El confinamiento, las restricciones, la falta de contacto social, las dificultades para la conciliación, el miedo al contagio, los problemas económicos y laborales, los cambios de hábitos o los duelos no resueltos afectan, y mucho, a la salud mental de la población. La crisis del coronavirus tiene un fuerte impacto en el ámbito sanitario y pasa factura también en el bienestar emocional, lo que obliga a adoptar medidas para afrontar la ‘otra’ pandemia, que se traduce en angustia, estrés, temor, ansiedad, depresión o trastornos del sueño.
Psicólogos y psiquiatras alertan del incremento de casos que se perciben tras meses de tensión y el Gobierno de Aragón ha activado unas consultas monográficas para atender estos problemas desde Atención Primaria para mitigar sus consecuencias y evitar que deriven en patologías severas.
La Consejería ha reiterado en numerosas ocasiones que una de las prioridades en la era postcovid será potenciar la Salud Mental que, en palabras de José María Abad, director general de Asistencia Sanitaria, “tiene un déficit histórico de recursos y de integración con la red asistencial”.
“Todos los dramas que afectan a grandes grupos sociales conllevan un mayor riesgo de aparición de casos de síndrome de estrés postraumático»” tanto entre la población en general como en aquellos colectivos que han trabajado en primera línea. José Manuel Granada, coordinador autonómico de Salud Mental, reconoce que “no está cuantificado, pero la percepción subjetiva es que hay más demanda de procesos ligados a la soledad, a los duelos no bien resueltos, al impacto de la pandemia y de sus consecuencias económicas”.
Las patologías mentales graves –asegura– no se van a incrementar notablemente, pero se pueden agravar: “Lo que si aumenta es esa sensación de malestar ligada al estrés postraumático, a la ansiedad, a un estado bajo de ánimo…”.
Por esta razón, según adelantan Abad y Granada, se están poniendo en marcha 18 consultas monográficas en Atención Primaria: “Se trata de ofrecer a las personas que acuden con estas manifestaciones al centro de salud otras herramientas diferentes a los tratamientos farmacológicos”. Hasta la fecha se ha formado a 70 profesionales de diferentes sectores y se ha pospuesto ampliar esta instrucción hasta octubre. La prioridad ahora, reconocen, está enfocada en la campaña de vacunación contra la covid y “los recursos son limitados”.
“Será la ola final de la covid”
José Antonio Aldaz, psicólogo clínico, reconoce las carencias en Salud Mental y la necesidad de dotar al sistema de más profesionales especializados que se hagan cargo de los casos de malestar emocional que saturan luego los servicios especializados. “Históricamente –explica– arrastramos un déficit de psicólogos”. Aragón, con una ratio de 4 en la sanidad pública cada 100.000 habitantes, está por debajo de España (6) y de Europa (18). Una carencia que se contrapone a una cada vez mayor demanda de atención.
“La ola de salud mental va a ser la ola final del covid, psicológicamente los recursos de las personas se están agotando porque no hay certidumbre de cuándo se va a solucionar”, concreta. El perfil es variado: desde quien desarrolla intensos temores al contagio o fatiga pandémica hasta reacciones ansioso-depresivas ante la incertidumbre. Hay también quienes han sufrido un deterioro neuropsicológico importante o quienes han vivido experiencias traumáticas relacionadas con el duelo. O gente que no ha padecido la covid pero sí las consecuencias económicas y les genera “rabia e impotencia”. O los profesionales, no solo sanitarios, que han estado en primera línea y presentan trastornos por estrés postraumático. “Todas estas secuelas están apareciendo ahora”, relata Aldaz.
“Lo que vemos es la punta del iceberg de lo que puede llegar”
“Han aumentado mucho los índices de estrés postraumático, igual que el insomnio, que en sanitarios se multiplica por dos. Se han descompensado patologías previas que tenía su diagnóstico psiquiátrico, duelos que no se han podido realizar de forma satisfactoria, incertidumbre…”. Para el doctor Valero Pérez Camo, jefe de servicio de Psiquiatría del Hospital Clínico esto es “un caldo de cultivo que hace que no queden libres camas en las plantas de Psiquiatría en toda la Comunidad”. Han aumentado los trastornos de conducta alimentaria, muchos relacionados con la pandemia.