El músico mexicano Felipe Pérez Santigo no se imaginó que después de componer diversas bandas sonoras para películas de directores como Alejandro González Iñárritu o Guillermo del Toro, tendría que realizar música para extraterrestres.
El mexicano colabora con el Instituto para la Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre (SETI, por sus siglas en inglés), el cual fue fundado en 1984 por Jill Tarter, la prestigiosa astrónoma estadounidense y desde entonces la institución ha observado el espacio en espera de encontrar alguna señal de vida extraterrestre inteligente.
Pérez Santiago forma parte del Proyecto Terrícola, una iniciativa del SETI a través de la cual se enviará un mensaje musical de la raza humana al espacio.
“Los responsables del Instituto me contactaron y me propusieron crear una obra musical que represente a la humanidad en caso de contactar con una posible inteligencia extraterrestre. Me encantó la idea de poner a la ciencia y al arte a trabajar juntos; ¿No era Leonardo Da Vinci a la vez un científico y un artista?”, dijo en entrevista a la BBC el músico.
El Proyecto Terrícola significa para el creador una “fantástica oportunidad” gracias a la cual “millones de personas podían tener voz”.
Pero además del artista mexicano, la posibilidad de participar en el proyecto está abierta a cualquier persona, de cualquier parte del mundo, ya que podrán enviar alguna grabación cantando algo con lo que se identifiquen.
“Puede ser una canción de cuna, un canto funerario; lo que sea”, destacó Pérez Santiago, quien agregó que ya han recibido miles de audios de diversas partes del planeta.
El músico creará una serie de composiciones musicales con las voces de todos los que participen, sólo la voz humana será la protagonista sin instrumentos musicales.
La primera composición será lanzada a la Luna, a bordo de un cohete espacial cuyo despegue está previsto para el próximo mes de junio. Las creaciones serán grabadas en discos de níquel “prácticamente indestructibles”, diseñados para durar miles de años, subrayó.
Esta no es la primera vez que se pone música en órbita. En 1997 dos sondas Voyager de la NASA, la agencia espacial de Estados Unidos, transportaron discos que ya están a más de 18 mil millones de kilómetros de la Tierra.