“No solo es importante qué comemos, sino también cuándo lo hacemos. Además, tiene una explicación metabólica ya que existe un reloj periférico en nuestro tejido adiposo que, en función de los horarios, activa o desactiva genes que afectan a la ganancia o pérdida de peso. Por ejemplo, cenar tarde hace que puedas engordar más o que adelgaces menos consumiendo las mismas calorías que si las tomas a horas más tempranas“.
Son palabras de la doctora Marta Garaulet, catedrática de Fisiología de la Universidad de Murcia e investigadora y docente de la Universidad de Harvard (EEUU), que tiene a sus espaldas una amplia experiencia en cronobiología, nutrición y obesidad, y ha publicado importantes estudios en las principales y más prestigiosas revistas científicas centrados precisamente en la incidencia del momento de la ingesta en el organismo a nivel metabólico.
Es cierto que elegir el horario en el que comemos o cenamos no siempre es posible ya que intervienen factores de la vida laboral o personal que pueden obligarnos a mantener unos determinados hábitos. Pero la ciencia nos aconseja, en la medida de lo posible, tener en cuenta esta variable, y no solo la calidad de la alimentación, para reducir el riesgo de engordar, máximizar la pérdida de peso e incluso mejorar diversos marcadores relacionados con la salud cardiovascular.
Precisamente, una nueva investigación a cargo de expertos de las Universidades de Nottingham (Reino Unido) y Teheran (Irán) han vuelto a poner de manifiesto la importancia de adelantar el horario de la cena. En su trabajo, publicado en el British Journal of Nutrition, concluyen que entre tomar la última comida del día a las 19:00-19:30 horas o a las 22:30-23:00 horas puede haber una diferencia de dos kilos adicionales de pérdida en el marco de una dieta hipocalórica para adelgazar de una duración de 12 semanas.
Además, los investigadores cerifican que el grupo que cenó más pronto vio mejoras más apreciables en otros paráetros y marcadores de salud cardiovascular como índice de masa corporal, circunferencia de la cintura, niveles de colesterol o de triglicéridos.
“La comida tiene las mismas calorías por el día que por la noche, pero esas calorías no son procesadas de la misma manera por nuestro cuerpo. Somos seres diurnos, y la ciencia de la cronobiología indica que las calorías nocturnas son más ‘engordantes’. Como regla general, intenta concentrar más calorías durante el día, dejando al menos un par de horas entre la cena y la hora a la que te acuestas”, asegura por su parte Marcos Vázquez, creador del blog Fitness Revolucionario, que también se ha hecho eco de este nuevo estudio.
Así pues, la evidencia científica obliga al menos replantearnos los horarios de las principales comidas e intentar adaptarlos siempre teniendo en cuenta los factores laborales o personales de cada uno. Más, si entre nuestros objetivos está el de perder peso o al menos mantenerlo.
Con información de AS