Irreverente
Les platico: cero opiniones verán de este irreverente servidor en mi artículo, al contarles lo que ocurrió en el primer día de vacunación en San Pedro Garza García.
Puros datos y los comentarios que incluyo son de quienes recibieron las primeras 6,500 dosis de la vacuna Pfizer contra el bicho. ¡Arre!
Primero, pues no fue con lana del municipio, como le sugirió Mauricio Fernández a Miguel Treviño.
Las vacunas fueron proporcionadas por el gobierno federal y nada de Sputniks o chinas. Son Pfizer, las mismas que se están poniendo como desaforados los regios que llenan los vuelos hacia San Antonio, Houston, Dallas y los privados a McAllen y la Isla del Padre.
El caso que tomé como referente, desde que llegó al Punto Oriente, en el costado sur del Parque Rufino Tamayo, hasta que recibió su primera dosis, ocupó una hora 55 minutos.
Traía cita para las 12 del mediodía pero cuando llegó al primer “retén de control” y le pusieron su banda gris, ya era la 1 de la tarde.
Es que los oficiales de tránsito que estaban ahí lo mandaron a la fila de vehículos, siendo que él traía el “modo peatón” en su confirmación.
“No se preocupe”, le dijo la chica que lo recibió en la barrera de entrada, “de todos modos se la van a aplicar”.
Un malabarista fue contratado por la Casa de la Cultura de San Pedro para entretener a la gente.
Seguro que con eso ya desquitó su sueldo de Total Home la secretaria de Cultura, Deportes, Educación y otras hierbas del municipio, la doctora egresada de Tulane University -al ladito de Bourbon Street- Martha Sañudo.
Mas adelante, un mimo en zancos bien risueño y contento, hacía más amena la espera de los que serían vacunados.
Al ver tal despliegue de entretenimiento me acordé de cuando los bancos comenzaron a poner sillas en donde antes la gente se formaba de pie ante las cajas.
Aquella vez dije, si están poniendo sillas para que la gente esté cómoda mientras la gente espera, ya valió madres esto con los tiempos del servicio.
La sana distancia brilló por su ausencia en todos los tramos en que la gente esperaba a ser vacunada.
Sí, todos portaban su mascarilla, pero aún así, el hacinamiento era incómodo, según las expresiones de muchos ahí.
Luego, el contraste al que me referí en el título: el personal del municipio y los voluntarios del Tec Salud, CERO LOGOS DE SPGG, no así los “Servidores (“siervos”) de la Nación” comisionados para andar ahí, que llevaban -todos- sus chalecos café con camisas y blusas blancas adornados con los logos del gobierno federal y el nombre de la Secretaría del Bienestar, bien pero bien visible.
Algunos traían camisas color moreno y todos, gafetes con los colores oficiales de la 4T.
El personal encargado de apoyar a los vacunados para el llenado del formato de las dosis, muy diligentes, amables y profesionales.
Los aplicadores de las vacunas, igual, pero a diferencia del procedimiento obligado en Estados Unidos, no portaban guantes. Cubre bocas sí, lo mismo que caretas.
Los módulos para hacer fila, esperar turno para ser vacunados, llenado de los formatos, aplicación y el periodo de 15 minutos para asistir a la gente en caso de presentar alguna reacción, de estricta primera.
Uno de quienes recibieron la primera dosis -para la 2a serán requeridos por correo o por cel dentro de tres semanas- dijo: “chin, lo único malo es que cero alcohol y mariscos en las próximas 48 horas”. Bueno, no se puede tener todo en la vida.
Muy importante: no nos tocó ver a ninguna persona sospechosa de tener menos de los 60 años requeridos para ser vacunados.
Esto es un acierto de la administración de Miguel Treviño, porque hasta en los Estados Unidos fui testigo de cómo tal regla fue violada muchísimas veces.
Tres centros de vacunación: el Punto Oriente, la UDEM y el Gimnasio San Pedro 400. ¿El total de vacunas para esta primera sesión de viernes, sábado y domingo?: 20,000.
Hablé con José Luis Mastretta López, director de comunicación de SPGG y me explicó que las vacunas fueron proveídas por el gobierno federal de acuerdo a su estrategia nacional y la logística y organización es responsabilidad del municipio.
Le hice ver que el personal de SPGG y sus voluntarios no portaban logos ni identificaciones visibles del municipio -lo cual me pareció un acierto- y el muy polite de José Luis me dijo: “usar los emblemas oficiales de los gobiernos no está prohibido en ninguna ley, pero tampoco es obligatorio”.
No le repliqué, pero pensé: “la esposa del César, además de casta, debe de parecerlo”.
CAJÓN DE SASTRE
“Pues en el caso de SPGG, además de casta, la esposa lo pareció; no así la de Morena, de la Secretaría del Bienestar ni la de los Servidores (“siervos”) de la Nación”, dice la irreverente de mi Gaby