La crisis por la alta ocupación hospitalaria y el repunte de contagios por coronavirus (COVID-19) en la Ciudad de México se refleja en la emergencia que viven todos los días las ambulancias.
Las ambulancias llegan a esperar afuera de un hospital hasta cinco horas para que les reciban a un paciente COVID-19, incluso, ha habido casos de muertes dentro de ambulancias.
Es una lucha contra el virus y contra el tiempo, todos los días.
Los paramédicos trabajan 18 horas diarias, mientras que familiares de personas con COVID-19 no paran de solicitar sus servicios, aunque no haya hospital a dónde llevarlos.
Esto sucede todos los días, según Fernando Áviles, propietario de XE Médica, que da el servicio de ambulancia particular y cuyos paramédicos no han sido vacunados.
“Ha sido muy difícil para conseguir hospitales para los pacientes, ni en el sector privado ni en públicos hemos conseguido fluidez, ha sido sumamente difícil”, destacó Fernando Avilés.
Avilés pide que agilicen la venta de la vacuna, o los incluyan en el programa, pues como él, muchos rescatistas, están expuestos a contagiarse todos los días.
El drama que viven todos los días las familias que tienen un paciente COVID-19 es mucho que algunos de los cuales se resignan a perder la vida en sus domicilios.
Inclusive, la batalla por conseguir oxígeno provoca que las personas roben tanques de las propias ambulancias.
“Hemos tenido que reforzar nuestras medidas de seguridad; cuando llegamos al sitio de un accidente, porque cuando salimos ya no hay tanques, obviamente sustraídos por familiares o vecinos y se entiende la desesperación de las personas, es la única explicación”, señaló Fernando Avilés.
Carlos Caballero, rescatista desde hace más de 20 años, ha sido testigo de la crisis que ha escalado por la pandemia y que los deja con un sentimiento de frustración pese a todo el esfuerzo que él y sus compañeros hacen por los capitalinos.
“Yo lo podría describir en una sola palabra, frustración, tanto por la familia como para nosotros, pues llegamos a atender pacientes muy saturados, en malas condiciones, el drama de la mamá, del hijo, de los nietos; no se ponen de acuerdo y el paciente está grave, lo dejamos en el domicilio porque el paciente va a fallecer”, destacó Carlos Caballero.
Con esto, el día a día de los paramédicos se torna complicado. Todos los que laboran en instituciones privadas no han sido parte de un censo y ni siquiera están en la lista de espera para recibir la vacuna.
Ante ello, su desesperación crece.
Con información de Televisa Antonio Nieto