A pesar del clamor por acelerar la campaña de vacunación de Estados Unidos contra covid-19 y lograr que el país vuelva a la normalidad, los primeros tres meses del lanzamiento sugieren que lo más rápido no es necesariamente mejor.
Un análisis descubrió que estados como Carolina del Sur, Florida y Missouri, que se adelantaron a otros para ofrecer la vacuna a grupos cada vez más grandes de personas, han inyectado a porcentajes más pequeños de su población que aquellos que se movieron más lenta y metódicamente, como Hawai y Connecticut.
La explicación, según los expertos, es que ampliar tan rápido la elegibilidad provocó un aumento en la demanda demasiado grande y un grave desorden que los estados no pudieron manejar. Los suministros de vacunas resultaron insuficientes o impredecibles, los sitios web y las líneas telefónicas colapsaron, lo que generó confusión, frustración y resignación.
“La infraestructura simplemente no estaba lista. Fue contraproducente”, dijo la doctora Rebecca Wurtz, médica especializada en enfermedades infecciosas y especialista en datos de salud de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Minnesota. “En la prisa por satisfacer a todos, los gobernadores satisficieron a pocos y frustraron a muchos”.
“Si se está más orientado y más concentrado, se puede hacer un mejor trabajo”, dijo Sema Sgaier, directora de Surgo Ventures.