Las mujeres han sido musas inspiradoras durante toda la historia del arte. Pero las obras no solo plasman la belleza y fortaleza femenina, a veces muestran un lado más oscuro, la represión, crueldad y violencia contra la mujer. Así lo expone el periodista e historiador de arte, Peio H. Riaño, en su libro “Las invisibles. ¿Por qué el Museo del Prado ignora a las mujeres?”, como uno de los múltiples ejemplos de moralidad patriarcal en el arte, según publicó el diario El País.
“La pintura representa un feminicidio, y lo peor de todo es que el museo no lo cuenta como tal”, explicó al medio español. “La mayoría de las pinacotecas no se han movido de un discurso anacrónico, que sigue operando desde el siglo XIX”. Algunas obras que explica en la publicación son:
“NASTAGIO DEGLI ONESTI” (1483), BOTTICELLI
Aunque es una de las joyas del Museo del Prado, la pintura muestra una terrible escena. Una mujer a su pretendiente que, desesperado, se suicida. Tras la muerte de ella, ambos son condenados a repetir, cada viernes, durante años el momento en la que él la asesina salvajemente en el bosque. La pintura fue encargada como regalo de bodas, pero tenía un claro propósito aleccionador para la joven esposa.
“LA MUERTE DE ACTEÓN” (1559-1575), TIZIANO
Un dejo de empoderamiento femenino se muestra en la representación del mito griego de Acteón. La diosa Artemisa estaba bañándose desnuda en un río, cuando descubrió al cazador Acteón espiándola. Como castigo, ella lo convirtió en un ciervo, y sus propios perros de caza lo devoraron sin compasión.
“SUSANA Y LOS VIEJOS” (1610), ARTEMISIA GENTILSECHI
La casta Susana habría rechazado a dos ancianos que la espiaban mientras se bañaba, y los tipos, como venganza, la denunciaron por adulterio. Como en el mundo antiguo la mujer poseía nula credibilidad, la sentencia la condenó a morir por lapidación. Por fortuna, el profeta Daniel vino en su ayuda y al final fueron los viejos quienes finalmente resultaron ejecutados.
“EL ESPEJO PSIQUE” (1876), BERTHE MORISOT
La vanidad de la mujer que se mira en el espejo se convierte aquí en introspección psicológica. No es casualidad que la autora sea también una mujer, una de las pocas pintoras impresionistas.
“LEE MILLER EN LA BAÑERA DE HITLER” (1945), LEE MILLER Y DAVID E. SCHERMAN
Irrumpir en el cuarto de baño de Hitler y hacerse una foto dentro de su bañera el día mismo en que él se suicidó es, entre otras cosas, una performance extrema. Pues eso es lo que hizo el 30 de abril de 1945 la fotógrafa norteamericana Lee Miller. Desde las botas ensuciando el tapete, hasta la foto del genocida sobre la repisa, Miller baila figuradamente sobre la tumba de un dictador.
“TAPP-UND TASTKINO” (1968), VALIE EXPORT
La austriaca Valie Export fue una pionera de la performance corporal y en esta creación colocó una especie de escenario teatral portátil alrededor de su cuerpo desnudo, y así salía a la calle, invitando a los hombres, mujeres y niños a que la tocaran, muestra de una sexualidad femenina abierta y desatada, que supone una amenaza para el patriarcado.