó inundaciones y desprendimientos, así como al menos 803 muertos y 850 desaparecidos en Centroamérica: unos 670 muertos y 850 desaparecidos en Guatemala; y otros 69 muertos en El Salvador; 49 en México; 9 en Nicaragua; 4 en Honduras y 2 en Costa Rica.
Félix, 2007
El huracán Félix, que alcanzó categoría 5, con vientos de hasta 274 km/h, a inicios de septiembre de 2007, dejó al menos 189 muertos y 245.000 damnificados en Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala y México.
Irene e Issac, 2011 y 2012
Como huracán de categoría 3, debilitado a tormenta postropical, Irene dejó al menos 50 muertos a su paso por el Caribe, Estados Unidos y Canadá. Mientras, al año siguiente, la tormenta tropical Isaac, transformada en huracán de categoría 1, dejó 29 muertos y tres desaparecidos tras golpear Puerto Rico, República Dominicana, Haití, Cuba y Estados Unidos.
2008, Hanna
El 3 de septiembre, el huracán Hanna golpeó Haití, dejando al menos 500 muertos. Pero Hanna no llegó sola: el paso sucesivo de las tormentas Fay, Gustav, Hanna e Ike dejó más de 1.000 muertos y desaparecidos en apenas un mes.
2012, Sandy
Sandy fue el más mortífero de la temporada de huracanes de 2012. Azotó el Caribe, dejando 54 muertos en Haití y 11 en Cuba. Luego, golpeó a EE. UU., con vientos de fuerza huracanada en una región densamente poblada, como el estado de Nueva Jersey y la ciudad de Nueva York. Dejó allí alrededor de 200 muertos, incluidos 40 en Nueva York. Provocó inundaciones masivas y arruinó infraestructuras.
2013, Manuel e Ingrid
Al menos 157 personas murieron y 1,7 millones quedaron sin hogar a mediados de septiembre de 2013 en México, cuando las tormentas Manuel, en la costa del Pacífico, e Ingrid, en la costa atlántica del Golfo de México, causaron lluvias torrenciales que azotaron a 22 de los 32 estados del país.
Erika, 2015
En octubre de 2015, la tormenta tropical Erika pasó muy al norte de Dominica, con vientos sostenidos de solo 80 km/h. Pero aguaceros torrenciales (con totales máximos de 32 cm) dejaron inundaciones repentinas, deslizamientos de tierra, 20 muertos y aproximadamente al 40% de la población afectada. Los daños totales ascendieron a 483 millones de dólares – que representaban el 90% del PIB de Dominica.
Irma 2017
El huracán Irma, que precedió al más devastador y recordado María, azotó una enorme cantidad de países en la primer mitad de septiembre de 2017: Anguilla, Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Cuba, Haití, Puerto Rico, República Dominicana, San Bartolomé, San Cristóbal y Nieves, San Martín, Islas Turcas y Caicos, Islas Vírgenes. Alcanzó vientos de hasta 290 km/h. Pero las cifras de OCHA “solo” dan cuenta de un saldo de 47 muertes y 10 millones de personas afectadas.
Puerto Rico tras el paso de María, en 2017.
María, 2017
Aunque llegó a tener categoría 5, con vientos de más de 270 km/h, María tocó tierra como huracán de categoría 4 el 20 de septiembre de 2017 en Puerto Rico, donde es considerado el más letal de la historia. Hasta hoy, este desastre genera polémica, puesto que ni siquiera se tiene claridad sobre el número real de víctimas que dejó en el estado libre asociado de EE. UU. El Gobierno reportó alrededor de 1.500 muertes, pero un estudio de la Universidad de Harvard elevó cifra hasta más de 4.500, y OCHA apenas registra 143.
Dominica todavía se estaba recuperando del impacto de la tormenta tropical Erika en 2015, cuando fue completamente devastado por María; dejó 64 muertes y afectó a unas 71.293 personas, toda la población estimada como residente la isla. Además, el fenómeno afectó a Guadalupe, Haití, Martinica, República Dominicana e Isla Vírgenes, dejando en total casi un millón de personas damnificadas.
Dorian, 2019
La de 2017 fue la tercera peor temporada en todos los récords históricos por el número y magnitud de los desastres, pero el huracán más fuerte del Atlántico en registrar un impacto directo en tierra fue Dorian, en 2019. En su punto máximo trajo vientos de más de 350 km/h y una marejada ciclónica de siete metros de altura sobre las Bahamas. A su paso, Dorian bajó la velocidad y permaneció casi estacionario durante 36 horas en Gran Bahama y las islas Ábaco, donde destrozó miles de hogares, carreteras, así como la infraestructura energética y de saneamiento.
Con información de DW