A medida que el COVID-19 se ha extendido por todo el mundo, ha desafiado las ideas preconcebidas sobre qué lugares abordarían mejor la peor crisis de salud pública en una generación.
Las economías avanzadas como Estados Unidos y Reino Unido, clasificadas según varias medidas anteriores a 2020 como las más preparadas para una pandemia, se han visto repetidamente abrumadas por los casos y enfrentan un regreso a costosos cierres.
Mientras tanto, otros países, incluso naciones en desarrollo, han desafiado las expectativas, algunos casi han eliminado el patógeno dentro de sus fronteras.
Bloomberg analizó los números para determinar los mejores lugares para estar en la era del coronavirus: ¿dónde se ha manejado el virus de manera más efectiva con la menor cantidad de interrupciones para los negocios y la sociedad?
El Ranking de Resiliencia COVID puntúa economías de más de 200 mil millones de dólares en diez métricas clave: desde el crecimiento de los casos de virus hasta la tasa de mortalidad general, las capacidades de prueba y los acuerdos de suministro de vacunas que los lugares han forjado.
También se tienen en cuenta la capacidad del sistema sanitario local, el impacto de las restricciones relacionadas con el coronavirus, como los bloqueos económicos, y la libertad de circulación de los ciudadanos.
El resultado es un puntaje general que es una especie de fotografía instantánea de cómo se está desarrollando la pandemia en estos 53 lugares en este momento.
Al clasificar su acceso a una vacuna contra el coronavirus, también brindamos una ventana a cómo la suerte de estas economías puede cambiar en el futuro.
No es un veredicto final, ni podría serlo con imperfecciones en los datos de virus y el ritmo acelerado de esta crisis, que ha visto oleadas posteriores confundir a lugares que manejaron bien las cosas la primera vez.
La circunstancia y la pura suerte también influyen, pero son difíciles de cuantificar.
El Ranking cambiará a medida que los países cambien sus estrategias, el clima cambie y la carrera se intensifique por una vacuna viable.
Aún así, la brecha que se ha abierto entre las economías de arriba y las de abajo probablemente perdurará, con consecuencias potencialmente duraderas en el mundo post-COVID.
El ranking es el siguiente:
País Puntaje de Resilencia COVID de Bloomberg
1. Nueva Zelanda 85.4
2. Japón 85
3. Taiwán 82.9
4. Corea del Sur 82.3
5. Finlandia 82
6. Noruega 81.3
7. Australia 81.2
8. China 80.6
9. Dinamarca 77
10. Vietnam 74.3
11. Singapur 74.2
12. Hong Kong 73.6
13 Canadá 73.2
14. Alemania 71.2
15. Tailandia 70.2
16. Suecia 68.7
17. Emiratos Árabes Unidos 67.5
18. Estados Unidos 66.5
19. Indonesia 66.1
20. Irlanda 65.1
21. Israel 65
22. Rusia 65
23. Países Bajos 64.4
24. Bangladesh 64.2
25. Egipto 63.2
26.Suiza 62.3
27. Pakistán 61.7
28. Reino Unido 61.5
29. Malasia 61.4
30. Turquía 60.6
31. Grecia 59.9
32. Arabia Saudita 59.6
33. Portugal 59.2
34. India 58.1
35. Sudáfrica 57.8
36. Austria 56.3
37. Brasil 56.2
38. Chile 55.9
39. Irak 54.9
40. Italia 54.2
41. España 54.2
42. Nigeria 53.9
43. Rumania 53.6
44. Polonia 52.2
45. Francia 51.6
46. Filipinas 48.9
47. Irán 48.7
48. Colombia 48.1
49. República Checa 46.8
50. Bélgica 45.6
51. Perú 41.6
52. Argentina 41.1
53. México 37.6
Mejor desempeño
Nueva Zelanda encabeza el ranking a partir del 23 de noviembre gracias a una acción rápida y decisiva.
La pequeña nación insular comenzó a tomar medidas el 26 de marzo antes de que ocurriera una sola muerte relacionada con el COVID-19, cerrando sus fronteras a pesar de la gran dependencia de la economía del turismo.
Al principio, el Gobierno de la primera ministra Jacinda Ardern dijo que apuntaría a la “eliminación” del virus, invirtiendo recursos en pruebas, rastreo de contactos y una cuarentena, todo ello como estrategia para ‘apagar’ la transmisión local.
Habiéndolo logrado en gran medida, los neozelandeses viven básicamente en un mundo sin la enfermedad causada por el SARS-COV-2. La nación ha visto solo un puñado de infecciones en la comunidad en los últimos meses, y la música en vivo y los eventos sociales a gran escala han vuelto.
Aunque sus industrias turísticas están sufriendo, Nueva Zelanda también está bien posicionada para una vacuna con dos acuerdos de suministro, incluido uno para la inyección desarrollada por Pfizer y BioNTech de Alemania.
En segundo lugar está Japón, que trazó un camino diferente. Se carece de medios legales para hacer cumplir un bloqueo, pero otros puntos fuertes surgió rápidamente.
Debido a los brotes de tuberculosis en el pasado, el país ha mantenido un sistema de centro de salud pública dotado de marcadores de contactos que se reasignaron rápidamente para tratar el COVID-19.
Los altos niveles de confianza social y cumplimiento significaron que los ciudadanos usaran cubrebocas de manera proactiva y evitaran los lugares concurridos.
Aunque ahora está viendo un aumento récord en las infecciones a medida que se acerca el invierno, la nación de más de 120 millones de personas tiene solo 331 casos graves de COVID-19 en la actualidad; Francia, con una población de la mitad del tamaño, tiene casi 5 mil pacientes con virus en cuidados intensivos.
La capacidad de Japón para evitar decesos a pesar de tener la población más vieja del mundo lo impulsó más alto, al igual que su previsión al cerrar cuatro acuerdos de vacunas, incluidos los dos candidatos principales que utilizan la revolucionaria tecnología de ARNm.
El éxito de Taiwán, que ocupa el tercer lugar, es aún más notable si se consideran sus vínculos con China continental, donde apareció el virus por primera vez en diciembre pasado.
Las redes que transmiten noticias preocupantes de Wuhan permitieron a Taiwán actuar temprano para restringir la entrada en sus fronteras. Luego, la isla fue pionera en un enfoque centrado en la tecnología para reunir a sus 23 millones de personas para protegerse: lanzar aplicaciones que detallan dónde hay mascarillas en existencia o enumeran las ubicaciones donde las personas infectadas estuvieron.
Han pasado más de 200 días sin un caso de virus transmitido localmente y, al igual que en Nueva Zelanda, la vida ha vuelto en gran medida a la normalidad, aunque las fronteras permanecen cerradas.
Sin embargo, Taiwán hasta ahora no ha firmado ningún acuerdo bilateral para las vacunas más avanzadas.
Reacción rápida
Muchos en el ‘top 10’ fueron pioneros y modelaron lo que han surgido como las estrategias más efectivas para luchar contra COVID-19. El control fronterizo ha sido un elemento clave, comenzando con el cordón sanitario original de China alrededor de la provincia de Hubei, que en gran medida protegió al resto del país de la infección.
La economía donde comenzó esta crisis es la más grande de las de mejor desempeño, con pruebas masivas implementadas a la primera señal de nuevos casos y una cuarentena obligatoria de 14 días para los viajeros.
La propensión de China a imponer bloqueos agresivos en regiones donde los recursos médicos o de rastreo son escasos es una desventaja.
Las tres naciones nórdicas en los primeros diez escaños reflejan cómo el control fronterizo se ha utilizado con eficacia en Europa.
Finlandia y Noruega han bloqueado la entrada a la mayoría de los extranjeros desde mediados de marzo, aunque forman parte del área Schengen sin pasaporte de Europa.
Las naciones europeas mejor clasificadas lograron evitar el resurgimiento que ahora envuelve a países como Francia, Reino Unido e Italia causado en parte por los viajes de vacaciones de verano.
Las pruebas y el rastreo efectivos son un sello distintivo de casi todos los 10 principales, incorporados en el enfoque de Corea del Sur.
El país aprobó los kits de diagnóstico de manufactura propia a las pocas semanas de la aparición del virus, fue pionero en las estaciones de prueba y tiene un ejército de rastreadores de contactos ultrarrápidos que revisan los registros de tarjetas de crédito y las imágenes de las cámaras de vigilancia para rastrear los grupos.
Al igual que Japón, Pakistán y otras partes de Asia, Corea se ha basado en la experiencia epidémica reciente después de sufrir un brote del síndrome respiratorio de Medio Oriente, o MERS, en 2015.
La experiencia del brote de SARS de 2003, que involucró un coronavirus similar, ayudó esta vez al este y sureste de Asia, destacó Helen Clark, quien era primera ministra de Nueva Zelanda en ese momento.
“Tenían planes y sabían sobre el rastreo de contactos y el aislamiento y demás”, aseveró en una entrevista. “Esa experiencia quedó grabada en sus recuerdos”.
Con información de El Financiero